Heridas graves

El espectáculo que están dando los socialistas en Orense, con el «dedazo» de Besteiro poniendo y quitando candidatos al Congreso y al Senado, los va a llevar a la ruina. Es lógico el enfado del militante que se preocupa en acudir a votar y ve como su decisión es válida sólo si le gusta a la dirección, y si no se cambia.

Las bases, que no viven del partido, han sido pisoteadas por los de arriba, que sí lo hacen. ¿Cuántas veces ha presumido el secretario general de democracia interna en el PSdeG? No exagero si digo que casi siempre que ha comparecido. Las primarias son sanas si se hacen bien, pero generan desencuentros difíciles de superar si los participantes son demasiado ambiciosos y no saben ni perder unos ni ganar los otros.

Se han peleado a cuchillo y afirman que todo está bien, que tan amigos, a pesar de que todos podemos ver las profundas heridas que les han quedado. No se han aplicado puntos de sutura ni vacuna del tétanos y presentan riesgo de infección. A alguno incluso parece que le han contagiado la rabia y prefiere no ir al médico.

Por su bien, y también por sentido común, deberían enterrar el hacha de guerra porque si no lo hacen su electorado natural se va a ver seducido por opciones políticas más extremas. Ocurrió ya en las autonómicas del 97 —cuando el Bloque superó al PSdeG de Abel Caballero— y no porque la sociedad gallega de entonces se hubiese radicalizado, sino por las propias debilidades de los socialistas. ¿Cuándo se van a enterar de que las alarmas han vuelto a saltar en las últimas elecciones?

Cada uno sigue a lo suyo, unos a poner la zancadilla al enemigo y otros a intentar erradicar de la vida orgánica del partido al rival y a sus partidarios. ¿No han aprendido nada de lo que les ocurrió en el ayuntamiento de Orense o en el de Santiago en las últimas municipales? A este ritmo, además de desinfectar las mordeduras que les propinó el contrincante, van a necesitar terapia psicológica.