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David Cameron disfrutará de una mayoría absoluta holgada

El Partido Conservador ha logrado 331 escaños, mientras que los laboristas deben conformarse con 232 asientos

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Una vez más, las encuestas se han columpiado. Durante toda la campaña ninguna concedió al Partido Conservador más de 295 escaños y todas hablaban de un empate inamovible de los dos grandes partidos, con un 34% de los votos. Pero según los resultados definitivos que arrojan las elecciones de este jueves, el partido de David Cameron se ha hecho ya con la mayoría absoluta al lograr 331 escaños. [Así estamos contando en directo la jornada electoral]

Los «tories» se han hecho con 331 escaños, frente a los 232 parlamentarios que obtiene el Partido Laborista. El SNP ha obtenido 56 de los 59 escaños escoceses, dejando solo uno allí para conservadores, liberales y laboristas; los Liberal Demócratas podían caer a ocho desde sus 56 de hace cinco años; UKIP, que se hunde también al solo conseguir un asiento.

La mañana post electoral se ha cobrado ya sus tres primeras víctimas. Ed Miliband, Nick Clegg y Nigel Farage han presentado ya su dimisión al frente de sus formaciones.

El descalabro de los Liberal Demócratas y el miedo al SNP, que ha confirmado su crecida, explican el rotundo triunfo conservador. Los británicos han buscado el voto útil y también la defensa de la unidad nacional, que se habría visto amenazada con la primera ministra de Escocia, la separatista Nicola Sturgeon, tutelando un Gobierno en minoría de Miliband.

David Cameron celebró su victoria de manera comedida de madrugada en Oxfordshire, cuando salió en su circunscripción a dar el discurso de aclamación por su acta de diputado. Afirmó que gobernará «para todos»: «Mi ánimo es simplemente gobernar para todos en nuestro Reino Unido». Y puso en valor su trabajo, cuestionado por algunos de sus simpatizantes en días pasados: «Creo que hemos tenido respuesta a nuestra campaña de consolidar la economía». El primer ministro dijo que él nunca había eludido los problemas, y en ese sentido aludió a la convocatoria el pasado septiembre del referéndum en Escocia y a la lucha contra el déficit público. De cara al futuro, recordó que llevará a cabo el referéndum sobre la permanencia del país en la Unión Europea, que ha prometido para el 2017, y tal vez como un guiño al triunfo del SNP aludió a que agilizará el traspaso de poderes a Escocia y Gales.

Cameron estuvo acompañado por su mujer, Samantha, y subió a su cuenta de Twitter una foto de ambos besándose para celebrar la victoria. A las 5.35 subió también un tuit en el que decía: «Aquí hay un futuro brillante para todos».

Ed Miliband, desencajado y con una triste sonrisa, reconoció que eran «unos resultados muy decepcionantes para los laboristas». Lo dijo en su circunscripción de Doncaster, también en su discurso de aclamación tras ganar su acta de diputado, que cobró más bien aires de funeral. Miliband ya ha anunciado su dimisión, después de que surgieran voces pidiendo que dé el relevo, como es norma no escrita entre los líderes británicos tras descalabros en las urnas.

Se acaban las quinielas de las coaliciones, Cameron podrá gobernar con una mayoría absoluta holgada. Debido a que los diputados del Sinn Fein no recogen sus actas y a que el speaker de los Comunes y su segundo no votan, bastan en la práctica 323 escaños para formar Gobierno, y los tories tienen 331. Cameron ha ido ya a ver a la Reina a las doce y media (una y media de la tarde en España), que le ha encargado que forme gobierno. La magnitud de su triunfo ha despejado todas las dudas constitucionales y podrá gobernar en solitario sin problemas. Los principales líderes se verán hoy mismo las caras, porque se celebran en Londres los actos institucionales del llamado V-E Day, que conmemorará los 70 años de la firma de la rendición por parte de los nazis.

El Partido Conservador, que ha obtenido una espectacular victoria, gana 25 escaños respecto a sus resultados de 2010, mientras los laboristas pierden 26. El gran fiasco del día lo protagoniza el partido Liberal Demócrata, que paga haber sido bisagra de Cameron en la anterior legislatura. Ya puestos, los votantes han preferido el original a la copia y los liberales pierden 42 escaños y se quedan en solo 8. Su líder, Nick Clegg, ha salvado su asiento por Sheffield Hallam, gracias al voto táctico de los votantes conservadores, que lo han indultado por si su presencia en Westminster hubiese sido necesaria para una eventual coalición. Pero para calibrar la magnitud del hundimiento liberal demócrata hay que decir que estrellas del partido, como Danny Alexander, que había sido el segundo del ministerio de Economía en la pasada legislatura, se han quedado fuera.

La revolución escocesa se confirma, con una subida de 49 escaños. El SNP obtiene 56 de los 59 que estaban en juego en Escocia, cuando en 2010 solo había tenido seis. Lo hace a costa de los laboristas, que tenían allí su tradicional granero de votos y habían logrado 41 en los últimos comicios. Afortunadamente para la unidad de la nación, la mayoría de Cameron ataja las esperanzas de Nicola Sturgeon, la primera ministra escocesa, de convertirse en árbitro de la política estatal en Londres. Sturgeon se había pasado toda la campaña pidiendo a Miliband una alianza para «echar a Cameron del Número 10» y «poner fin a la austeridad tory».

UKIP se queda con uno. Nigel Farage ha quedado excluido de la Cámara de los Comunes británica al no obtener el escaño al que aspiraba en las elecciones generales. Farage, que ha sido derrotado en la circunscripción inglesa de South Thanet por el candidato conservador, aseguró hace unos días que dimitiría si no lograba su objetivo de entrar en el Parlamento. Y ha cumplido su palabra al hacerlo esta misma mañana.

Las televisiones han mantenido programas especiales toda la noche, que aún continúan con sus presentadores insomnes en medio de unos platós realmente espectaculares. Muchas familias y grupos de amigos cultivan en el país la tradición de quedarse toda la noche a seguir los comicios, un poco al modo de las fiestas de la velada de los Oscar.

La clave de la derrota de Ed Miliband, aparte de la pérdida de sus votos escoceses, la dio tal vez esta madrugada Boris Johnson, el alcalde de Londres, flamante nuevo parlamentario que aspira a suceder a Cameron dentro de cinco años: «Ha sido un error mayúsculo del laborismo abandonar el terreno del centro político. Eso es de bobos».

Miliband había arrumbado el giro al centro de Tony Blair y proponía un retorno a la socialdemocracia clásica, con más carga fiscal y más gasto público e intervencionismo. Cameron proponía lo que llama «un conservadurismo compasivo», con una filosofía liberal de menos impuestos y fomento de la iniciativa privada, pero manteniendo lo medular del Estado del bienestar, aunque con ajustes –léase recortes- para hacerlo viable. La oferta de Miliband (socialismo clásico y gobernanza de la mano de un partido independentista) ha desbordado el sentido común de los ciudadanos.

La lectura de los resultados muestra las paradojas del sistema electoral inglés. UKIP, que tendrá unos 3,5 millones de votos, puede quedarse en solo dos escaños, mientras que el SNP, con 1,5 millones, logrará 56 y se convertirá en el tercer partido de Westminster. Esa ventaja atiende a que concentra sus votos solo en un territorio concreto.

Las primeras ediciones de la prensa inglesa han amanecido con los resultados de la encuesta a pie de urna anoche de las televisiones, que ya leyó acertadamente la victoria de Cameron. El «Daily Mirror», periódico laborista, era el certificado de la derrota de Miliband: una portada en negro, como una esquela, y este claro titular: «Cuatro malditos años más».

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