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Intolerancias alimentarias: ¿cuáles son las más frecuentes entre los niños?

Las intolerancias alimentarias son más habituales entre los niños dada la inmadurez de su sistema digestivo. Conoce un poco más sobre ellas

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Intolerancias alimentarias. Probablemente sea una palabra que hayas escuchado desde que eres madre o padre en numerosas ocasiones. Pero ¿de qué se trata exactamente? Una intolerancia alimentaria es la  incapacidad de consumir ciertos alimentos o nutrientes sin sufrir efectos adversos  sobre la salud. Cuando el organismo no puede asimilar algún alimento, debido a una carencia digestiva, enzimática o metabólica, se habla de intolerancia. 

¿Cuándo aparecen?

La intolerancia alimentaria puede manifestarse desde que el momento en el que el bebé comienza con la alimentación complementaria. De hecho, puede aparecer antes, cuando el pequeño no tolera la lactosa presente en la fórmula infantil que sustituye a la lactancia materna. Así nos lo explica  Elena Alonso Aperte, Vicedecana de Enseñanzas, Estudiantes y Calidad y Catedrática de Nutrición y Bromatología en la Universidad CEU San Pablo : «Las alergias alimentarias suelen afectar a los niños y del 50 al 75% desaparecen con la edad, bien a los dos años bien a los cinco o bien en el momento del estirón puberal. La intolerancia a la lactosa o la intolerancia al gluten suelen aparecer también en la infancia pero últimamente se están diagnosticando cada vez con mayor frecuencia en la edad adulta. En adultos suelen tener una mayor prevalencia en mujeres con respecto a hombres con una relación dos a uno». 

¿Cuáles son sus síntomas?

Debemos distinguir entre alergias e intolerancias. En las primeras, los síntomas aparecen de forma inmediata, sin embargo en las intolerancias los síntomas pueden dar la cara hasta tres días después de haber comido ese alimento en concreto. Según la experta de CEU “Depende de la intolerancia, por ejemplo en la  intolerancia a la lactosa los síntomas son fundamentalmente de tipo digestivo . El malestar abdominal puede llevar asociado proceso diarreico o vómitos». 

En el caso de la  intolerancia al gluten  «lo que ocurre es que el gluten de los cereales actúa como antígeno a nivel digestivo y va deteriorando las células de la mucosa digestiva. Esto puede pasar inadvertido para el paciente durante mucho tiempo o traducirse en un proceso diarreico, cierto malestar abdominal, pérdida de peso, deficiencias nutricionales como anemia persistente». 

Las intolerancias alimentarias más frecuentes

Las alergias alimentarias más frecuentes son a  proteínas de leche, huevos, pescado, marisco, cacahuete y algunas frutas . Las intolerancias más frecuentes son a la lactosa y al gluten. Las intolerancias a alimentos no mediadas por IgE y otras condiciones como la sensibilidad al trigo, o la sensibilidad al gluten no celíaca, todavía se diagnostican con dificultad. 

Intolerancia a la lactosa

«La intolerancia a la lactosa es fácil de tratar porque ya existen en el mercado muchos productos sin lactosa bien etiquetados y además hay preparaciones farmacológicas de lactasa. Por ello la recomendación que me parece más importante de hacer a los intolerantes a la lactosa es que si van a  rechazar el consumo de leche y derivados lácteos  tienen que garantizarse otras fuentes de calcio y vitamina D, como son los pescados grasos, los pescados pequeños que se consumen junto con la espina y los frutos secos», asegura Elena Alonso. 

Intolerancia al gluten

Es difícil equilibrar una dieta cuando se tiene que suprimir de la alimentación los cereales que contienen gluten puesto que son un grupo muy amplio de alimentos que, además, nos proporcionan fundamentalmente hidratos de carbono. Se puede conseguir sobre todo si se intenta seguir un modelo de dieta mediterránea con muchos alimentos frescos y nada o un mínimo de alimentos procesados. Según explica la Catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo: «Los hidratos de carbono que aportan los cereales que se deben excluir pueden aportarse por otros alimentos hidrocarbonados como por ejemplo el arroz o las legumbres, la patata y algunas frutas como el plátano. También se pueden consumir cereales que no contienen gluten como por ejemplo el maíz o la avena (en algunos casos) o pseudocereales como la quinoa».  

Es importante evitar alimentos muy procesados porque el gluten, las harinas o bien los almidones se utilizan muchas veces como aditivos alimentarios y las personas que son especialmente sensibles sí padecen efectos adversos por el consumo de estos productos. «En el  grupo de investigación CEU-NutriFOOD  nos dedicamos a la promoción de la salud a través de la alimentación y hemos llevado a cabo dos estudios en personas celíacas, uno en niños y adolescentes y otro en adultos, que llevan más de un año consumiendo dieta sin gluten. En ellos hemos podido comprobar que efectivamente consiguen adecuar su dieta a una composición nutricional muy similar a las personas que no padecen enfermedad celíaca», asegura Elena Alonso. 

Esta dieta sigue siendo deficiente en algunos en nutrientes como el ácido fólico, la vitamina D, calcio, hierro y fibra , pero de forma similar a lo que ocurre en gran parte de la población. «En niños hemos podido comprobar que el 85% de ellos consumen productos comerciales sin gluten de 2 a 3 veces al día mientras que en adultos hemos comprobado que el consumo de este tipo de productos es mucho menor. Por otra parte, también analizamos la composición de productos comerciales sin gluten. Hemos construido una base de datos de composición nutricional, con más de 600 productos, que nos ha permitido comprobar que los productos comerciales sin gluten, con la excepción del pan, no son tan ricos en grasa, sal y calorías como se describen en los estudios de hace unos años. Esto pone de manifiesto una cierta reformulación por parte de la industria alimentaria. También hemos constatado que la  disponibilidad de productos comerciales sin gluten es cada vez mayor  y cubre prácticamente todas los grupos de alimentos y las opciones que puede necesitar un consumidor», concluye la experta.

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