COMPARATIVA

Seat Arona diésel o gasolina: Un modelo para cada tipo de conductor

Con unos consumos muy bajos en ambas variantes, cada uno de los modelos se adapta a un tipo de conducción

Patxi Fernández

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En junio, Seat ha vendido de nuevo más de 50.000 vehículos en un mes (51.400) , un 13,7% más que en el mismo periodo de 2017 (45.200). Esta cifra también representa el mejor junio en la historia de Seat y supera la cifra alcanzada en el año 2000 (48.900 unidades).

Parte de ese éxito se debe al Arona , un modelo que en esta ocasión probamos en sus variantes de gasolina y diésel con 115 CV de potencia, para intentar descubrir si alguno de los dos destaca especialmente sobre el otro a la hora de tomar una decisión de compra. En lo que va de año Seat ha logrado matricular más de 11.800 unidades del modelo , que al tratarse de la versión SUV del popular Ibiza se ha convertido en un serio rival del utilitario de referencia de la firma española.

Como atractivo añadido, el Arona acaba de introducir en su gama de equipamientos el personalizable cuadro de instrumentos digital ‘Digital Cockpit’. De este modo el Arona es el primer SUV urbano del mercado en integrar esta gran pantalla de 26 cm (10,25"), que ya pueden disfrutar los usuarios del León y del Ateca desde enero de 2018. La pantalla del Digital Cockpit tiene una gran resolución a todo color y, no sólo ofrece un diseño moderno y personalizable sino que, además, hace más funcional la interpretación de la información que necesita el conductor, aumentando así la seguridad a bordo, al permitir su visualización sin apartar la vista de la carretera ni las manos del volante multifunción, desde el cual se maneja el Digital Cockpit.

En lo que se refiere a la comparativa diésel/gasolina que nos ocupa, para la prueba hemos realizado durante una semana idénticos recorridos con las versiones Eco TSI y TDI de 115 CV de potencia. En general ambas versiones son bastante «ahorradoras» a la hora de consumir combustible, con unas medias homologadas de 4,9 l/100 km para el modelo de gasolina y 4,1 l/100 km para el diésel . En ambos casos el motor es muy silencioso, por lo que el ruido u¡y las vibraciones, y con ello el confort de marcha, no son un factor decisivo a la hora de elegir entre uno y otro.

Si hemos notado diferencias a la hora de pedir una «respuesta rápida» al motor, aunque esta respuesta varía según las circunstancias de la vía. Así, el comportamiento del modelo de gasolina es bastante más rápido y agradable si necesitamos de un «acelerón» en un entorno urbano , donde el pequeño Arona es de los primeros a la hora de arrancar en parado. La ventaja sin embargo se vuelve a favor del modelo diésel en carretera, donde a la hora de efectuar un adelantamiento nos podemos «fiar» un poco más de la variante diésel.

Algo parecido sucede en cuanto a los consumos «reales» . En la práctica el modelo de gasolina nos dejó una media de 5,6 l/100 km, frente a los 4,7 del diésel. Pero todo es relativo, porque si vamos a utilizar el coche normalmente para recorridos urbanos , el gasolina se desvía mucho menos que el diésel de la media «oficial». el diésel destaca especialmente en carretera y autopista, cuando circulamos entre 90 y 130 km/h y con un tipo de conducción tranquila.

La diferencia de precio entre uno y otro modelo ronda los 2.000 euros (en sus versiones de acceso), por lo que a priori, y dados los precios actuales del gasoil , todo nos haría decantarnos hacia la versión de gasolina. Pero tal y como hemos comprobado durante la prueba, si vamos a realizar más kilómetros por carretera que por ciudad, la elección más acertada sería la del diésel, siempre que superemos los 25.000 km de media anuales. El gasolina sería la mejor opción, según los resultados de nuestra comparativa, si utilizamos el coche fundamentalmente en ciudad.

Cómo calcular el coste por kilómetro

Para saber si realmente nos interesa la variante de gasolina o la diésel es fundamental saber el número de kilómetros anuales que vamos a realizar, y así calcular el coste por kilómetro. Este resulta de multiplicar el precio por litro de carburante por el consumo medio –por ejemplo oficial– y dividir entre 100. Los costes de diésel y gasolina se restan entre sí, dando por resultado una cota. A continuación, se divide el coste extra entre versiones por la citada cota. El resultado son los kilómetros que exige el más caro –suele ser el diésel– hasta amortizar la diferencia. Si dividimos estos entre los km/año que hacemos, obtendremos los años que tardaremos hasta que salga más barato usar el diésel.

Con ambos modelos el posible conductor va a tener un vehículo con unos acabados muy buenos, un consumo bastante reducido, y un espacio bastante amplio teniendo en cuenta las dimensiones del coche , lo que nos permitirá hacer viajes de media-larga distancia con bastante comodidad tanto para el conductor como para sus ocupantes.

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