Los madrileños Montse Sánchez y Daniel Mateo, de 39 y 38 años, repartiendo comida tras el terremoto
Los madrileños Montse Sánchez y Daniel Mateo, de 39 y 38 años, repartiendo comida tras el terremoto - abc

Los últimos de Katmandú

Un puñado de cooperantes, voluntarios y empresarios españoles sigue en Nepal para ayudar a las víctimas del seísmo

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No se marchan. Se quedan. Pasada la evacuación en masa de los turistas extranjeros tras el terremoto, un puñado de españoles residentes en Nepal permanece en el país para ayudar a los damnificados y poner su granito de arena en la reconstrucción.

«Por responsabilidad moral, no podía volver en estos momentos a Barcelona», señala, a modo de declaración de intenciones, Alma Millán, una enfermera nacida hace 62 años en Castro del Río (Córdoba) y afincada en Tarrasa. Ya prejubilada, viene desde 2012 a Nepal, donde impulsa la ONG Fundación para la Educación del Desarrollo (Edfon) con el fin de escolarizar a niños de familias pobres en el colegio de Jarongku 18, al norte de Katmandú. En su mayoría, sus 132 alumnos son chavales con riesgo de exclusión social porque sus padres trabajan por unas 3.000 rupias (26 euros) al mes en los telares del barrio, donde viven en inmundos cuchitriles.

Cuando el potente seísmo del pasado 25 de abril le pilló aquí, Alma no dudó en ofrecerse como voluntaria en el hospital Bir, donde ha puesto su experiencia y sus conocimientos como enfermera al servicio de los médicos nepalíes para curar a los heridos. «Ahora que estoy en la recta final de mi carrera, quiero ayudar a quienes más lo necesitan», indica esta animosa y decidida mujer, que se enamoró de Nepal en un viaje en 2006 y prometió volver. Durante una visita al colegio de Jarongku para comprobar los daños que causó el terremoto, calcula que «necesitamos 6.370 euros para reparar los destrozos en el tanque de agua y las paredes agrietadas». Por si alguien en España puede ayudar, ofrece la cuenta bancaria número IBAN ES43 2100 3314 8922 0018 2010. Entre los donantes de su ONG destaca el famoso mago catalán Magic Andreu, pero lo que Alma necesita realmente no es ningún truco, sino generosas muestras de solidaridad.

El restaurante-ONG

A ese mismo espíritu apelan los madrileños Montse Sánchez y Daniel Mateo, de 39 y 38 años y afincados en Nepal desde 2012 tras recorrer buena parte de Asia. Su encantador restaurante La Casita de Boudhanath, que tiene una terraza con impresionantes vistas a esta famosa pagoda budista de Katmandú, ofrece estos días comida gratis a las víctimas del terremoto. Además, ambos han organizado un grupo de asistencia a través del Facebook del local para llevar ayuda humanitaria a las zonas más castigadas por la catástrofe, como Sankwo, Ramechhap y Sindupalchowk, donde el sábado repartieron 1.300 kilos de arroz y 1.625 de lentejas entre 65 familias de «dalit», la casta de los intocables.

Con donaciones de amigos llegadas de todo el mundo, han recibido 4.500 euros que se han gastado en comprar alimentos y medicinas, pero las dimensiones de la tragedia nepalí son tan grandes que dicho dinero no es más que una gota en el océano. «Estamos poniendo tiritas en heridas de bala», admite Daniel mientras Montse recuerda las principales necesidades además de la comida y los medicamentos: mantas, lonas, jabón, gotas para purificar el agua, compresas… Por desgracia, la lista es interminable porque las víctimas del seísmo de Nepal, uno de los países más pobres del mundo, lo han perdido todo.

«Me da mucha pena porque Nepal iba poco a poco saliendo de la lista de naciones menos desarrolladas del mundo, pero esta catástrofe va a retrasar su progreso», se lamenta Erik Ugarte, un vasco de 29 años que trabajaba para la Unión Europea y ha puesto en marcha otra ONG educativa. Su escuela de Bhaktapur, una de las ciudades más devastadas por el terremoto, se ha convertido en un refugio para los damnificados, que se enfrentan al duro reto de empezar desde cero. «Lo realmente difícil empieza ahora; la reconstrucción va a ser muy complicada por la corrupción reinante», aventura Ugarte.

Sus quejas las comparte la famosa cooperante catalana Vicky Sherpa (Victoria Subirana), que lleva viviendo más de dos décadas en Nepal y cuyas denuncias le han costado no pocos problemas y amenazas. Otro catalán, el piloto de helicópteros Jofre Juangrande, no ha parado de evacuar heridos y repartir ayuda humanitaria, llevando también al devastado valle de Langtang a los guardias civiles que buscaban a los seis montañeros españoles desaparecidos.

Ampliación del aeropuerto

Además de voluntarios, hay empresas españolas que contribuyen al progreso de Nepal, como la constructora gallega San José. Con un presupuesto de 5.400 millones de rupias (46,5 millones de euros), dicha compañía está ampliando la pista del aeropuerto de Katmandú y sus oficinas alojaron a algunos de los españoles atrapados en Nepal por el terremoto antes de su repatriación. «Nuestro plan es seguir adelante con la obra. Con la ampliación de 300 metros de pista, que ahora tiene tres kilómetros y es muy limitada, podrán aterrizar aviones mayores», detalla el director de producción de San José en Asia, Alejandro Esteban, uno de los principales problemas que han retrasado estos días la llegada de ayuda humanitaria a Nepal. Cuando los periodistas nos marchamos y se apagan los focos, los últimos de Katmandú nos recuerdan que la catástrofe aún no ha terminado.

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