El legado socioeconómico del castrismo

La mayoría de los cubanos está convencida de que Fidel Castro causó la crisis más abarcadora de la historia nacional: empobreció a la población, depreció el valor del trabajo, destruyó valores morales y abocó a su gente al exilio

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Fidel Castro dejó Cuba en desastrosas condiciones económicas después de ejercer el poder absoluto durante más de 47 años. Su hermano recibió un país «al borde del precipicio» el 31 de julio de 2006.

Raúl Castro ha tenido que eliminar las «geniales» iniciativas del comandante en jefe, sin abjurar de ellas sino como una actualización del modelo económico, siempre inspirada en sus ideas. En realidad, fueron tantos sus discursos y aforismos como para poderlos utilizar según las necesidades. Sin embargo, la mayoría de los cubanos está convencida de que dilapidó en las grandes obras fallidas y causó la crisis más abarcadora de la historia nacional. Mientras esgrimió la defensa de la soberanía, se afianzó en el poder mediante la dependencia económica a la Unión Soviética y Venezuela; depreció el valor del trabajo; empobreció a la población; destruyó los valores morales y cívicos; enraizó la esperanza de solución y mejoría en el éxodo al extranjero, principalmente de los jóvenes, con gravísimas implicaciones para el futuro del país.

Cuando triunfó la revolución en 1959, Cuba compartía con Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica los indicadores económicos y sociales más avanzados de América Latina y Caribe. Aunque se enfrentaba a desafíos como una lenta tasa de crecimiento; la excesiva dependencia en la industria azucarera; sobredimensionados vínculos económicos con EE.UU., en particular en la inversión y el comercio; altas tasas de desempleo y subempleo; desigualdades notables en los estándares de vida, especialmente entre las áreas urbanas y rurales; distribución injusta de la tierra, con extensos latifundios, deficientemente cultivados; y carencia de desarrollo industrial y de infraestructuras, entre otros.

Ruptura

Cincuenta y cinco años después, la realidad indica que los problemas heredados del período prerrevolucionario no se resolvieron. La ruptura de los vínculos económicos y comerciales con Estados Unidos no supuso el alcance de la independencia en esas esferas. La Unión Soviética y sus aliados lo sustituyeron hasta 1989, cuando desapareció la URSS y comenzó una etapa de grandes carencias denominada «período especial en tiempos de paz». El PIB cayó un tercio entre 1990 y 1994. Fidel Castro permitió, con fuertes restricciones, los mercados campesinos, el turismo, cierta independencia de las empresas estatales e inversiones extranjeras. Pero lo restringió de nuevo cuando empezaron las fuertes contribuciones de petrodólares de Venezuela.

Sin azúcar

Uno de los desastres más notables causados por Castro fue la destrucción de la industria azucarera comenzada con la frustrada «zafra de los 10 millones» en 1970, con varios años de preparación aniquiladora de la agricultura no cañera y daños a la ganadería para sembrar caña de azúcar, y gigantescas inversiones en centrales que no estuvieron a punto. En 2002 decidió la reestructuración de los 156 centrales existentes, con el desmantelamiento de 85 ingenios, 21 de ellos para supuestamente dedicarlos a producir miel o fines turísticos. Esto implicó la demolición de campos de caña, la destrucción de caminos, la dispersión de personal experimentado y la decadencia de pueblos. Cuba había sido la mayor productora y exportadora de azúcar en el mundo, con unas zafras de más de 6 millones de toneladas en 1959 y 8,2 millones en la década de 1980, que cayó a 1,1 millones anuales, sin poderse recuperar a pesar de la reorganización. En 2013 funcionaron 49 centrales, que produjeron unos 1,6 millones de toneladas (similar a 1909). La cultura y la nacionalidad cubana se desarrollaron con esta industria iniciada en el siglo XVII. En esos tiempos se decía «sin azúcar no hay país».

La tierra confiscada después de 1959 no fue utilizada eficientemente. El latifundio estatal creado ha sido más improductivo que el anterior. La superficie agrícola permaneció durante muchos años con enormes extensiones deficientemente cultivadas, baldías o llenas de marabú. Los niveles de producción en términos relativos no superan lo alcanzado por habitante antes de 1959, importándose cerca del 80% de los alimentos de la reducida cesta de la compra, a pesar de la entrega de tierras en usufructo desde 2008. Cuba llegó a tener más de 7 millones de cabezas de ganado, pero hoy no sobrepasa los 4 millones, con una disminución sustancial de la producción de carne y leche. La industria manufacturera tiene un volumen de producción equivalente al 43% de lo obtenido en 1989. El salario y la pensión media mensual al cierre de 2014 eran de 467 y 269 pesos respectivamente (15 y 10 euros al cambio oficial). Los cubanos para subsistir dependen de las remesas, del trabajo en áreas relacionadas con extranjeros o del mercado informal, que han ocasionado una creciente pérdida de valores ético-morales por la simulación, el robo y las actividades ilícitas. La eliminación de la contabilidad, los contratos y otras prácticas en la década de 1960 fomentó un gran descontrol y corrupción administrativa, que Raúl Castro pretende eliminar a través de la nueva Contraloría General de la República.

Sin bienes para exportar

En julio de 2007, el presidente reconoció la necesidad de cambios estructurales y de concepto, que se han quedado en la «actualización del modelo económico, sin prisa pero sin pausa». No obstante, los cambios han sido pocos, limitados y tardíos, sin lograr acercarse a los niveles económicos de 1989. En los últimos 24 años, la tasa de inversión ha sido muy baja, ocasionando un proceso de descapitalización. No se cuenta con ahorros ni acceso a los créditos debido a la poca fiabilidad de pago, por tanto se pretende la inversión extranjera de 2.500 millones de dólares anuales en ramas específicas y prioritariamente en la nueva Zona Especial de Desarrollo de Mariel. El ministro de Economía y Planificación reconoció en julio de 2014 que «la economía crece en relación con 2013, aunque no alcanza los niveles previstos, lo cual induce una desaceleración superior a la esperada».

Prácticamente sin bienes para exportar, Cuba se ha convertido en suministrador de fuerza de trabajo cualificada al exterior, en particular personal sanitario, lo que constituye la principal fuente de ingresos en divisas. Caracterizada por tener una población avanzada, hoy exhibe un atraso tecnológico generalizado, que la sitúa a la zaga de las naciones de la región en cuestiones cruciales como el acceso a internet.

Los avances logrados al principio de la revolución en la salud pública y la educación se han deteriorado. Estos sectores vitales se resienten por la falta de recursos a causa de la crisis; al mismo tiempo que los graduados y especialistas, en general mal utilizados y retribuidos, cambian de trabajo por otro de menor cualificación pero con mayores ingresos u optan por dejar el país.

Catástrofe colosal

Los sueños despertados por Fidel Castro como líder máximo del proceso iniciado el 1 de enero de 1959 han terminado en una gran pesadilla, una catástrofe de magnitud colosal. Derrochó la oportunidad de dejar un legado de progreso y bienestar para el pueblo cubano, al priorizar sus deseos de satisfacer inmensas ansias de poder absoluto y un incontrolable delirio de grandeza.

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