«Los Bridgerton», un fastuoso vestuario que no logra plasmar el estilo de la época

A pesar del despliegue, la nueva serie de Netflix incurre en errores en sus ropajes con tejidos y detalles más actuales

María Luisa Funes

Desde que se filmó «Maria Antonieta» en 2006, bajo la batuta de Sophia Coppola , probablemente no se había invertido mayor esfuerzo ni presupuesto en vestuario en una producción televisiva o cinematográfica hasta la filmación de «Los Bridgerton», serie de Netflix que se estrenó ayer. Si en aquella ocasión, «María Antonieta» se llevó un Oscar al Mejor Vestuario a cargo de la fabulosa Milena Canonero, a la serie estrenada ayer le falta cierta finezza para que los personajes -y sus pelucas- sean creíbles.

Shonda Rhimes es la productora de la serie. Con 50 años y nacida en Los Ángeles, se ha convertido en la más exitosa guionistas del momento. La primera obra de su propia productora, Shondaland, es la serie de «Los Bridgerton». Para Netflix es un éxito haber conseguido que Shonda Rhimes se haya unido a sus filas y haya dejado de trabajar con Disney +, su competencia con más potencial.

Inglaterra, 1810

Algunos de los que hemos visto el primer episodio lo hemos encontrado plagado de personajes poco creíbles, que actúan en un tono sin definir, entre el humor, las películas románticas, los dibujos animados y las serie facilionas para quinceañeras. Si pretendían aproximarse a las obras de Jane Austen llevadas al cine, se han quedado a medio camino y el gigantesco esfuerzo en vestuario queda deslucido.

«Los Bridgerton» es una adaptación de las novelas de Julia Quinn, que transcurre en torno a 1810 en Inglaterra, donde una familia y sus hijos hacen un brutal despliegue social y de vestuario. El personaje principal, Daphne Bridgerton, interpretado por Phoebe Dynevor, comienza una complicada relación con el duque al que representa el actor Regé-Jean Page. Daphne, hija mayor de la poderosa familia Bridgerton, va a ser presentada en sociedad en un acto organizado por la Reina de Inglaterra (la reina Charlotte de Mecklemburgo-Strelitz, consorte de Jorge III y representada de modo excesivamente teatral por Golda Rosheuvel). La reina, que se supone fue la primera reina mulata del Reino Unido, ha sido la razón por la que Shonda Rhimes, de origen afroamericano, ha escogido este proyecto. En la serie, los personajes de color proliferan entre la corte, los invitados o los protagonistas.

«Reina Charlotte»

Quizá lo mejor de «Los Bridgerton» sea su impresionante vestuario, plagado de tocados de plumas, vestidos con cancán, zapatos joya, capas de terciopelo y uniformes. Los vestidos ideados para la «Reina Charlotte» son de primera, con una factura impecablemente trabajada y un gran sentido de la estética. Los cinco meses de trabajo para un equipo de vestuario de 240 personas se notan, y se realizaron casi 8.000 piezas entre vestidos y accesorios, basados en las ideas iniciales de la escritora Julia Quinn, pero influidos -en exceso- por la moda actual.

Por más que la magnífica directora de vestuario Ellen Mirojnick haya sido la que ha llevado la batuta, no ha conseguido plasmar con realismo el estilo Regencia de la época. Ha sido traicionado con detalles y tejidos mucho más actuales, inspirados en la moda de mediados del siglo XX. Salvando a la Reina Charlotte y a Daphne Bridgerton, las demás actrices parecen llevar ropa recién salida de algún taller o tienda, con lo cual el propósito de trasportarnos a la Inglaterra de hace 200 años no se ha conseguido. Las pelucas también son poco creíbles Para obtener una buena pátina, a menudo hay que «apolillar» la ropa, lavar los tejidos antes de construir cada pieza y desgastarlos ligeramente.

Y es que por mucho que Ellen Mirojnick sea una excelente profesional, está acostumbrada a crear vestuarios para películas que requieren menor trabajo y presupuesto. Ella, que llevó a cabo el vestuario de «Wall Street», «Atracción Fatal» o «Instinto Básico», no ha conseguido, en mi punto de vista, dotar de autenticidad al vestuario de «Los Bridgerton», por lo que los personajes a veces se notan disfrazados. Debería haber sabido Shonda Rhimes que lo peor de una serie de época es la tremenda inversión en vestuario que hay que realizar, ya que decorados antiguos se pueden encontrar en los estudios cinematográficos o en los muchos palacios en alquiler.

Mirojnick ha tenido que lidiar con organzas, tules y terciopelos y no se le ha ocurrido otra cosa que aportarles frescura y modernidad, consiguiendo un resultado cuando menos confuso. Otro gallo hubiera cantado si hubiesen contratado a Milena Canonero, con cuatro Oscars y nueve nominaciones a Mejor Vestuario en Hollywood . Quizás la productora pensó que Canonero, italiana y número uno en la industria, iba a mandar mucho y prefirió a una norteamericana más de «andar por casa».

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