Imran Khawaja, en la fotografía de su ficha policial
Imran Khawaja, en la fotografía de su ficha policial - afp

Quince años de cárcel para un yihadista inglés que se quejaba en Siria de que no tenía papel higiénico

Su abogado alega que el terrorista, al que apodaban «Barbie», tiene pocas luces, pero el juez lo considera peligroso

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De no mediar que estamos hablando de algo tan doloroso como el entorno de Estado Islámico, la historia del londinense Imraw Khawaja, de 27 años y condenado ayer en Londres a 12 años de cárcel, tendría sus ribetes cómicos. Khawaja fue uno de los 600 jóvenes musulmanes británicos que acudieron a Siria e Irak para alistarse como yihadistas. Pero solo permaneció allí seis meses. Llegó en enero del 2014 a Siria y volvió a Inglaterra en junio, donde fue detenido al bajar del ferry en Dover.

Mensajes informáticos de sus correligionarios en Estado Islámico han revelado que Khawaja era conocido en el campo de entrenamiento terrorista por sus añoranzas de los artículos de cosmética del odiado Occidente. De hecho, lo apodaban Barbie.

El joven inglés pidió que le enviasen a Siria pasta de dientes, desodorante Lynx, papel higiénico y condones «para el botín de guerra» (según escribió, aludiendo a las violaciones y el abuso de mujeres que practica sistemáticamente el califato terrorista). Khawaja, que practicaba el culturismo, reclamaba también manteca de cacao para ponerse a tono. Alguien le debió hacer algo de caso, porque en el juicio se mostró un mensaje en que otro terrorista se quejaba de que tenía el pequeño compartimento que compartían lleno de rollos de papel higiénico Andrex, una marca británica muy popular, cuyo emblema es un perrito.

Khawaja, que por fortuna se ha revelado como un paquete hasta para ejercer el mal, se hizo el muerto colgando unas imágenes en Instagram, para intentar volver así al Reino Unido. Un primo suyo, que ha sido condenado a 21 meses, lo recogió en un coche en Serbia y condujeron hasta Dover, donde la policía los vio venir de lejos y los detuvo de inmediato.

En el juicio, su abogado esgrimió el coeficiente intelectual de su defendido era muy rácano. Pero el juez discrepó y recordó que «participó con entusiasmo en vídeos de reclutamiento de los terroristas». Es cierto: Khawaja llegó a aparecer en uno posando con una cabeza y tenía un buen álbum de fotos galleando con armas automáticas. El magistrado lo definió sin duda como un terrorista «con un riesgo significativo de hacer daño, que ha completado su entrenamiento». De los doce años de condena cumplirá ocho en la cárcel seguro y luego podría estar en libertad vigilada.

Tiempo ahora para los cosméticos

Para intentar mitigar la condena, el joven había escrito un alegato dando muestras de arrepentimiento (con varias faltas de ortografía, por cierto): «Me gustaría pedir perdón por haber incumplido la ley. Estoy muy arrepentido. Tengo pesadillas con Siria y me daría mucha pena ver a otros jóvenes cometiendo el mismo error que yo cometí. Les pido que no se dejen engañar por la propaganda».

En sus seis meses en Siria, Khawaja pidió a sus familiares que enviasen fondos, para él y para la yihad, «porque las armas y los coches cuestan dinero». Pero no llegó nada y decidió que haría mejor servicio al grupo terrorista intentando recaudarlo el mismo en Inglaterra. Ahora «Barbie» tendrá tiempo para probar la cosmética de los presidios británicos.

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