Infancia

Cristina, madre de acogida: «No se me ha borrado de la mente la cara del niño al ver el mar por primera vez»

Comienza la cuenta atrás de la XII edición del programa «Vacaciones en familia», con más de cien niños tutelados a la espera de un hogar para irse de veraneo

Cristina asegura que el aprendizaje es «mutuo» ABC
Carlota Fominaya

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Este es el tercer verano que Steve, Cristina y su hijo de 7 años, Bruno, abren las puertas de sus corazones a un niño tutelado. Por nada del mundo renuncian a llevarse a Tarifa, donde pasan el verano, a un pequeño al que cuidarán, mimarán y pondrán límites como si fuera su propio hijo. En estos momentos están a la espera de que les adjudiquen uno de los 101 menores que residen en los centros de protección a la Infancia de la Comunidad de Madrid, que van a disfrutar parte de sus vacaciones escolares con una familia de acogida gracias al programa «Vacaciones en Familia» , que desde hace doce años tiene en marcha la Consejería de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad .

La iniciativa, en su XIII edición, cuenta este año con un total de 132 familias voluntarias para atender a los menores procedentes de 19 residencias. En este momento, la Dirección General de Infancia, Familias y Natalidad de la Consejería de Políticas Sociales se encuentra valorando la disponibilidad de estas familias y sus características, así como las necesidades de los menores para que el tiempo de convivencia sea lo más positivo posible en cada una de las asignaciones que se realicen.

Tal y como indica Carmen Yeves, coordinadora del programa, «esta es una magnífica oportunidad para que los niños y adolescentes en protección tengan la posibilidad de disfrutar de unas vacaciones estivales conviviendo con una familia madrileña, en periodos que van desde los 15 días al mes y medio, en el marco que va del 1 de julio hasta el 15 de septiembre».

Los beneficios

La convivencia en un entorno familiar, prosigue Yeves, «es muy enriquecedora para los niños, ayuda a su desarrollo personal y les permite irse preparando para el retorno a su propio hogar, en los casos en los que sea posible». «A estos niños lo que les falta es precisamente un entorno familiar y eso es justo lo que nosotros podemos ofrecer: el amor de nuestra familia», explica Cristina, la madre de acogida. «Claro que al principio tienes miedo, porque sabes, y esto es algo que tienes que tener muy claro cuando te acercas a este programa estival, que es solo para un periodo de tiempo . Que tiene una fecha de comienzo y otra de caducidad, y que la separación es dura, pero hasta nuestro hijo de 7 años lo entendió perfectamente en una conversación de diez minutos. Y, de verdad, lo que recibes es tanto durante esos días, que merece mucho la pena. Estos niños valoran justamente eso, sentirse en un entorno seguro, dentro de las rutinas y la cotidianeidad de un hogar que ellos no tienen, oir un “lávate los dientes” o un “si quieres te compro un helado”».

Aprendizaje mutuo

«Nosotros –añade esta mujer– animamos a la gente a que se acerque a estos procesos. Te enseñan mucho. Bruno aprende también que hay otras realidades, otros tipos de padres que a lo mejor no pueden cuidar de sus hijos, y que estos niños tienen que pasar su tiempo en las instituciones». «No hay que tener nada especial. Da igual si es un veraneo de mar, de pueblo o de montaña. Estos niños no piden nada a cambio y solo necesitan sentir el calor de una familia . Y a mi nunca se me olvidará la cara de alegría de este niño al ver el mar por primera vez», concluye Cristina.

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