opinión - «el último liberal»

El tripartito en Atapuerca

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Dicen que en política no debes dar crédito total a lo que no ves, e incluso esto deberías ponerlo en duda. Comento esto por mi posición como mero espectador ante el esperpento producido ayer en el Ayuntamiento de Alicante por la cancelación brusca de una reunión entre los responsables municipales y unos altos ejecutivos de la multinacional IKEA. Parece que el motivo fue la aparición de los fotógrafos de prensa, los cuales cumpliendo su obligación y ante el aviso del equipo de gobierno querían inmortalizar la reunión para que los ciudadanos tuviéramos constancia gráfica de la reunión.

En unos minutos las redes sociales se llenaron de comentarios en defensa de unos o de estupor por su incompetencia. Es difícil conocer los acuerdos y conversaciones previas a la reunión, pero parece obvio que alguien no hizo bien su trabajo.

En eso no voy a entrar ya que desconozco los detalles, no obstante sí que me gustaría centrar en el vodevil de errores y metidas de patas varias que el equipo de gobierno cometió a continuación.

En primero de primaria de protocolo todo el mundo ya sabe que la máxima autoridad es la que debe presidir cualquier reunión. Parece ser que exceptuando en Alicante, donde era Natxo Bellido el que ocupaba el lugar central ante la mirada preocupada del Alcalde. La preocupación era obvia, ya que para rematar el día a Bellido no se le ocurre decir otra cosa que (y cito textualmente la información recogida en este periódico): «Como no estamos acostumbrados a reunirnos con delincuentes ni con gente que no quiere fotos, no sabemos qué pasa». Obviamente si no eres capaz de organizar ni la mesa para una rueda de prensa ni tratar con respeto institucional a los directivos de una multinacional, es complicado pensar que vas a organizar correctamente una reunión para tratar un tema tan sensible y notorio como la instalación de Ikea en Alicante.

En general hay un consenso bastante generalizado entre la ciudadanía de Alicante que quiere la instalación de una tienda Ikea, obviamente con una serie de condiciones razonables. La nefasta y oscura gestión del gobierno del Partido Popular condujo las negociaciones a un lugar muy complicado y que hubiese exigido mucho tacto y transparencia en el nuevo equipo de gobierno para reconducir el asunto. No ha sido así, en vez de invitar a oposición y comerciantes a la reunión prefirieron montar un pequeño circo mediático.

A día de hoy, es exigible altura de miras por parte de nuestros representantes públicos para poder llegar a la mejor solución para Alicante. Finalmente, ésta puede ser la instalación de Ikea o no, la celebración de reuniones o no, pero en ningún caso dar la imagen institucional que no daría ni el consejo de ancianos de Atapuerca.

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