La extenista con sus hijos, Leo y Arantxa
La extenista con sus hijos, Leo y Arantxa - KML

Se abre un nuevo frente judicial contra Arantxa Sánchez Vicario

El Banco de Luxemburgo demanda a la extenista y a su marido por vender propiedades sin saldar la deuda contraída con ellos

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Arantxa Sánchez Vicario (45) vuelve a estar en el ojo del huracán y no precisamente por un asunto deportivo. La extenista ha recibido una querella por parte del Banco de Luxemburgo por un presunto delito de alzamiento de bienes, demanda que ha sido admitida a trámite por el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona. En el escrito presentado por la entidad bancaria también se implica al marido de la deportista, Josep Santacana, y a varias empresas de este. Debido a que el matrimonio reside en la ciudad estadounidense de Miami declararán por videoconferencia.

El origen de esta querella se debe a un problema que Sánchez Vicario tuvo con sus progenitores hace varios años. La triple ganadora de Roland Garros llevó a sus padres ante los tribunales por una cuestión económica y argumentó que, a pesar de todo lo que había ganado en su etapa como tenista de élite, estaba en la ruina por culpa de su familia.

Arantxa explicó ante el juez que había estado viviendo con una renta de 1.500 euros al mes y que desconocía cuáles eran sus beneficios y todo lo que había ganado durante su etapa como tenista de primera línea (en 1995 llegó a ser la número 1 del mundo en el ránking de la WTA en la categoría individual).

Cuando contrajo matrimonio en 2008 con Josep Santacana, tras haberse separado de su primer marido, el periodista Joan Vehils, con el que estuvo casada un año, empezó el acoso de Hacienda. La Agencia Tributaria le reclamó poco más de 5 millones de euros al entender que había defraudado al Fisco durante los ejercicios de 1989 a 1993. Arantxa declaró que en aquella época residía en Andorra, aunque el juez sospechó que trasladó su residencia para eludir impuestos.

Acuerdo y deuda

El juicio que interpuso contra su familia no fructificó. No fue admitida a trámite porque el padre de la extenista, Emilio, no podía ser imputado al padecer Alzhéimer. Aunque llegaron a un acuerdo, Arantxa tuvo que afrontar la deuda contraída con Hacienda, por lo que solicitó un crédito al Banco de Sabadell, que fue avalado por el Banco de Luxemburgo, entidad que ahora presenta la demanda. La empresa del Gran Ducado acusa a la exdeportista de vender varias de sus propiedades inmobiliarias, pero no de saldar la deuda que contrajo con ellos hace años para pagar a Hacienda.

La relación de Arantxa con su familia nunca fue buena. Lo dejó patente en 2012 cuando publicó su autobiografía titulada «Arantxa ¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer». En el libro acusó a sus padres de controlar en exceso su vida personal, su dinero y arruinarla por su mala gestión, en la que se incluye la decisión de fijar su residencia en el Principado de Andorra. En este libro desvela interioridades como que su madre le escogía la ropa, que su padre le gestionaba todo el dinero, o que a su regreso de la luna de miel de su primer matrimonio se encontró a sus padres instalados en su casa.

Arantxa rompió toda relación con sus progenitores tras el juicio y les acusa de estar arruinada después de haber ganado 45 millones de euros durante los 17 años de su carrera profesional. La relación con sus hermanos, los también tenistas Javier y Emilio, tampoco fue buena. Incluso acusó a Javier de tener más dinero y propiedades a pesar de haber ganado mucho menos dinero durante su vida. Su madre, Marisa Vicario calificó todas estas acusaciones como «falsas».

El último capítulo que se recuerda sucedió tras la muerte del padre de la extenista, en febrero del año pasado. Arantxa tuvo que abandonar el tanatorio porque, según sus palabras, había sido «vetada por mis hermanos». Su marido estuvo a punto de llegar a las manos con su hermano Javier y su madre, Marisa, sufrió un desmayo.

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