Dos yihadistas europeos en un vídeo de propaganda de Estado Islámico en Siria
Dos yihadistas europeos en un vídeo de propaganda de Estado Islámico en Siria - AFP

Los ocho grupos yihadistas que siembran el terror en el mundo

Actúan en un territorio de casi mil millones de habitantes; dos de ellos, Estado Islámico y Al Qaida, aspiran a un califato universal

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Ocho de los diez grupos terroristas más importantes del mundo son islamistas: Estado Islámico (EI), Al Qaida, los talibanes afganos, sus pares paquistaníes -Tehrik-i-Taliban-, los nigerianos de Boko Haram, los sirios de Al Nusra, los libaneses de Hizbolá y los palestinos de Hamás. Solo estos ocho grupos y sus franquicias plantean una amenaza a la seguridad de casi mil millones de habitantes del planeta si se considera el territorio donde actúan. Hay otros dos grandes grupos terroristas no islamistas, que tienen sus raíces en el marxismo-leninismo: las FARC colombianas y el Partido de los Trabajadores kurdo (PKK).

Algunas de las formaciones terroristas de inspiración islámica están empapadas de nacionalismo y de antisionismo. Es, en particular, el caso de los principales grupos islamistas de Afganistán -después de su breve y traumático paso por el poder-, Palestina y el Líbano.

Dejando a un lado su ansiedad por borrar a Israel del mapa, con el arma atómica si es preciso, sus aspiraciones son más bien modestas: mandar en su pequeño territorio e imponer la Sharía, la ley islámica.

Desde hace años, la amenaza global procede de los dos grandes grupos radicales suníes, Al Qaida y Estado Islámico. Ambos rivalizan por mostrar su rostro más terrorífico para atraer un mayor número de simpatizantes y milicianos entre los 1.300 millones de musulmanes.

Competencias y tácticas

No existen casi diferencias ideológicas entre los dos. El grupo fundado por Osama bin Laden, que hoy encabeza el egipcio Al Zawahiri, predica una lectura política y radical del Corán muy similar a la que difunde el «califato» que preside Al Bagdadi en los territorios conquistados de Siria e Irak. Los dos grupos son salafistas de inspiración suní, y han declarado la «guerra santa» no solo a Occidente sino también a los «apóstatas» chiíes y a los gobiernos árabes que hacen negocios con Europa y Estados Unidos.

Al Qaida y Estado Islámico difieren en la estrategia para imponer el califato mundial. Desde el primer momento, la red creada por Bin Laden optó por los atentados terroristas dentro y fuera del territorio del islam, y conoció su cénit con los ataques del 11 de Septiembre en Estados Unidos. Sus células y franquicias han atentado también en el mundo musulmán, pero no es esa su prioridad. En cambio, EI defiende una estrategia del terror de signo distinto: quiere concentrarse en las conquistas de territorio, hoy por hoy en Siria e Irak, para establecer en él un califato con todos los elementos formales propios de un Estado moderno. La segunda fase será la difusión de sus fronteras por el Levante y la península Arábiga, y el llamamiento a todos los musulmanes desposeídos del mundo a que acudan a establecerse en el califato para terminar de dotarlo de la épica que en su día otorgó el sionismo al Estado de Israel.

Como han demostrado los ataques de París, la prioridad estratégica de Estado Islámico no significa que descarte la acción terrorista en Occidente, porque estima que eso traerá réditos a su proyecto doméstico de califato (más tirón en las levas de voluntarios por todo el mundo) y debilitará la moral del "enemigo". El uso sofisticado de las redes sociales en internet le abre las puertas a la creación de células terroristas en las capitales europeas, al vasallaje de las que ya existen -que se convierten de ese modo en franquicias-, y a la siembra a voleo en busca de «lobos solitarios».

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