poster Vídeo
Fotografía de archivo de Jean-Claude Juncker - reuters
unión europea

Juncker contraataca y asegura que acabará con el secreto fiscal en toda la UE

El presidente de la Comisión Europea recibe el apoyo de populares y socialistas en la Eurocámara

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La mejor defensa es un ataque. Después de un periodo de dudas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se decidió a agarrar el toro por los cuernos y afrontar el escándalo del tratamiento fiscal de las multinacionales en Luxemburgo prometiendo una campaña contra la evasión de impuestos. Reconoció que puede tener cierta «responsabilidad política» puesto que era primer ministro cuando se validaron estas prácticas, pero al mismo tiempo ha prometido contribuir para poner fin a lo que considera una «injusticia fiscal» en toda la UE. Ayer compareció en el Parlamento Europeo a petición propia y fue apoyado por los grupos más importantes, el socialista y el popular, y, con matices, también por los liberales, a cambio de su compromiso de permitir una investigación a fondo sobre las prácticas en su país de origen.

Las comparecencias de Juncker, una por la mañana en la sala de prensa y por la tarde en el Parlamento, fueron decididas el martes por la noche ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, con grupos políticos como el de Izquierda Unitaria recabando firmas para pedir la convocatoria de una moción de censura contra una Comisión que lleva menos de un mes en funciones. El miércoles es además día de reunión del Colegio de Comisarios y Juncker aprovechó para aprobar dos iniciativas para acelerar la armonización fiscal en la UE, incluyendo un mecanismo para que los países intercambien automáticamente la información sobre la práctica conocida como tax ruling (acuerdo fiscal a la carta), que es el centro de la polémica.

En su intervención, Juncker dijo que «el país que mejor conozco» (para no mencionar a Luxemburgo, donde fue primer ministro 18 años) no es una excepción en un entorno en el que al menos 22 países utilizan este tipo de fórmulas. Juró no tener constancia de que eso fuera ilegal en su país, aunque admitió que había dado lugar a «un exceso de ingeniería fiscal» por parte de las multinacionales. En un momento del debate, cuando el ex primer ministro belga y actual portavoz de los liberales, Guy Verhofstadt, le dijo que este caso proyectará una «sombra» sobre la Comisión, dando a entender que la situación sería insostenible para Juncker si se encontrase que son mecanismos contrarios a la ley europea, Juncker le desafió a que asegurase que no le pasaría lo mismo si se revisasen las prácticas en la vecina Bélgica. «Estoy a favor de una investigación lo más amplia y profunda y si se hace en todos los países, tal vez el que tendría un problema es usted».

Juncker reveló que la situación era conocida por la Comisión saliente y que no quiso intervenir para afectar a las decisiones del entonces responsable de Competencia, Joaquín Almunia. La actual comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager ha de llevar a cabo una investigación para determinar si esos acuerdos con las empresas multinacionales representaban una ventaja para ellas y si se pueden considerar ayudas de Estado.

Mensaje contra los eurófobos

El portavoz de los populares europeos, Manfred Weber, apoyó las tesis de Juncker sobre el uso generalizado de estas fórmulas impositivas que a su juicio deben considerarse como casos de «competencia fiscal» y no de vulneración de las reglas, por lo que «confiamos en que Juncker será capaz de resolver los problemas que hay sobre la mesa en nombre de los ciudadanos de Europa». El discurso más claro fue el del portavoz socialista, Gianni Pittella, que lejos de unirse al coro de los críticos contra Juncker, dirigió sus ataques contra esos acuerdos que son «indignantes» y propios de «un capitalismo rapaz». Agradeció el gesto del presidente del Ejecutivo comunitario de comparecer y dijo que su intención no era acorralarlo sino todo lo contrario porque «debilitar a la Comisión o al recién elegido presidente Juncker sería un regalo a los euroescépticos y a los eurófobos». El socialista pidió una investigación independiente y una acción decidida contra la evasión fiscal.

Así las cosas, Juncker puede partir hoy hacia Australia para participar en la reunión del G20, en su primera salida al extranjero como presidente de las Comisión, dejando más o menos resuelto este asunto y armado de argumentos para extender este criterio de lucha contra la evasión fiscal a los demás actores económicos mundiales. Será tal vez verdad lo que dijo el luxemburgués al final de su intervención sobre sus relaciones con el mundo financiero cuando pidió que «no digan que soy el mejor amigo del gran capital, porque el capital tiene mucho mejores amigos que yo en esta casa». En cuanto a las críticas de los euroescépticos británicos, los únicos que al final pidieron su dimisión, Juncker les dijo que no le había sorprendido «puesto que tampoco me votaron».

Ver los comentarios