«No me importa que estés con otras, ¡pero a mí no me dejes!»

Para la psicóloga Silvia Congost existe una presión social a estar en pareja y «perderla es para algunos un enfrentamiento con su miedo a la soledad»

Silvia Congost acaba de publicar su último libro «A solas» Matías Nieto / Vídeo: Por qué nos enamoramos de una persona
Laura Peraita

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En su último libro «A solas», la psicóloga Silvia Congost pretende decubrir al lector el placer de estar con uno mismo, de quedarse en silencio, dialogar con los miedos, tratar de comprenderlos y calmarlos, y de romper con ideas preconcebidas sobre el hecho de no tener pareja.

Tras haber sufrido personalmente una relación de dependencia emocional, esta experta en autoestima y conflictos de pareja reconoce que una relación de dependencia existe «cuando nos encontramos ante la incapacidad de cortar con la otra persona aun sabiendo que ya no hay amor, cuando no puedes desarrollarte personalmente porque esa persona te impide ser tú mismo, o cuando hay maltrato psicológico o físico. Son tres situaciones en las que es evidente que no es posible estar con una persona por nuestra salud física, emocional, espiritual. Sin embargo, se genera un enganche o apego debido al miedo a quedarnos solos porque tenemos una autoestima demasiado baja, no nos valoramos... y nos aterra enfrentarnos a la soledad de la ruptura».

¿Sufrimos, entonces, mucho de anuptofobia?

Sí muchísimo. Es ese pánico a quedarse sin pareja. En la consulta lo vemos constantemente. Hay muchas relaciones de dependencia producidas por ese pánico a la soledad. He visto personas que quieren dejar a su pareja y que tienen otras relaciones paralelas porque su pareja les dice «no me importa que estés con otras, pero a mí no me dejes», porque temen cambiar su situación. No quieren ser personas divorciadas o vivir solas. Llegamos a permitir situaciones en contra de nuestros propios valores educación y dignidad. Ese miedo nos lleva a convertirnos en miserables porque alguien que permite eso no es feliz de ninguna manera, está haciendo un papel ante la sociedad cuando por dentro, en realidad, está podrida.

¿Es un miedo personal, como individuo, o social, por el qué dirán los demás?

Hay un origen biológico y social. El primero, se produce en nuestro cerebro y se remonta a cuando vivíamos en las cavernas. Ser expulsados de la tribu podía suponer muerte inminente por ser devorado por un depredador o por otra tribu. Por eso, cuando una persona es abandonada por su pareja, el cerebro lo vincula a ese peligro de muerte y hace que se viva como un drama irracional.

También está el origen social porque la sociedad nos empuja a ver que no tener pareja, y más si se es mujer, es un fracaso. A mi consulta llegan personas que se quedan sin pareja y no se atreven a decirlo en su entorno por temor social a qué van a pensar, qué van a decir los demás. Es muy triste porque no debería ser así.

«Deberíamos tratar de normalizar que una relación puede acabar porque así viviríamos las rupturas de otra manera»

¿Está cambiando esta concepción social? ¿De qué manera influyen las nuevas tecnologías a ese sentimiento de soledad? ¿Lo minimiza?

Hoy seguimos estando bajo esta presión. Estar sin pareja nos pesa. Las nuevas tecnologías nos llevan a aislarnos más, pero el ser humano es social, es dependiente de las relaciones sociales. Con las redes nos aislamos de los que tenemos alrededor, pero nos conectamos con otras personas de forma virtual, no física. Vamos hacia esa dirección y cubrimos esa necesidad de conexión social a través de las redes.

Hay ocasiones en que una ruptura sentimental se vive como una liberación absoluta y otras veces como una muerte en vida. ¿Qué diferencia una de otra?

Cuando hay una relación tóxica, difícil de cortar, y se logra romper definitivamente uno se quita un gran peso de encima, o cuando uno no se atreve a decirle a su pareja que quiere dar este paso y, después de hacerlo, se encuentra la paz. Sin embargo, depende de cómo reaccione la otra persona puede surgir un sentimiento de culpa, de pena...

En cambio, cuando te dejan a ti y no quieres que la relación se rompa porque amas a esa persona y ella no, o te deja por otra persona, se vive de manera muy dura porque hay que encajar esos cambios hasta aceptarlos. Es un proceso de duelo complejo.

¿Qué da más miedo: sentirse abandonado por el hecho de que te dejen o saber que uno se queda solo? ¿Qué daña más la autoestima?

Que te abandonen te conecta con la percepción de que no has sido suficiente para esa persona, de que hay otras personas mejores que tú con las que prefiere estar... Eso daña mucho porque la autoestima baja y conecta con la autoimagen más negativa de uno mismo. Es muy importante darse cuenta de que no se puede gustar a todo el mundo.

¿Cómo se supera esa fase de baja autoestima provocada por la ruptura?

Favorecer la autoestima es un proceso muy importante para conectar de nuevo con la valía personal, con saber que uno no es defectuoso, sino que con esa persona no se encajaba por diversas causas: había valores diferentes, se ha estado bien un tiempo pero uno de los dos ha cambiado y no quiere seguir juntos... No hay garantías nunca en ninguna relación. Deberíamos tratar de normalizar que una relación puede acabar porque así viviríamos las rupturas de otra manera porque nada es permanente en esta vida. Deberíamos asumirlo de una manera más sana, no tan dramática. Hay personas que al romper se descuidan así mismos, incluso a sus hijos.

«Hay que buscar pequeños espacios para estar con nosotros mismos porque nos ayuda a volver a encontrarnos, a conocernos y conectar con dónde estoy y qué necesito»

¿Están marcadas en parte estas vivencias dramáticas por tradiciones de otras generaciones del matrimonio para toda la vida?

Sin duda. Hay personas que las tienen más marcadas que otras. Unas entienden que las relaciones son uniones que están vivas, que evolucionan y pueden acabar; sin embargo, otras, tienen ese peso de «he fracasado» porque tienen ese idea en la cabeza de creer que la relación iba a durar toda la vida. Se puede desear, pero creerlo es una señal de inmadurez para mí.

¿Cuál es la clave para vivir solo en la sociedad actual?

Sobre todo perderle el miedo y enfrentarnos a ese espacio. Hay que distinguir entre estar solo y sentirse solo. Lo que es dañino es sentir que no hay nadie para quien tú seas importante, que no hay nadie que te quiera, que piense y sienta igual que tú... Ahí es cuando se conecta con esa sensación de sentirse solo. Otra cosa muy diferente es estar solo, que nunca lo estamos en realidad porque siempre estamos rodeados de gente.

El problema es cuando uno se siente solo porque se sufre y es cuando debemos ser capaces de decirnos a nosotros mismos que somos los responsables de cambiar esa situación porque soy un ser social y necesito sentir que soy importante y valioso para otras personas. Hay gente que dice, «ya, pero es que no me apetece ahora ir a conocer gente nueva». Deben hacerlo aunque no les apetezca. Los seres humanos tenemos dos necesidades básicas: amor y conexión, igual que comer o descansar, si no enfermamos. Está comprobado.

Si uno siente que no le importa a nadie o que está aislado, tiene que esforzarse en romper esa dinámica, salir y crear una nueva red de contactos. Hay una diferencia importante entre soledad y aislamiento. El aislamiento es dañino y tóxico.

¿Cómo se debe afrontar la soledad impuesta de una persona que acaba de quedar viuda?

Debe intentar evitar el aislamiento y relacionarse con otras personas. Debe intentar buscar apoyo de la familia y, aunque le cueste, tratar de ir a sitios sociales con gente. En muchos casos, al haber tenido relaciones de pareja muy cerradas cuando pierden a su pareja se encuentran que no tienen vínculos sociales, y les cuesta un gran esfuerzo abrirse a nuevas personas, pero merece la pena. Hay quien opta por el camino fácil y se abandona y poco a poco se deterioran.

¿Es positivo buscar momentos de soledad aunque se tenga una relación de pareja?

Por supuesto, es bueno e importante tenerlo en cuenta. Hay que buscar pequeños espacios para estar con nosotros mismos porque nos ayuda a volver a encontrarnos, a conocernos y conectar con dónde estoy, qué necesito, qué me está ocurriendo, por qué me pasan ciertas cosas.... que el ritmo del día a día no nos deja hacer. Esto también ayuda a que nuestras relaciones funcionen mejor.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación