La ambulancia que condujo a Salah Abdeslam
La ambulancia que condujo a Salah Abdeslam - AFP

Un inusual pedido de pizzas pudo llevar a la detención de Salah Abdeslam

El terrorista reconoce que no tuvo valor para hacerse estallar en París

Bélgica mantiene el grado de amenaza mientras identifica las redes de complicidad

CORRESPONSAL EN BRUSELAS Actualizado: Guardar
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Encarcelado desde ayer sábado en una sección de alta seguridad de la prisión de Brujas, Salah Abdeslam es ahora la persona que tiene todas las claves para resolver las muchas incógnitas que orbitan en torno a los atentados terroristas del 13 de noviembre en París. En sus primeras declaraciones ante la juez, Abdeslam ha reconocido que según los planes iniciales, él debía haber hecho estallar su cinturón de explosivos en el estadio de Francia de Saint Denis, pero que en el último momento se echó atrás y huyó.

Su defensa la asumirá Sven Mary, uno de los abogados más famosos de Bélgica, que se ha labrado una dudosa reputación con la defensa de grandes mafiosos y que en sus primeras declaraciones ha dicho que «ya es hora de dejar de arrodillarse ante Francia».

Mary se refería a que las instituciones belgas parecían haber quedado en deuda -casi en ridículo- frente a la constatación de que en este país hay lugares como el barrio de Molenbeek, donde las redes de islamistas violentos actúan con impunidad y cuyas fuerzas del orden parecían incapaces de detener al terrorista huido. Traducido a la estrategia de defensa significa que su primer combate va a ser oponerse a la petición de extradición de las autoridades francesas. Es bastante difícil que lo logre, pero por ahora es el único argumento que puede utilizar.

Formalmente Abdeslam ha sido acusado de «participación en atentados terroristas» y «colaboración con un grupo terrorista» por el fiscal federal belga. También se ha notificado la orden de detención europea emitida por un tribunal francés. Su traslado a Francia se producirá probablemente antes de dos meses, que pueden extenderse un mes más si su abogado, como ha dicho, recurre la extradición.

Abdeslam es el único superviviente de aquel viernes en el que fueron asesinadas en la capital francesa 131 personas y centenares más resultaron heridas. Y lo es no solo porque la Policía logró detenerlo vivo -solo con un disparo en la pierna del que fue tratado en una noche de hospital-, sino porque en el último momento prefirió no detonar la carga explosiva que llevaba como sí hicieron los demás criminales.

El fiscal parisino François Molins ha dado a conocer estas primeras declaraciones de Abdeslam a la juez belga y que a su juicio «deben ser tomados con precaución, ya que deja abierta una serie de cuestiones sobre las que tendrá que dar explicaciones». Según ha dicho su abogado, una de las condiciones que ha puesto para aceptar la defensa de este hijo de inmigrantes marroquíes es que colabore con la Justicia.

Según esta primera versión, después de decidir que no haría estallar la bomba, tiró el cinturón de explosivos a una papelera en el sur de París y llamó a dos amigos a Bruselas para que lo viniesen a buscar. Su rastro se perdió en la capital belga después de que no fuera detenido en tres puestos de control en el trayecto. Hasta ahora, la Policía francesa había sostenido que el ADN detectado en ese cinturón no era de Abdeslam, pero esa es solo una de las muchas incógnitas que deberán ser resueltas ahora.

Para Bélgica, la detención del terrorista ha sido un gran alivio político. El primer ministro, Charles Michel, hizo circular en las redes sociales la fotografía en la que está en su despacho junto al presidente francés y hablando por teléfono con el norteamericano Barack Obama, que le llamó para felicitarle.

Un pedido de pizzas

Tampoco se ha aclarado por completo cómo se produjo la detención de este francés de nacionalidad, pero nacido en el barrio de Molenbeek, donde acudió a esconderse. Según unas versiones, se trató de un soplo de alguien que dijo que había sido contactado para esconder al fugitivo, pero otras fuentes sostienen que lo que de verdad convenció a los investigadores fue un inusual pedido de pizzas desde el piso donde se encontraban Abdeslam y su cómplice, Monir Alaaj, alias «Amin Choukri», detenido junto con él y también acusado de los mismos cargos. Ni siquiera se sabe si eran ellos dos los que salieron huyendo el martes pasado del apartamento de Forest donde policías belgas y franceses habían sido recibidos a tiros.

Este es uno de los puntos esenciales por los que el organismo encargado de tomar esta decisión (OCAM) no ha rebajado la alerta terrorista en Bruselas, que sigue en el nivel 3 de 4, lo que significa mantener el despliegue del Ejército en las calles. Por eso es tan importante el testimonio de Abdeslam, no solo respecto a los atentados de Paris, sino también para saber qué pasa en Bélgica.

Los investigadores quieren saber quiénes son sus cómplices y el apoyo que recibió durante su huida en Bruselas, porque eso puede revelar el grado de infiltración del extremismo islámico en ciertos sectores de la población belga. La familia de Abdeslam que vive en Molenbeek -su hermano Salim sí que detonó los explisivos y murió matando- dice haber recibido con alivio la noticia de su detención. Pero el hecho es que esta se produjo en la casa de la familia de uno de sus amigos de la infancia.

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