Baradell, junto a Cristina
Baradell, junto a Cristina - ABC

Los maestros argentinos ponen contra las cuerdas a su gobierno

Los gremios de los docentes son poderosos, rebeldes y políticos

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Los maestros argentinos se lanzaron esta semana a la calle y, con la ayuda del kirchnerismo, de otros movimientos políticos y hasta de Hebe de Bonafini y Estela Carlotto, le demostraron al Gobierno que le pueden leer la cartilla donde y cuándo quieran.

Los gremios de los docentes son poderosos, rebeldes y políticos. El Gobierno de Mauricio Macri es evidente que les produce alergia. El más popular de sus representantes, Roberto Baradell, fue -y es- un activo militante kirchnerista. Dicho esto, en efecto, los maestros están, como buena parte de los trabajadores, mal pagados. Su sueldo, en función de diferentes variables, va de los 600 a los poco más de 1.200 euros.

La llamada marcha federal de docentes, con destino en Plaza de Mayo, fue impactante y generosa.

Le abrió los brazos a todo aquel que, al margen de su profesión, quisiera sumarse. Resultado, en el estrado, copado por los sindicalistas terminaron entonando las notas del himno kirchneristo: «Vamos a volver…».

En Buenos Aires, a diario, los piquetes cortan calles y avenidas. La vida para el porteño se hace insufrible. Un trabajador puede tardar horas en fichar en su puesto de trabajo. Los trenes de la periferia llegan a reventar a la capital donde circular suele ser una odisea que tiene a la población con los nervios de punta. Los más perjudicados, obvio, las clases más desfavorecidas. El piquetero Emilio Pérsico desafió al Gobierno con más piquetes para ver si se anima a «reprimir». En Argentina el término dispersión no se pronuncia.

La historia reciente muestra que muchos argentinos conciben la ley y las normas para el otro, pero no para sí mismos. Los objetivos en forma de demandas se consiguen por las buenas o por las malas. La invasión de las calles o la toma de colegios, -también habitual por estudiantes-, se entiende como un derecho propio. Hablar de orden público o plantear principios básicos como, tus derechos terminan donde empiezan los míos o la ley y las normas son de obligado cumplimiento, es leído en esos ámbitos como algo antidemocrático.

En Ecuador el todavía presidente, Rafael Correa, prohibió la huelga de docentes. Si Macri amagase con algo similar su Gobierno saltaría por los aires. La huelga es un derecho pero en todas partes del mundo implica perder el jornal de ese día. En Argentina, en teoría, es igual pero en realidad es diferente.

La provincia de Buenos Aires es el bastión más preciado para un partido. Allí se concentra, prácticamente, el 40 por ciento del padrón electoral. Castigar a los estudiantes con más de dos semanas sin clase significa también castigar a la gobernadora, María Eugenia Vidal y a su compañero de filas y presidente del Gobierno, Mauricio Macri. En año electoral –se renuevan parcialmente las Cámaras en octubre- no es poca cosa pero el pulso, aún no ha terminado. Mientras dure, el presidente debería intentar medir mejor sus palabras y no herir la sensibilidad de los educadores.

Los docentes forman parte de un colectivo mal pagado pero también mal capacitado. Los profesores se resisten a ser evaluados, sus criterios para aprobar a los estudiantes son más que amplios y PISA, en su último estudio dejó los colegios fuera de su medición. De puertas adentro, un informe oficial advierte que el 46 por ciento de los estudiantes de los dos últimos cursos de bachillerato no entiende un texto básico y más del 70 por ciento no es capaz de resolver una operación sencilla de matemáticas. En la educación privada es otra cosa.

Argentina tiene un exceso de profesores en la escuela pública (uno cada 10 aproximadamente). El dato debería hacer pensar que los alumnos disponen de una educación casi personalizada pero nada más lejos de la realidad. Un mismo puesto está ocupado por varias personas para evitar vacantes por razones infinitas. Las cifras son generales y no reflejan la situación de las zonas rurales y determinadas provincias donde los maestros están más cerca de la figura del héroe que del docente pero las cifras, sirven para hacerse una idea de un panorama oscuro.

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