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Stian Paulsen, todo un ejemplo de self mademan en la SEAT León Eurocup

De la caravana al pitlane, un piloto que se lo hace todo

Para Stian Paulsen correr carreras es un estilo de vida. Y no solo por sus buenos resultados, sino por la manera de lograrlos. Le seguimos durante el fin de semana que la competición recaló en Montmeló para ver, de primera mano, cómo la pasión puede convertirse en el motor de una forma de vida

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El piloto noruego, de 27 años, llega al circuito de Montmeló. Lo hace cansado: a sus espaldas, los más de 2.600 km que ha conducido él solo desde su país para participar en la SEAT León Eurocup.

Y es que Stian Paulsen no corre con ningún equipo. Todo lo hace él mismo con ayuda de familia y amigos: «Cuando estás solo te ves un poco pequeño y a veces piensas: ¿qué estoy haciendo aquí? Pero con ello demuestras que vales para esto, que te mereces este sitio», argumenta. Él mismo prepara la logística de los viajes, los entrenamientos y hasta el coche. Es fácil verle correr entre boxes para dejar el coche a punto, una auténtica secuencia de un selfmade man entre gigantes.

La pasión, la determinación y el esfuerzo son las claves que explican cómo este piloto ha llegado hasta donde está. Pero es evidente que uno los grandes inconvenientes de correr sin el paraguas de un gran equipo es la financiación. Para superarlo, Paulsen ha encontrado un modo de autofinanciarse: repara coches para revenderlos y hace negocio pintando cascos de otros corredores. Con estas fuentes de ingresos y su tenacidad, lleva años recorriendo Europa de punta a punta con su coche de carreras en el remolque.

Para cumplir su sueño, Stian lleva apostando por el SEAT León desde 2010 porque «es un coche muy competitivo, un auténtico modelo de carreras», dice mientras revisa los chekpoints del motor antes de empezar la última carrera del campeonato. La cuenta atrás comienza y le vemos cambiarse de ropa en un ritual propio donde concentración y silencio son primordiales. Al subir al coche para dirigirse a la parrilla de salida confiesa que la vinculación que siente por su coche va más allá de la que puede tener por cualquier objeto. «Es una vinculación íntima y personal, como una novia», afirma.

Es la hora y antes de empezar la carrera que decidirá el final del campeonato, Paulsen confiesa sus nervios. Se juega muchas horas de esfuerzo en pocos minutos y es consciente de ello: «Cuando el semáforo se apaga es como un interruptor: simplemente te olvidas de todo y aprietas gas a fondo para ganar la carrera. La sensación es sencillamente increíble».

Paulsen reconoce que aunque es muy mal perdedor, «en las carreras tienes que saber ganar y perder porque no siempre puedes ser el mejor, hay que aprender y seguir trabajando para superarse cada día». Más de 2.600 km le esperan en el camino de vuelta a casa para prepararse y encarar nuevos retos.

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