confieso que he pensado

Algo está fallando

La Gomera, Canarias, España no contarán con una verdadera democracia en tanto gomeros, canarios, españoles no se percaten de que la pasividad ciudadana es propia de las dictaduras

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Casimiro Curbelo es uno de esos políticos que siempre ha estado ahí. A estas alturas decir La Gomera es decir Casimiro Curbelo. Y si permanece en la poltrona, si se ha hecho fuerte contra viento y marea a pesar del natural desgaste que sufren los gestores públicos, de estar señalado en casos de corrupción, de haber protagonizado un truculento suceso en la capital del Reino que le costó su acta de senador y de haber sido repudiado por muchos de sus colegas de partido, es porque cuenta con el apoyo de los ciudadanos de la isla. Y eso, en un sistema democrático, no es una cuestión baladí. Y también precisamente por eso, podemos tener la convicción de que algo está fallando.

El papel del ciudadano en la democracia no se limita a acudir cita electoral tras cita electoral a las urnas para manifestar las preferencias ideológicas o partidistas. La democracia, y ese es el quid de la cuestión, es un sistema político que requiere un esfuerzo individual. Si los votantes no analizan con una cierta seriedad lo que ocurre a su alrededor, la actitud de quienes les representan, las diferencias entre lo que se predica y lo que se hace; si se apartan a un lado y se convierten durante años en sujetos pasivos de la cosa pública, o más correctamente, si se resignan asistir como espectadores a una película en la que, a fin de cuentas, lo que está en juego son muchas de las cosas importantes de su vida, es que la base del sistema democrático no cumple con su deber, el edificio político corre el riego de agrietarse y, con el paso del tiempo, de desmoronarse.

El caso de Curbelo bien puede aplicarse al de otros personajes de la vida política canaria y nacional, porque ejemplos de personajes sobre los que se ciernen toda suerte de dudas y, a pesar de ello, retozan a sus anchas en el escenario público con la aquiescencia del respetable, los hay a decenas. Se trata de una realidad que debe considerarse una anomalía pero que, sin embargo, parece haber sido aceptada por la opinión pública de un país en el que quien hace las cosas mal, en lugar de amilanarse, saca pecho y se permite el lujo de retar a los acusadores, incluso en aquellos casos en los que la evidencia resulta sonrojante.

La Gomera, Canarias, España no contarán con una verdadera democracia en tanto gomeros, canarios, españoles no se percaten de que la pasividad ciudadana es propia de las dictaduras, y de que lo malo conocido resulta inaceptable y es necesario erradicarlo.

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