Las banderas británica y escocesa ondean sobre la atracción del London Eye
Las banderas británica y escocesa ondean sobre la atracción del London Eye - reuters

La reforma constitucional del Reino Unido enfrenta a conservadores y laboristas

Apenas cerrado el capítulo del referéndum de independencia, los partidos británicos inician divididos la batalla en torno a los cambios que prometieron para contentar al electorado escocés

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Cuando no ha pasado todavía un mes desde el referéndum de Escocia del pasado día 18, que ganaron holgadamente los partidarios de la Unión por 55-45, sus secuelas se dejan sentir intensamente sobre la arquitectura constitucional del Reino Unido. Para salvar la consulta, los tres grandes partidos nacionales - Conservador, Liberal y Laborista- prometieron en la última semana de campaña que darían más poderes a Escocia si ganaba el «no», postura que fue abanderada por el premier Gordon Brown y que según muchos analistas salvó al Reino Unido.

Pero una vez que se conoció el resultado, y para no irritar a los votantes conservadores ingleses y evitar fugas al crecido UKIP, David Cameron añadió que la mayor autonomía para Escocia se combinaría también con más poderes para Inglaterra, que carece de Parlamento propio.

La fórmula que ha elegido el premier se enuncia con la frase «votos ingleses para leyes inglesas». Es decir, solo los diputados de las circunscripciones inglesas votarían en los asuntos que conciernen a Inglaterra, dejando a los escoceses fuera. La medida indigna a los laboristas, porque perderían muchísimo poder en Inglaterra, debido a que sus grandes graneros de votos se hallan en el norte izquierdista.

Ayer, en un debate parlamentario, los laboristas anunciaron que podrían boicotear la comisión para dar más poderes a Inglaterra que preside William Hague, líder de la mayoría conservadora en la Cámara de los Comunes. Hague mantuvo un duro debate con Gordon Brown, que manifestó que con la iniciativa de Cameron «la nación puede colapsar por accidente», porque «no puedes tener diputados de dos categorías distintas».

«Lo mejor sería no hacer nada»

Como telón de fondo, el primer ministro escocés, el independentista Salmond, acusa a los partidos de Westminster de haber aguado la oferta para Escocia una vez que se ha conjurado el peligro. Hague sin embargo recalcó ayer una vez más que se hará la prometida transferencia de más poder fiscal y en asuntos de bienestar para el Parlamento escocés, que según la promesa de la campaña debería ser ley a finales de enero.

El debate sobre el modelo de Estado se ha abierto en canal en el Reino Unido, que ni siquiera tiene una constitución escrita, ni falta que le ha hecho. Ayer, un analista político de la BBC se sinceraba y decía lo que seguramente es una gran verdad: «Lo más seguro para el país serí… no hacer nada».

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