Manuel Zamorano: «Nunca imaginé que Jean-Paul Gaultier fuera tan fanático de Sara Montiel»

El estilista de las estrellas ha recibido un encargo especial del diseñador francés para la exposición ‘Moda y Cine’

Es tal el ajetreo que no puede parar ni para comer

Pilar Vidal

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Manuel Zamorano parece vivir para el trabajo: el estilismo, su vocación y su pasión. Es tal el ajetreo que no puede parar ni para comer: «Ahora estoy tomando unas nueces en la peluquería, es lo único que me da tiempo». Acaba de llegar de Dubái, donde fue acompañando a Belén Esteban para un reportaje: «Con ella todo es fácil». La colaboradora acepta los consejos y se viste con prendas que, ni por asomo, forman parte de tu filosofía de vida: «Llevaba un caftán precioso y ella, cuando vio el precio, 16.000 euros, se quedó sorprendida». Años de experiencia le hacen valorar a quienes respetan su trabajo, y en el caso de Belén, aun más por su forma de ser: «¡Si parecía mi madre, preguntándome si había comido, si estaba bien!». Pero Manuel es noticia por el encargo de Jean-Paul Gaultier, protagonista de la exposición ‘Cine y Moda’, presentada por CaixaForum y La Cinemathéque Française como ‘un viaje ecléctico’ entre los mundos del diseño y el séptimo arte.

El equipo del famoso diseñador francés se puso en contacto con Manuel Zamorano porque buscaban un vestido de Sara Montiel : «Un estilista de Telecinco (cadena en la que colabora en programas como ‘Sálvame’) les dijo que yo tenía muchas cosas de ella. Vinieron al salón, llevé conmigo cinco o seis diseños que conservo de ella… Busqué los más cinematográficos, descartando aquellos con encajes, hombreras y ‘brilli brilli’. Ellos querían un vestido de película. Al final, el elegido fue uno de 1965: hicieron fotos, las mandaron a París y Jean-Paul contestó inmediatamente que lo quería. Yo no imaginaba que Gaultier fuera tan fanático de Sara. Estos días que hemos estado juntos, le iba enseñando fotos con ella y todo el tiempo me decía ‘Es que era maravillosa’. Lamentablemente, nunca se conocieron en persona».

En la exposición de Gaultier solo hay dos estrellas españolas: Penélope Crun, la actual reina de las alfombras rojas de Hollywood, y Sara Montiel, cuyo vestido tuvo que ser convenientemente restaurado: «Estaba algo dañado porque es de materiales delicados, seda y gasa, con lentejuelas de plata sobre dorado. Es un vestido precioso en dos tonos. Aunque viene firmado por ella con un bolígrafo, no se sabe quién lo diseñó. Puede que sea de una película, porque se parece a uno que lucía en ‘La dama de Beirut’, pero no sabemos si luego fue adaptado para ella». Además, el estilista ha prestado una peluca original de la manchega universal: «Tengo todo el pelo de ella, así que la he peinado respetando su imagen. Cuando se expuso en París, las maniquíes no llevaban peluca, pero ahora en España sí lo llevan. Imaginal el curro...». Zamorano, que confesó en el programa ‘Lazos de sangre’, en TVE, que Sara le pidió que le rapara la cabeza poco antes de morir, vivió con ella una intensa y sincera amistad. Él, que la había peinado para su boda con Tony Hernández en 2002, sintió una punzada dolorosa cuando ella le dijo «Queco, no estoy muy bien, déjamelo muy cortito». Fue una semana antes de su fallecimiento, el 8 de agosto de 2013. Se fue una diva y dejó en su estilista un vacío enorme que ha llenado de recuerdos de su amistad, recuerdos que conserva como auténticos tesoros.

Sobre su trabajo con Gaultier, Manuel solo tiene palabras de admiración: «Jean-Paul es maravilloso». Al ver el pelo de Sara Montiel, al francés no le quedó más remedio que pedirle que hiciera los de Brigitte Bardot , Penélope y otras tres. Cuando llegué, no pensaba que él estuviera ahí. Me desmontó todas las pelucas, quitó las horquillas y me explicó cómo lo quería todo. Siguiendo sus directrices, estuvimos tres días trabajando codo con codo, dando a los peinados una imagen menos actual y más de la época. Es minucioso, un perfeccionista, pero un encanto. Me llevó de la mano por toda la exposición y me explicó cómo nació su pasión por la moda. Fue toda una experiencia tocar esas prendas icónicas, como el corpiño de Madonna, y vivir el proceso desde su inicio junto a las costureras: «¡Si se ha hecho todo recuperando incluso las medidas originales de Sara!». Manuel sabe que va a reencontrarse con Jean-Paul porque la exposición no solo es itinerante, es cambiante: «En cada ciudad se va a presentar de una manera, así que me va a tocar trabajar con él… Es que no me lo imaginaba ni en los mejores sueños».

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