Educación

Mar Romera: «A la escuela no le faltan cosas, le sobran»

Esta maestra y asesora pedagógica acaba de publicar «La escuela que quiero»

Carlota Fominaya

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Escoger la escuela que queremos para nuestros niños es una de las tareas más complicadas a la que nos enfrentamos como sociedad. Como lo es para nuestros docentes elegir el centro donde les gustaría trabajar. Son muchos los aspectos a tener en cuenta, y también son muchas las diferencias entre el recuerdo escolar que nosotros tenemos y las tendencias y necesidades pedagógicas de hoy día.

Para recorrer este camino, Mar Romera, -considerada como una de las mayores «influencers» de educación de nuestro país- ha escrito «La escuela que quiero» , donde nos propone un viaje que nos transportará desde el recuerdo que tenemos de nuestra educación hasta la del presente —e incluso la del futuro— de los niños de hoy. Romera nos habla en estas páginas de la sociedad que queremos construir, de la relevancia del conocimiento de los docentes y, muy importante, de la propia mirada de los niños. «Porque son ellos, en definitiva, los protagonistas de esta nueva etapa», advierte.

Pero, ¿como es la escuela que quiere esta maestra? «La escuela que quiero es una escuela de personas que quieren, que aman incondicionalmente su profesión y la infancia. Personas optimístas, y que siempre creen que el mañana va a ser siempre un poquito mejor». Toda una declaración de intenciones, tras la cual va esta otra: «a la escuela que quiero no le faltan cosas, le sobran» . Se refiere Romera a la escuela pública y concertada, «a la escuela de todos y de todas, con el respeto absoluto a la privada, que también tiene su lugar y su sitio».

A su juicio, «todos parten de la buena voluntad, y de que nadie quiere hacerlo mal, pero sin querer, cada uno, padres, madres, profesores, y políticos... enfocan solo desde su punto de vista». «Es lo mismo que si montas a cinco profesionales distintos en un coche para hacer un viaje. Llevo a un agricultor, a un fotógrafo, a un ingeniero... y al terminar el viaje les pregunto: ¿tú qué has visto? Han hecho el mismo viaje, pero cada uno de ellos ha visto una cosa distinta. El ingeniero ha visto el puente, pero no ha visto las vacas que ha visto el ganadero ni las plantas que ha visto el fotógrafo. ¿Alguno de ellos es mala persona?».

Esto mismo pasa en el mundo de la educación. «La familia vemos una realidad que no ven los docentes, que a su vez no ven los políticos, que a su vez no ven los sindicatos... Insisto, siempre parto de que todo el mundo tiene buenas intenciones. Claro, como son realidades muy diferentes, cada uno propone soluciones muy diferentes. ¿Qué estamos haciendo en los últimos años? Sumar todas las soluciones. Pero al final la escuela va a estallar».

La pregunta para ella sería, «¿alguno de estos profesionales ha pensado en los niños? ¿En lo que ellos ven en el viaje, en lo que ellos necesitan, sienten? ¿En cómo aprenden? ». «No -prosigue-. Todo son intereses colaterales, con buenas intenciones, pero colaterales». Por eso Romera ha redactado «La escuela que quiero» con ojos de maestra, de niña, de madre... «Que la persona que bucee en el libro intente ponerse en el perfil que no es. Necesitamos encontrarnos, de verdad sumar y trabajar en equipo para remar hacia el mismo objetivo. Somos capaces. Soy optimista. Porque el ser humano es capaz de imaginarse con la emoción, y como puedo imaginar la escuela que quiero, sé que lo vamos a conseguir. La escuela necesita personas, no medios », concluye.

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