Autorretrato de Cristina Llanos con su hijo Telmo
Autorretrato de Cristina Llanos con su hijo Telmo - C. LL.

Cristina Llanos: lo que no te contaron de ser madre

La exposición de la joven artista madrileña rompe, desde su propia experiencia, con la imagen idealizada y «dulce» de la maternidad

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Cuando hace dos años nació Telmo, Cristina Llanos (Badajoz, 1981) se sorprendió de que, en medio de los dolores por la cesárea y la «horrorosa» sensación en los pechos cuando le subió la leche, una señora apareciera en su habitación del hospital, sin avisar, ofreciéndole servicios de peluquería y maquillaje. Ahora se ríe, pero aquella escena «surrealista» le dejó «flipando», tanto como para que se replanteara el ideal de maternidad que le habían vendido, que nada tenía que ver con lo que ella había experimentado durante el embarazo y el parto. Era, sin duda, diferente.

«Al día siguiente de tener a Telmo fue como un despertar a la realidad y comenzar a descubrir un montón de cosas de las que nadie habla», confiesa la joven artista, que acaba de inaugurar una exposición de pintura y dibujo en la New Gallery de Madrid (Calle Carranza, 6), con el objetivo de «romper con esa imagen tópica, dulce, encantadora y patriarcal que se han inventado alrededor de lo que significa ser madre».

Además de experimentar los dolores y sorprenderse con «unos cambios más radicales e inesperados de los que podía imaginar», Llanos también sintió incertidumbre y fue descubriendo todo aquello que no le había contado nadie. Y al mismo tiempo que cuidaba y veía crecer a su hijo, volvió a coger los pinceles y empezó a pintar todo eso que estaba viviendo, evitando los tabúes [aquí puedes ver alguna de las obras. En la New Gallery, la exposición al completo hasta el 11 de abril].

«Todo me parecía inventado»

La artista recuerda que, el día antes de que le dieran el alta, pensó que le harían firmar un pacto secreto en el que le «prohibirían hablar de cualquier cosa mala que hubiese pasado, porque si lo hacía la gente no tendría más hijos», confiesa. Redactó incluso aquel documento con cuatro puntos, que incluían cláusulas como que «la madre habrá de silenciar cualquier episodio doloroso o traumático que padeciera, ya sea durante el parto, el período del postparto o durante el puerperio».

Ella decidió no firmarlo. Por esa razón, en sus pinturas y en sus dibujos no pueden verse imágenes perfectas en tonos pastel, con bebes riendo a carcajada limpia, piruletas en forma de corazón y lazos de color rosa envolviendo la barriga de la embarazada, que aparecen cuando tecleas la palabra «maternidad» en Google. «A mí todo eso me parecía algo que se habían inventado, que no era muy real», asegura la artista.

En sus obras, de una fuerza sorprendente, pueden verse las montañas de medicamentos con los que la madre tiene que convivir, la cicatriz de la cesárea con la carne aún inflamada, incendios sorprendentes a modo de metáfora, para «romper con esa imagen tópica de la maternidad en la que todo parece tierno», o el retrato de todas aquellas amigas que se lanzaron a tener hijos cuando la vieron a ella, con marcas de guerra pintadas en la cara, «reflejando la lucha interna que estaban viviendo, mirando al frente, serias, como diciendo: “Aquí estoy, luchando, no tengo miedo a nada, me lo voy a currar”».

«Desaparecida de la faz de la tierra»

«Uno de los cuadros, en el que puede verse a un fantasma sujetando a un bebé, lo explica bastante bien. Yo me sentía un poco así, como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra, como un contenedor que sujeta un contenido, que es el bebé. Y una vez que echas ese contenido al mundo, se convierte en lo más importante para ti y para todo el mundo, y tú ya no sabes dónde ubicarte. Y todo eso, mientras tienes que estar pendiente de tu hijo las 24 horas del día», cuenta.

A lo largo de su carrera, que incluye exposiciones en España, Uruguay, Argentina o Inglaterra, la artista ha firmado con dos nombres diferentes: como Nikita Rodríguez cuando realiza ilustraciones, con un estilo más abstracto, y como Cristina Llanos cuando es más realista. «En este caso necesitaba que fuera realista, porque necesitaba que llegara a la gente, y he firmado con mi nombre real», puntualiza sobre esta última exposición, que nunca pensó en realizar, hasta que se dio cuenta de que todo lo que había estado pintando durante los dos años de la vida de su hijo, por pura necesidad, tenía mucho que ver entre sí.

El último cuadro lo realizó unas semanas antes de inaugurar la exposición. En él puede verse a la artista con Telmo en brazos y las marcas de su propia batalla como madre pintadas en el rostro. Aparece seria, mirándonos a los ojos, desafiante. No parece haber sido fácil. ¿Pasarías de nuevo por la experiencia? «Sería capaz de tener más hijos y pasar por este proceso una vez más. Y pienso que sería diferente. De lo que yo hablo creo que les pasa a las madres primerizas», puntualiza.

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