Bar Arturo

Arturo ha trabajado sin descanso desde muy joven, desde que el bar era tan solo un tabanco. La perseverancia es lo que labró su fama. Eso y un buen pescaíto frito. No es Arturo de los que salen de la cocina para saludar y ganarse a la clientela con el palique, él se la gana con los platos. No solo la fritura. El tomatito aliñado es un imprescindible, en su justa medida, con sabor pero nada de pasarse con el aliño, y buenos tomates de Conil. Marisco de la bahía, huevos de chocos con gambas, que llaman el «especial de la casa», o un arroz de marisco de todas las clases.

A pesar de que se llena, en este rincón de Picadueña Baja no se reserva.

Hay que llegar pronto para coger las pocas mesitas que hay en el bar. Sin excepción para nadie, tampoco el famoseo que ha pasado por aquí, cantantes, toreros, futbolistas… A esperar como todos.