Refugiados LGTBI+ en Madrid: resurgir de las cenizas

Tres miembros del colectivo LGTBI+ relatan sus historias desde sus países de origen hasta llegar a la capital, una ciudad que consideran amistosa con ellos, aunque no siempre

Ravan Nasimi, natural de Azerbaiyán, en la plaza de Chueca ABC

Alexia Columba Jerez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El término `refugiado´ se ha puesto de moda, y se han alzado las voces de algunos países preguntando, con cierto cinismo, cuál es el precio de un refugiado. Más allá de la contabilidad al uso, la respuesta a esa pregunta es si estamos dispuestos a pagar la diferencia entre salvaguardar los Derechos Humanos o no hacerlo. Y en ese trayecto los refugiados LGTBI+ son un espejo incómodo a la que puede estar expuesta toda sociedad si convierte lo culturalmente aprendido en lo visceral, con un odio estructural a todo lo que sea diferente. Los refugiados LGTBI+ pasan de un infierno a un limbo burocrático a la espera de conseguir ese, sí final, que supone obtener el asilo.

En el fondo son historias ambulantes que retratan una violencia creciente hacia el colectivo homosexual , sin embargo, todos ellos tienen en común que a la pregunta de por qué escogieron este país como destino, contestan que la razón es que les ha llegado el rumor de que Madrid es `gay friendly’ (amigable). Después del cambio, la separación y tener que empezar desde cero, sus relatos no son tragedias que abordar con paternalismo, muy al contrario, son una realidad que nos dice que aún quedan historias dignas en tiempos indignos.

Victoria, los 365 días del año

Arely Victoria Gómez Cruz es hondureña y reside en España desde hace casi 6 años, tiene el reconocimiento de refugiada hace tres. De discurso fácil y amante del manga pionero `Sailor Moon´, que ya tenía entre sus personajes a personas transgénero, ha sido una activista política de referencia en su país y eso hizo que fuera sometida a una persecución constante. «Para la sociedad somos escoria, eso se ve legitimado por el odio instalado en la policía hondureña y en la política del país, unido al rechazo de tu familia. La vida de una persona LGTBI+ está marcada desde el minuto cero por la discriminación» , señala Victoria.

De hecho 325 miembros de la comunidad LGBTI+ han sido asesinados en Honduras entre 2009 y 2019, según denunció el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), y la impunidad alcanza a más del 90% de los casos . Todo ello hace que se hayan incrementado en un 7% los intentos de suicidio dentro del colectivo. Victoria confiesa que se le pasó por la cabeza, pero su filosofía es: «no le voy a dar ese gusto a los que quieren verme derrotada».

Arely Victoria Gómez Cruz, de Honduras ABC

Relata que caminar por las calles de Tegucigalpa supone que te insulten, te lanzan botellas e incluso balas. El acoso callejero está a la orden del día, además en Honduras hay leyes quepermiten que si alguien se siente incómodo con la presencia de un transexual en un transporte público, puedan llamar a la policía y las autoridades la obligarían a bajar del autobús. Al final, añade que tienes que ir en taxi porque nunca se sabe si vas a volver intacta a casa.

«El acoso escolar, era parte de mi rutina en Honduras. Siempre he sido femenina, con la mal llamada pluma, a los 26 años asumí quien era ». Las psicólogas de su colegio querían que se reubicara e hiciera terapia. Además fue expulsada de la iglesia evangélica a la que pertenecía. Siempre le dijeron en tono de burla que no buscaba la libertad, sino el libertinaje. A esas personas contesta: «Entre Víctor o Victoria decidí ser los 365 días al año Victoria, y no dar más explicaciones ».

Además el ministro evangélico la denunció y tuvo que irse a Nicaragua durante un tiempo, allí las compañeras le hablaron de las torturas, las violaciones a mujeres lesbianas para su corrección de comportamiento o las mujeres desolladas. «Una película de terror. Y las maras- grupos criminales- en Centroamérica te pueden obligar a traficar con droga bajo amenaza de muerte».

En Honduras el qué dirán dentro de las familias es muy importante. «Al final, tras varios intentos de agresión tomé la decisión de marcharme». Cuando aterrizó en el aeropuerto de Barajas las autoridades policiales lo primero que le preguntaron es si venía a hacerse la cirugía o a prostituirse , «entonces, entendí que había un nivel alto de tolerancia, pero no de respeto», comenta Victoria, que se puso en contacto con CEAR y ACNUR , y que gracias a ellos pudo aguantar los tres largos años de espera para conseguir el estatus de refugiada .

Aquí la discriminación silenciosa es algo a lo que está expuesta, no se necesitan palabras, basta con gestos para saber que la están escaneando de los pies a cabeza, preguntándose si es mujer u hombre. Las oportunidades de empleo son escasas entre la población transexual y ya ha sufrido dos agresiones cuando caminaba por la calle. Ella lo llama `el despertar del país de las maravillas´, que es un libro que tiene pendiente escribir, «uno siempre oye que España es un lugar amigable para los homosexuales, pero es necesario seguir enseñando que no somos de Marte. Todavía queda mucha tela que cortar ».

Ave Fénix

Loren Michel Campiño ABC

Loren Michel Campiño tomó la decisión de marcharse de Colombia para proteger su vida. Su pueblo está en el valle del Cauca en Versalles, allí era la única chica transgénero del lugar, pero siempre estuvo bien acogida. Trabajaba en el servicio doméstico y vivía con su familia hasta que el 11 de julio de 2004 llegó a su casa y encontró que un amigo cercano la estaba esperando, tuvieron una conversación intrascendente hasta que sacó un arma. Mientras Campiño huía para salvar su vida le disparó dos tiros por la espalda, dejándola al borde de la muerte. Sobrevivió a ello, pero el suceso le ha provocado problemas permanentes de columna.

Todos los días habla con su madre y permanece en contacto con la organización en Cali, Fundación Santamaría , que informa que cada ocho días matan chicas trans . El hecho de ser una mujer transgénero en Colombia supone que si te matan, tachen el incidente automáticamente de muerte de una prostituta.

Loren llegó a España el 5 de julio de 2019 , su destino era Tenerife, «para mí fue un shock, no ha sido fácil encontrarme con tantas cosas nuevas cuando nunca había salido de mi pueblo. Estuve en Tenerife quince días hasta que me trasladé a Málaga y hace cinco meses pedí el estatus de refugiado a través de CEAR en Madrid ». Creyó, en un principio, que podría hacer trabajo doméstico como en Colombia, pero se le han cerrado muchas puertas por ser del colectivo LGTBI+. Al final, tuvo que ejercer la prostitución en un polígono de Málaga, ya que las circunstancias no le dejaron otra opción. Sin embargo, decidió alejarse de todo ello y pedir ayuda a Cruz Roja , se trasladó a Madrid para empezar de nuevo, y ahora está estudiando para auxiliar socio-sanitario.

Desde que tiene memoria le ha gustado ayudar a las personas mayores. «Siempre he dicho que soy una mujer apoteósica y soy como el ave Fénix que resurgió de las cenizas . En España hay más libertad, aunque sigue presente la homofobia. Hay cierta normalidad cuando vas por la calle y ves a dos hombres o a dos mujeres de la mano, pero si eres una mujer transgénero todo el mundo te señala». Hace 20 días recibió su primera tarjeta roja y siempre ha estado muy acompañada por CEAR Móstoles . Ahora con la tarjeta roja estará más tranquila durante seis meses . Y Campiño aounta; «Quiere ser enfermera y ser algo más que el cliché que otros presuponen por ser una refugiada LGTBI+».

Enemigo público

Ravan Nasvi decidió celebrar el día de San Valentín, esa noche su primo grabó un vídeo de la celebración. Cortaron la tarta, bebieron algo y publicaron esas imágenes en Facebook para que solo pudiera ser visto por sus amigos. Sin embargo, uno de ellos envió el vídeo a grupos homofóbicos en Telegram, Instagram y Tik Tok. «Mi novio me mandó un mensaje diciendo todo Azerbaiyán estaba hablando de nosotros y concretamente, de dos chicos que salían besándose en el vídeo, y que tal vez sean espías que trabajan para Estados Unidos », relata Nasvi. En los supermercados dejaron de venderles comida, y tuvieron que irse a la capital, Baku, en ese tiempo comenzó la cuarentena por el Covid y no podían salir de casa sin la mascarilla porque si los reconocían podían agredirlos por la calle. Por esa razón, Nasvi contactó con una asociación LGTBI+ de Canadá que le ayudó a venir a España.

Comenta que Azerbaiyán es una república muy conservadora, donde la gente piensa que si eres gay es porque estás enfermo y las mujeres no pueden llevar falda corta. El Gobierno monitoriza los teléfonos, «no puedes hablar por Whatsapp o Telegram con otros personas. Incluso si escribes ciertas palabras, como Azerbaiyán, LGTBI+ o Derechos Humanos el Estado puede leerlo. Si eso ocurre al día siguiente te pueden llamar para que vayas a la comisaria». Es normal que la policía haga redadas arbitrarias, «cada seis meses, y si tienen la sospecha de que eres gay arrestarte y pedirte que delates a otras personas homosexuales , y si te niegas pueden encarcelarte de cinco a diez años. La policía también puede pedirte que te presentes en la comisaría para hacerte una prueba del VIH, y si das positivo los periodistas publican tu foto », para advertir de que se trata de un enemigo público para la sociedad.

«En los últimos años Azerbaiyán está entre los primeros países en lo que a homofobia se refiere. Y si eres gay piensan que eres como una mujer, y nadie quiere ser una mujer en este país, porque piensan que es un ciudadano de segunda », cuenta Nasvi. Él llegó el 6 de diciembre de 2020 a Madrid la policía del aeropuerto le dio la bienvenida y le aseguró que iban a ayudarlo. "He llegado a pensar que quizá España sea mi país, donde puedo ser feliz y libre».

Como solicitante de asilo comenta que su vida es mucho mejor, en su país trabajaba por 125 euros al mes o no tenía trabajo porque nadie quería mezclarse con él. La otra cara es que cuando fue a un club por primera vez en Madrid, un hombre del vecindario les gritó a los que esperaban en la entrada: «¡maricones!» . Comprendió entonces, que no es que haya países homófobos, sino que vivimos en un mundo homófobo. Pese a todo, reconoce «estos ocho meses han sido los mejores de toda mi vida, y si me otorgan el asilo cada 6 de diciembre lo celebraré como si fuera mi cumpleaños».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación