Un matrimonio sirio muestra el primer documento alemán para obtener el estatus de refugiado REUTERS
Un matrimonio sirio muestra el primer documento alemán para obtener el estatus de refugiado REUTERS

Un año de política fallida en Alemania con un millón de solicitantes de asilo

Medio millón de «sin papeles» de los campamentos de refugiados aún no sabe si obtendrá el estatus y vive en la incertidumbre

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Bassam Tibi, un sirio de clase alta de Damasco, llegó en 1962 a Alemania y a sus 72 años considera que el «experimento lleno de buenas intenciones» de Angela Merkel hacia los refugiados de Oriente Próximo «no va a funcionar». En una entrevista con The Economist, publicada recientemente, Tibi concluía amargamente: «Cuando yo, casado con una alemana y después de tantos años, tengo problemas de identidad, acudo a un psiquiatra; los sirios de 16 años que llegan ahora a Alemania acuden a Daesh».

Hasta septiembre de 2015, Alemania era capaz de manejar la llegada de inmigrantes, tanto del Este como de Oriente Próximo. El 5 de septiembre, cuando la canciller dio la orden de que todos los sirios atrapados en una estación de tren de Budapest, entraran en Alemania, el mundo cambió por el denominado «efecto llamada». En Oriente se interpretó la orden como un «bienvenidos refugiados» de Europa a todos los perseguidos por la guerra o la necesidad en el mundo del islam, y en poco tiempo la avalancha fue imparable.

Se calcula que en 2015 solo en Alemania ingresaron un millón de aspirantes al estatus de refugiado. De ellos, aproximadamente 600.000 son sirios. Existen, por supuesto, decenas de miles de marroquíes, argelinos y tunecinos (el fenómeno de los inmigrantes turcos merece un capítulo aparte), pero estos tienen pocas posibilidades de obtener el privilegio de refugiado. Muchos de esos sirios, opina Tibi –y con él cada vez más alemanes, como expresan las urnas– opinan que «Alá les dio Alemania como tierra de refugio, pero no los alemanes». Y no tienen ninguna intención de seguir la pauta marcada por Angela Merkel: aprender alemán, encontrar un trabajo, e integrarse en los valores sociales del país. Por ese orden.

Los actos vandálicos de la última Nochevieja en Colonia, o los atentados de este año, son solo recordatorios de que un sector más o menos amplio de los aspirantes a refugiado no tiene intención de adoptar los valores europeos. Otros quieren hacerlo, pero el proceso lento y difícil de la burocracia alemana (más de medio millón aún no tienen derecho de asilo) les produce ansiedad y desconcierto.

Ver los comentarios