Putin desafía al G-20 con su efusivo saludo al Príncipe heredero saudí

Mauricio Macri, anfitrión de la primera reunión del G-20 que se celebra en Sudamérica, levantó el telón de la sesión inaugural con una invocación a la concordia, la calma y el consenso

AFP | Vídeo: ATLAS

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La sonrisa de Vladimir Putin y del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, el garbanzo negro de la cumbre del G-20, sorprendió tanto, como el golpe de manos de ambos , modelo choca las cinco. La falsa imagen de normalidad y sintonía fue el escaparate de una reunión donde están juntos -y bastante revueltos-, los presidentes cuyos países concentran el 85 por ciento del PIB del planeta.

Mauricio Macri, anfitrión de la primera reunión del G-20 que se celebra en Sudamérica, levantó el telón de la sesión inaugural con una invocación a la concordia, la calma y el consenso , objetivos que se consiguen por una vía concreta: «Dialogar, dialogar, dialogar», insistió. Por ese camino, Macri está convencido de que se pueden, «empujar los límites de lo posible».

El presidente de Argentina no tiene una tarea fácil en esta décimo tercera edición del foro más potente del mundo. Donald Trump y Xi Jinping mantiene un abismo sobre el eje que, en el fondo, gira esta convocatoria. El gigante norteamericano y presunto representante del libre mercado, se atrinchera en el proteccionismo y el líder comunista, de la potencia que amenaza con dejar atrás a Estados Unidos -en años no muy lejanos-, en crecimiento, desarrollo tecnológico e inteligencia artificial (la realidad aumentada del futuro) clama para que se levanten las barreras comerciales . Lograr que acerquen posiciones significaría un triunfo formidable para Argentina, el G-20 y… el planeta. Con eso objetivo, ambos presidentes mantendrán esta noche una cena a puerta cerrada en un lugar secreto. El propósito de Macri es que, antes, la Cumbre pueda poner sobre la mesa media docena de folios acordados por ellos y el resto de los países miembros. Trump, que se salto la reunión privada conocida como «retiro», dijo que percibía «buenas señales» para resolver la guerra comercial con Chinal.

«Los desafíos globales requieren de respuestas globales. No podemos hacerlos solos… Hay que dar respuestas coordinadas» y al hacerlo, añadió Macri, realizamos «un aporte al multilateralismo» y favorecemos «la gobernanza global». Todo ello, en rigor, con un objetivo: «Lograr un desarrollo sostenible e inclusivo». Esos son los argumentos que desmenuzaban los 19 presidentes más la Unión Europea y los de los siete países invitados. Entre otros, Sebastián Piñera (Chile) y Pedro Sánchez, por primera vez, sino cara a cara, al menos en la misma habitación con Theresa May , la primera ministra británica, tras el escándalo, o el bochorno, según quien hable, de Gibraltar en el bréxit. Sánchez y May no mantuvieron una reunión bilateral pero participaron en la de coordinación de los países europeos y la UE previa al inicio de la Cumbre. Sin trascender si llegaron a cruzar palabra las apuestas ganaban enteros sobre la cara de pocos amigos que debía tener Sánchez después de que el Reino Unido le pusiera en evidencia al considerar papel mojado el anexo al texto del brexit a cambio de que no lo vetara.

A las diferencias entre Trump y Xi Jinping se sumó el plantón del marido de Melania a Putin, horas antes de aterrizar en Buenos Aires. El conflicto de Ucrania, al menos en apariencia, sirvió de excusa para distanciar a dos líderes que, de puertas adentro, se entienden mejor de lo que parece . De hecho, el presidente de Estados Unidos, el que llegó con un despliegue y comitiva muy superior al resto, dejó atrás las investigaciones que le pisan los talones en Washington por la presunta injerencia de Rusia en las elecciones que le colocaron en la Casa Blanca.

En esa mesa, donde ayer, como dijo Macri, «nos vemos las caras» para «sentar las bases para el consenso de los próximos diez años», la presencia de Bin Salman o MBS, siglas por las que se conoce al hombre que la CIA considera responsable del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, fue la que despertó mayor resistencia. Macri no tenía previsto una reunión bilateral con el príncipe heredero y evitó tenerla. El caso del periodista descuartizado, cuyos restos fueron disueltos en ácido , estuvo a un paso de generarle un problema interno tras la denuncia de Human Rigths Wacht para que le detuvieran en Buenos Aires . El Gobierno argentino hizo malabares para no tener ningún roce y que los que se produjeran no hicieran saltar por los aires el foro. La «cara» de Erdogan, sin mover un músculo, lo decía todo.

Enmanuel Macron y Theresa May eligieron tener más reflejos –y voluntad- que el resto. El francés pidió explicaciones del brutal asesinato cometido en el consulado de Turquía , «Nunca me escuchas», se le oye reprochar al Príncipe saudí. Y la británica solicitó una reunión bilateral para «preguntarle» si ordenó el crimen. La respuesta no es difícil de imaginar

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