Rafsanyani, en una imagen de 2015
Rafsanyani, en una imagen de 2015 - AFP

Muere Rafsanyani, el primer reformista frustrado de Irán

Expresidente en los años 90, fue censurado en 2013 y dio su apoyo al aperturista Rohani

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El expresidente de Irán Akbar Hashemi Rafsanyani murió ayer en Teherán horas después de ingresar en un hospital de la capital iraní debido a un ataque al corazón, según informaron medios iraníes. El ayatolá Rafsanyani, de 82 años, ocupaba actualmente el cargo de presidente del Consejo de Discernimiento del Interés Superior del Régimen, un órgano de notables nombrados por el líder supremo iraní, el ayatolá Jamenei (sucesor del imán Jomeini), para resolver disputas entre el Parlamento y el Consejo de Guardianes de la Revolución.

Rafsanyani fue presidente del país entre 1989 y 1997 y estaba considerado una figura todavía influyente. Antes de ocupar la presidencia, lideró las operaciones militares en la guerra contra Irak (1980-88). Considerado al principio un «duro» del sistema fundamentalista y rival de Jatami -el que fuera presidente reformista de Irán-, Rafsanyani fue alejándose de las posiciones oficiales bajo el mandato del presidente Ahmadineyad -para muchos un mero «títere» de Jamenei- hasta ser incluido en algunos análisis como una figura también moderada y aperturista.

Su influencia en todos los sectores del país lo hizo sospechoso de aspirar a la sucesión de Jamenei, y finalmente fue puesto al frente de un organismo secundario para mantener vigilados sus movimientos.

Hasta ese momento, la vida política de Rafsanyani había determinado en gran medida los avatares de Irán, en un proceso ininterrumpido de tímidas aperturas hacia Occidente, seguidas de golpes de fuerza centrífugos hacia el integrismo original de Jomeini. Los bandazos en cierto modo coincidían con las perplejidades del propio clérigo, ora más reformista para suavizar el aislamiento del país, ora más conservador de las «esencias revolucionarias» frente a las protestas.

En su lacónico mensaje oficial, la cadena informativa estatal anunció ayer que Rafsanyani había fallecido «después de una vida de lucha y de esfuerzos constantes para alcanzar los objetivos del islam y de la revolución».

La última batalla

Rafsanyani era ayatolá (máximo rango dentro de la jerarquía clerical chií) y tenía también importantes intereses comerciales que justificaron su apodo de «rey del pistacho». Provenía de una familia de terratenientes adinerados de la provincia de Kermán, que cultivaban ese producto, y que enviaron a Akbar Hashemi, uno de sus nueve hijos, a estudiar religión en Qom, el centro del poder religioso del país, de donde proceden desde Jomeini los principales dirigentes. Utilizaba turbante blanco, en un país donde muchos clérigos utilizan el negro para afirmar sus vínculos con la familia de Mahoma, un detalle que siempre estuvo presente en su pulso con las distintas corrientes internas del sistema jomeinista.

Durante sus años de presidencia, Rafsanyani destacó por su astucia y pragmatismo, tanto en política interior como internacional, después del incierto resultado final de su larga guerra contra Irak. El nuevo presidente privatizó muchas industrias, con objeto de reconstruir el país con bases más sólidas y eficaces, y llevó a cabo tímidos intentos de abrirse al mundo, después de muchos años de aislamiento.

Rafsanyani volvió a presentarse a las elecciones para la presidencia del gobierno en 2005, pero perdió frente al candidato del establishment conservador, Mahmud Ahmadineyad. A partir de ese momento quedó clara su rivalidad con el sector más fundamentalista del régimen, inspirado y protegido por el líder supremo, el ayatolá Jamenei.

En 2013, Rafsanyani volvió a mostrar su intención de presentarse a las elecciones, recogiendo la ansiedad de un sector muy importante de la sociedad iraní -sobre todo los jóvenes-, que se había visto frustrado por las expectativas depositadas en su día en Jatami y por la vuelta al pasado radical experimentado con Ahmadineyad. Jamenei maniobró a través del poderoso órgano del Consejo de Guardianes, que inhabilitó a Rafsanyani para aspirar a la presidencia, poniéndole así en un pie de igualdad con la lista de candidatos reformistas que fueron finalmente censurados.

El último servicio de Rafsanyani al movimiento de reforma fue el apoyo a Hasan Rohani, actual presidente, que llevó a cabo su campaña bajo el lema «moderación y prudencia». El espíritu pragmático de Rafsanyani ha estado presente en la última etapa iraní, presidida por el acuerdo cerrado con Estados Unidos -que abre el país a Occidente, a expensas de lo que decida ahora el presidente Trump- y el despliegue militar y político de Teherán en toda la región a través de su apoyo al gobierno pro-chií de Irak y al régimen también chií de Al Assad en Siria.

Ver los comentarios