El día libre de La Candela

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Hace ahora cinco añoos que crearon escuela cuando tenían edad de ser alumnos. Precoces e inquietos, Carmen Adán y Víctor Piñero abrieron las puertas de La Candela en el centro de Cádiz sin saber que se convertirían en eso que los modernos llaman «tendencia». Abrieron caminos. Antes, habían recorrido muchos. Durante su fase de formación, con base en la Escuela de Hostelería de Cádiz, ya quisieron hacer prácticas por medio mundo. Trabajaron, como muchos, en restaurantes de Barcelona y Madrid pero quisieron ir donde pocos se aventuran, más alláy probaron suerte en Pekín o en Noruega. Muchos meses en cada lugar, suficiente para que les quedase un poso ecléctico y cosmopolita, viajero y viajado, que aplicaron a su buhardilla a ras de calle.

La Candela es uno de los locales de Cádiz en los que más cuesta encontrar mesa desde entonces. Aún así, encuentran ratos para disfrutar y relajarse, visitar locales que les gustan y probar sabores de otros. Confiesan algunos, unos pocos.

Ruta para perderse por Cádiz

En cuanto pueden, se escapan «para hacer una pequeña ruta por el centro. El punto de encuentro es la Taberna La Manzanilla (calle Feduchy, Cádiz).  Yo siempre pido un vermú de Pepe. Carmen, amontillado, mientras escuchamos una masterclass de vinos de Jerez», detalla Víctor. Para el primer bocado, el recorrido suele dirigirse hacia el bar El Callejón (entre plaza Mendizábal y calle Cristóbal Colón, en Cádiz) donde siempre cae una sardina marinada». Para ese momento del aperitivo y la tapa, también hay otra escala frecuente: «En la taberna La Sorpresa (calle Arbolí, Cádiz) nos dejamos llevar… Gildas, atún, mejillones». Por cuestión de cercanía y por su hábito de comprar casi a diario en el Mercado Central de Abastos, es frecuente que acaben recorriendo sus puestos «con el solecito en la cara». Más alládel casco antiguo de Cádiz, cuando el tiempo acompañoa, que por aquí es casi siempre, buscan la playa: «Un sitio que nos gusta mucho es el Bebo los Vientos (Playa de la Victoria frente a calle José García-Agulló, Cádiz). Descansamos sen- tados en su terraza, con esas vistas y el chico jugando en la arena», confiesa Carmen Adán con su sonrisa perenne. «Cuando vamos a San Fernando, una parada obligatoria es DeJavier Abacería (calle Real, 95 en San Fernando), para terminar comiendo en DeJavier Tapería (calle Real 58, San Fernando)». Cuando hay más tiempo y ganas de algu- nos kilómetros, «las rutas de ventas son el plan que más nos gusta, en Alcaláde los Gazules, Venta Caracena tiene unos guisos increíbles mientras disfrutas del un buen día de campo». Pero como hay vida, y mucha, más alláde la mesa, el mantel y la cocina, tratan de buscar algún «plan alternativo a la gastronomía, llenamos la mochila de bocatas y hacemos alguna ruta de senderismo. Facilita, que siempre vamos cargados de niños, de El Bosque a Benamahoma, por ejemplo».

Pronto y bien

Pioneros influyentes hay algunos. Profesionales precoces, también. Pero reunir todas esas condiciones al tiempo es, cuando menos, infrecuente. Carmen Adán y Víctor Piñero fueron de los primeros frutos del baby boom de la Escuela de Hostelería de Cádiz en la década anterior. De aquel grupo de grandes cocineros y jefas de sala con menos de 30 añoos han salido algunos de los más felices establecimientos de la actualidad. Ellos dos, pareja desde adolescentes, se atrevieron de los primeros, en 2012 y en Cádiz cuando otros compañoeros de promoción miraban más a la provincia. Ahora, casi todo el grupo se ha reunido sin pretenderlo en el centro histórico gaditano. Para alegría de comensales.

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