Rosa Belmonte

Habitantes de Pardonia

A veces la RAE es el Gobierno de Vichy del lenguaje. Colaboracionista con la vulgaridad

Rosa Belmonte
Madrid Actualizado: Guardar
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Quería pensar que Pérez-Reverte había hecho otro Christina Hendricks para cabrear al personal. Que había soltado el futuro "iros" (por idos) de la Real Academia para provocar. Pero no. Luego leí en ABC la confirmación de Darío Villanueva y Félix de Azúa ("La idea fue de él, siempre el más combativo. Decía que absolutamente nadie escribiría "idos a la mierda" sino "iros a la mierda". Ese fue un argumento que hizo que la totalidad de los académicos aceptáramos la medida"). O sea, que hay que arrimar la norma a la conducta en lugar de la conducta a la norma. A veces la RAE es el Gobierno de Vichy del lenguaje. Colaboracionista con la vulgaridad. La gente dice Olimpiada por Juegos Olímpicos.

Pues que Olimpiada signifique lo mismo (¿quiénes son los memos que lo usan como los cuatro años que van de unos juegos a otros?). Quitemos la tilde a sólo. "Para vivir solo necesito una conexión a Internet", dijo Pepe Muelas en un titular de "La Verdad". Y todavía no sé si se refería a vivir más solo que la una o a existir.

Sigo utilizando Juegos Olímpicos y no Olimpiada, igual que no uso implementar o emérito (para Don Juan Carlos), pero tampoco antaño, empero, fallecer u otras palabras de toda la vida. Las palabras son como la ropa, una se pone la que quiere (si no hay uniforme). Podemos elegir, igual que podemos elegir no llevar sandalias. No hay escapatoria cuando un medio sí acata el sólo sin tilde y, lo pongas como lo pongas, te lo cambia. También pasa con Qatar, inmediatamente convertido en Catar. Con el sólo y el Qatar no puedo hacer nada. Tampoco es tan importante. Pero si creo que alguien me lo va a cambiar por sexi no escribo sexy. Y lo mismo whisky. A Barbara Stanwyck no le gustaba el término carrera. "Es demasiado pomposo, lo mío ha sido un trabajo".

Lo bueno de despreciar determinadas iniciativas de la Academia es que los zoquetes con ínfulas podemos crearnos un esnob simulacro de clase. Montarnos un lenguaje "U" (upper class) y "No U" (no upper class) como el de Nancy Mitford en 1956. Bueno, como el del profesor de lingüística Alan Ross que luego Mitford reelaboró y enriqueció en un ensayo que se incluyó en "Noblesse Oblige". Lo que era lenguaje (o pronunciación) de clase alta y lo que era muy de clase media. U era lavatory (de clase media, toilet). Y aunque el Diccionario Oxford reconociera el uso de serviette (servilleta), se trataba para Mitford y los suyos de un término vulgar (había que decir napkin). Mucho antes que Ross o Mitford, Lady Agnes Grove se lamentaba en "Social Solecisms" (1907) de que la clase media usara palabras como serviette o echara la leche en la taza antes del té. Por no hablar de "weekend" (esto Julian Fellowes lo utilizó para Maggie Smith en "Downton Abbey"). En 2004, Kate Fox también alertaba en "Watching The English. The Hidden Rules Of Englis Behaviour" de las señales que te podían hacer parecer de clase media. O residente de "Pardonia". Porque "pardon" es otra ordinariez. De la madre de Kate Middleton se criticó en su día que respondiera al "How do you do?" de la Reina con un "Pleased to meet you" en lugar de con otro "How do you do?". Evelyn Waugh, amigo de Nancy Mitford, aseguraba que esas ideas sobre el lenguaje adecuado en el fondo estaban basadas en prejuicios personales y en el innato sentido de la propia superioridad. Y sí, eso es lo que nos pasa a los idiotas que miramos mal a quienes dicen váter en lugar de retrete.

Al menos todo esto ha servido para que Darío Villanueva vuelva a recordar que "cocreta" no está en el Diccionario. Sólo croqueta.

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