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AlamarAlamar, un chiringuito en Plocia

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Uno siempre tiende a desconfiar de los restaurantes y bares que se encuentran en una zona de paso de turistas. En Cádiz capital hay rincones proscritos que se han hecho invisible a los ojos de sus habitantes por que no tienen nada que ofrecer. A veces es incomprensible, en un lugar en el que es tan fácil disponer de calidad con un precio más que razonable. Aún así, es de justicia probarlos y hablar con conocimiento de causa.

La calle Plocia es uno de esos lugares, como digo, de tránsito turístico cuyas terrazas se llenan de cabezas rubias y cámaras de fotos al hombro. Estamos acostumbrados, pero la cantidad de bares en un espacio tan reducido es muy llamativa.

Hace muy poco que cuenta con un nuevo inquilino, Alamar, un restaurante del grupo del chiringuito Potito que ha abierto sus puertas en el local que hace esquina con el Callejón de los Negros. De primeras parece que han querido o han tenido que trasladar el mismo concepto que a pie de playa, de una comida basada en el pescado frito con algo de atún –‘rojo de almadraba’, que le llaman–. Estos dos productos están disponibles en tapa, la lista está grabada en un taco de madera y en platos más grandes que se encuentran en la carta. Para el tapeo se dispone también de las tostas que se sirven habitualmente o que se servían cuando empezó la moda de las rebanadas de pan. La carta no es muy extensa, con 4 o 5 opciones por cada tipo: entrantes fríos y calientes, carnes, arroces, pescado frito y a la plancha. Ninguno de los platos destaca por su originalidad, siguiendo una línea sencilla muy orientada a la visita del turista que sólo comerá allí una vez.

Aunque ese no es nuestro perfil, acudimos el establecimiento por ese instinto que tiene todo gaditano para la novedad. Se nota que han abierto de forma un poco apresurada, y tienen cosas por depurar tanto en infraestructuras como en funcionamiento. Al pedir un par de cervezas tuvieron el detalle de servir un aperitivo, cosa poco vista por aquí, y más extraña aún cuando se trata de boquerones fritos. Lo normal son las típicas patatas aliñadas, pimientos asados o similares. Los boquerones tenían buen tamaño y estaban muy bien fritos, lo que nos animó a pedir algo más de pescado, unas acedías. También probamos la tapa de tataki de ‘atún rojo salvaje de almadraba’, y la hamburguesa de buey. Del tema del atún se ha hablado largo y tendido, así que no me pararé a repetir por qué no se debe comer en cualquier parte. La carne de la hamburguesa era sabrosa y podría ser una buena opción, si no fuera porque todo lo que la acompaña es mejorable. Cerca está La Huella, Fosters Hollywood, e incluso Burger King, para quienes quieran comer una hamburguesa con pan de molde del que venden en el supermercado y patatas fritas congeladas; por once euros, deberían ofrecer algo diferente, y con un poco de esmero en el montaje del plato y una guarnición en condiciones, se consigue.

Hay muchas opciones en Cádiz capital, no todas buenas, pero que merecen la pena probarse. A veces por lo innovador, a veces por continuar con los sabores de siempre, pero la calidad no debe fallar en ningún caso, porque hay productos de sobra y recetas sencillas que ofrecer al gaditano y al visitante. Quizás haya que darle una segunda oportunidad, o ir para comer algo de pescado frito solamente. Lo mejor para saberlo es ir uno mismo y juzgar.

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