Probamos el Cupra Born, aclimatarse para quererlo
El eléctrico es una versión más afilada que el Volkswagen ID.3, aunque sigue sin ser un «altas prestaciones»
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Cuando uno piensa en Cupra, es imposible no imaginarse versiones más deportivas de los clásicos Seat, algunos desarrollando más de 300 caballos de potencia. El Born sigue la misma fórmula, pero en un formato cero emisiones , solo que no tiene una diferencia de poder absurda en relación al modelo en el que se basa, en este caso el Volkswagen ID.3.
Esto es por varios motivos, pero principalmente, se debe a que todavía tienen que presentar un producto que se venda en el mercado. El Born es el primer eléctrico de la marca y, a pesar de ser la marca con más pretensiones deportivas del consorcio alemán —por debajo de Porsche y los segmentos premium—, tiene que tener sentido contable.
Por más que a un ambicioso ingeniero de Casa Seat, que fue la responsable del desarrollo del Cupra, l e hubiera gustado equipar un motor de 500 CV al compacto , esto solo se habría traducido en una autonomía muy reducida. Muy divertida, sí, pero muy reducida.
Así, intentando equilibrar los parámetros de los que disponían —por nombrar algunos, capacidad de la batería, potencia del propulsor y margen de rentabilidad—, el producto final es un ID.3 ligeramente más potente y mejor acabado. Tiene sentido que ambos salgan de la misma fábrica, Zwickau (Alemania).
«Ligeramente más potente» tiene una cifra en concreto: 204 CV , o, dado que es el mundo voltaico, 150 kW, 40 más que el ID.3. También, dado que es el mundo voltaico, estos caballos no tienen nada que ver con los de combustión, y su entrega es poderosa e inmediata. Aunque parezca más rápido, el Born alcanza los 100 km/h en 6,6 segundos.
Esta cifra, aunque no es desdeñable, dista de ser un número de altas prestaciones , como el departamento de Marketing de Cupra insiste que el coche es. Pero poca gente necesita realmente un modelo con esas cualidades para su uso diario.
Uno de los puntos más positivos que tiene el Born, es uno equiparable a cualquier eléctrico: la posibilidad de entrar a las zonas de bajas emisiones y poder aparcar gratis. En Madrid, estacionamos a escasos 20 metros de Gran Vía y nuestra cita no daba crédito.
Por lo demás, usar el Born es una cuestión de aclimatación. La primera vez que intentamos arrancar hubo un periodo incómodo de intentar descubrir cómo se engranaba la marcha para poder avanzar —hay que girar el selector detrás del volante como una llave—. Concretamente cuánto tiempo tardé en descubrirlo, me lo reservo.
Sin embargo, esto solo ocurre los primeros dos días. Al tercero, uno ya sabe cómo funciona todo —el control de volumen podría mejorar su precisión—, aunque se echan de menos botones físicos en vez de táctiles para algunos parámetros. Es muy cómodo entrar en el Born, girar el selector y salir con potencia inmediata, sin tener que esperar a que se caliente el motor ni a una entrega gradual de potencia.
Además, cabe alabar el trabajo de Cupra a la hora de diseñar la conectividad con el teléfono y las funciones de confort del habitáculo. La climatización inteligente, con funciones como «calentar pies» o «aire fresco» pueden sonar simples, pero no sabes lo mucho que las necesitabas en tu vida hasta que las tienes.
El Cupra Born está disponible en dos versiones, de 150 y 110 kW de potencia —de momento, al mercado solo ha llegado la más potente de las dos, con tracción trasera— y autonomías de 416 km (a efectos prácticos, son más 300 en uso real). Su precio parte de los 37.500 euros, antes de los descuentos.
No es la única opción eléctrica del mercado, pero, sin duda, es una a tener en cuenta si es lo que estás buscando una vez te paras a conocerlo.
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