UNA PARADA EN LA PROVINCIA
Bajo la sombra de la higuera: parada obligatoria en la N-340 entre Conil y El Colorado
Situada en la N-340, Venta La Higuera se mantiene como lugar emblemático para quienes buscan auténtica cocina gaditana con trato familiar, carnes, pescados, guisos y postres caseros
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Mercedes Ordóñez
Cádiz
En el kilómetro 19 de la N-340, en el tramo que une Conil de la Frontera con El Colorado, una higuera a la puerta sirve de tarjeta de presentación a un lugar de esos que resisten al tiempo: la Venta La Higuera. Abierta en 1970 por la familia Mendoza, la casa mantiene hoy la esencia de antaño a pesar de la reforma puesta en marcha en 2004, y sigue siendo punto de referencia para viajeros y para quienes buscan la cocina gaditana de siempre.
Una venta de toda la vida, dirigida por la misma familia
La Venta La Higuera sigue en manos de la familia fundadora. Actualmente la gestionan Esteban y Salvador, acompañados por parientes que trabajan en sala y cocina, y por Juana, la madre, figura inseparable del negocio y responsable junto a su familia de que la venta conserve su pulso diario. Esa continuidad familiar se percibe en la atención: un trato cercano, directo y acostumbrado a recibir desde viajeros que prefieren pasar por la N-340 hasta familias que regresan cada verano.
Renovada en 2004, modernizó instalaciones sin renunciar a su carácter: mesas amplias, sabores de la memoria y un ambiente en el que el viajero siente que puede quedarse a comer sin prisas.
Carta variada: guisos, brasas, pescados y postres caseros
La propuesta culinaria de La Higuera es la de una venta clásica andaluza: carnes a la brasa, pescados según la captura del día, guisos de cuchara y platos de temporada. Entre sus señas de identidad aparecen los chicharrones y la manteca colorá para desayunar, productos que hablan del recetario popular y del sabor contundente de la tierra.
Para comer podemos probar alguno de sus platos más destacados como las croquetas caseras de corvinas y gambas, almejas a la marinera, sopa picadillo, revuelto campero, filete de corvina a la crema de gambas, carne al toro o su presa ibérica a lo Juana con manteca colorá, entre otras propuestas.
Clientes habituales y reseñas locales destacan además la calidad de las carnes y la elaboración casera de los postres, diseñados para rematar la comida con esa nota de «casa de toda la vida».
Una parada tranquila para disfrutar en familia
La posibilidad de sentarse a la mesa sin prisas, conversar con quienes atienden y llevarse la sensación de haber descubierto un lugar con historia hace de una comida en esta venta, una experiencia ineludible.
Sin duda, la higuera de la entrada, que da nombre al establecimiento, subraya esa idea: una sombra amable que invita a detenerse en un entorno familiar que busca que el comensal «se sienta como en casa». Esa «receta» se mantiene desde 1970 y explica por qué la venta sigue siendo una parada obligada en la carretera para locales y visitantes.
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