¿Por qué Boko Haram secuestra a tantas mujeres y niñas?

El reciente secuestro de decenas de mujeres y niñas por parte de presuntos miembros de Boko Haram vuelve a incorporar de su letargo mediático la realidad del noreste de Nigeria. De nuevo, como ya ocurriera con las archiconocidas «200 niñas de Chibok», la furia de la milicia islamista se concentraba en los más débiles.

Pese a la creencia general, el secuestro como táctica militar por parte del grupo rebelde es relativamente reciente. En enero de 2012, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, amenazaba por primera vez con iniciar una serie de raptos contra las esposas de los funcionarios del Gobierno, en castigo por la encarcelación de familiares del grupo islamista (más de 100 mujeres relacionadas con Boko Haram fueron entonces detenidas).

Sin embargo, la primera captura no se produciría hasta de febrero del siguiente año, cuando el grupo revindicaba el rapto de una familia francesa al norte de Camerún.

Días antes, eran los islamistas de Ansaru, facción generada en 2012 por exmiembros del propio Boko Haram, quienes habían abierto la trágica veda con la retención forzada de trabajadores pertenecientes a la empresa de construcción libanesa Setraco.

Desde entonces, el recurso se extiende al noreste del país. Y ahora, contra la población local. Según un reciente informe -«¿Quién cuidará de nosotros? Violaciones graves contra los niños en el nordeste de Nigeria»- de la organización Watchlist on Children and Armed Conflict, al menos 414 estudiantes, maestros y otros civiles han sido secuestrados en escuelas del país entre enero 2012 y julio 2014. De igual modo, la organización revela que niños de tan sólo 13 están siendo reclutados a la fuerza (ojo, por ambas partes del conflicto).

Este punto es importante. El secuestro como táctica instrumental no se centra ya tan solo en el género femenino, que posteriormente servirá, entre otras cosas, para nutrir de esposas a los terroristas. O en intereses económicos (en julio, la mujer del viceprimer ministro camerunés era capturada por la milicia. Tres meses después sería liberada junto con otras 26 personas. La cuantía del rescate no se hizo pública).

Alistamientos forzosos

Históricamente, las estrategias reclutadoras de Boko Haram se desarrollaron siempre a cuatro niveles: Incentivos financieros, parentesco (muchos de los nuevos afiliados están relacionados con miembros del grupo primigenio), reconducción del histórico conflicto religioso y radicalización de los líderes (caso de Ibrahim Datti Ahmed, quien provocó una sangrienta campaña contra los efectivos sanitarios del país).

No obstante, conforme el avance islamista se ampliaba al noreste del país, el grupo comenzó a vislumbrar un filón en los alistamientos forzosos (eufemismo de secuestro) de jóvenes para su tropa. Éste es el caso reciente del asedio a la localidad de Bama, una de las principales ciudades del Estado de Borno, y que sirvió para incorporar nuevos reclutas a las filas de Boko Haram. O el ataque en agosto contra la comunidad pesquera de Doron Baga, a orillas del Lago Chad, donde al menos 97 varones fueron raptados e incorporados a la fuerza al grupo radical.