Los acusados se enfrentan a una petición de 18 a 20 años de prisión
Los acusados se enfrentan a una petición de 18 a 20 años de prisión - miguel muñiz

Serán necesarios siete votos de nueve para declarar culpables a los padres de Asunta

La inocencia de los dos procesados podrá decidirse con solo cinco votos a favor, según la Ley del Jurado actual

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Si el calendario se respeta, dentro de una semana exacta las nueve personas que componen el jurado popular del caso por el asesinato de la niña Asunta Basterra deberían estar a punto de emitir su veredicto. Así lo contempla el cronograma de este mediático juicio, que hoy encara su tercera semana con la exposición de las últimas periciales, la presentación de la prueba documental y los alegatos finales de las partes, que están fijados para el jueves y el viernes. Una vez escuchadas las conclusiones de las defensas y del Ministerio Fiscal —y la intervención de los acusados, en caso de que estos decidan hacer uso de su turno de palabra— los miembros del jurado popular encargado de dirimir el grado de responsabilidad de Rosario Porto y Alfonso Basterra en la muerte de su única hija serán aislados.

Durante las más de quince sesiones que suma ya el proceso por la muerte de la menor, los nueve titulares y los dos suplentes que configuran este tribunal han visto desfilar por la sala del juicio a cerca de 80 testigos y a más de medio millar de peritos. Cada uno de ellos ha aportado —en menor o mayor medida— datos de relieve para un caso de extrema complejidad que ha exigido la máxima concentración por parte de los ciudadanos seleccionados para juzgarlo. De ahí que el propio presidente del tribunal apelase en más de una ocasión al cansancio de los jurados a la hora de solicitar a las partes «ligereza» en sus interrogatorios.

Jornadas de casi diez horas

Una de las jornadas más intensas del caso se vivió con la declaración de la madre de Asunta Basterra, que respondió a las preguntas de las cuatro partes personadas durante más de seis horas. En la tercera jornada de testificales la sesión llegó a extenderse hasta casi diez horas, lo que obligó a los jurados a estar presentes en la sala de juicios desde las nueve de la mañana hasta más allá de las nueve de la noche, con un descanso para comer en el que evitan mantener contacto con el exterior y alguna parada breve entre declaración y declaración.

Al margen de estas prolongadas y tensas sesiones en las que los ciudadanos seleccionados han visto —e incluso tocado— algunas de las pruebas presentadas, los integrantes del tribunal popular han podido mantener su rutina cotidiana. En este sentido, la Ley del Tribunal del Jurado no limita la libertad o contactos externos de los jurados durante el proceso. Solo fija un aislamiento absoluto en el momento en que la vista oral llega a su fin y arranca el tiempo de las valoraciones. Será entonces, previsiblemente el próximo fin de semana, cuando estos nueve ciudadanos abandonen las bancadas que han ocupado durante tres semanas y se dirijan a una sala donde no podrán mantener contacto exterior alguno. En absoluta intimidad deberán valorar, en base lo expuesto, la culpabilidad o inculpabilidad de los acusados.

Su decisión deberá basarse en los cinco hechos justiciables que se le presentaron al inicio del proceso. Entre ellos hay cuestiones básicas para encajar el puzle del caso, como si los padres sedaron a la niña con Orfidal, si Porto se trasladó Teo en compañía de la fallecida, si los los dos acusados maniataron a la menor en los momentos próximos a su fallecimiento, si trasladaron su cuerpo a la pista forestal y —la pregunta clave— si la asfixiaron taponándole la boca y la nariz después de haberla sedado.

Para tomar su decisión final, los componentes del tribunal deberán echar mano de las declaraciones de los testigos y peritos vinculados al caso. También podrán ojear los apuntes que han tomado a lo largo de todo el proceso, a través de los que han ido fijando ideas claves para valorar qué sucedió la tarde del 21 de septiembre de 2013. Sobre la mesa hay dos versiones contradictorias sobre qué pasó entre las 16 y las 20 horas de aquel fatídico día y varios cabos sueltos. Uno de los que más puede pesar en la decisión de los jurados es la falta de un móvil contundente que aporte valor al entramado de supuestos hechos. A favor de los acusados juegan las dificultades para situarlos en el escenario del crimen y, sobre todo en el caso de Basterra, la carencia de indicios que lo vinculen directamente con el crimen más allá de la compra de los orfidales.

En contra de los padres de Asunta están los episodios de sedación de la niña descritos por sus profesores y las incoherencias en las que han recaído al dar explicación a alguna de estas situaciones. A Porto la señalan, además, las cámaras que la captaron yendo con la niña a Teo y los restos de ADN encontrados en los pañuelos y en la mascarilla con la que se cree que pudieron asfixiar a la pequeña. Indicios, versiones e hipótesis a los que el jurado deberá dar forma para emitir un veredicto justo que ponga punto y final al caso dos años después.

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