Violencia intragénero: una realidad invisibilizada que ocurre dentro del colectivo LGTBI+

Contar con un marco legal sobre este fenómeno proporcionaría medidas de protección efectivas que dieran garantías a la víctima de que el daño va a ser reparado y que si denuncia va a poder reconducir su vida de una manera más segura

Lo que no se ve y de lo que no se habla no existe

Alexia Columba Jerez

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La violencia intragénero se produce en el seno de las relaciones afectivas y sexuales entre personas del mismo sexo y constituye un ejercicio de poder cuya finalidad es dominar y controlar a la víctima. Es una violencia huérfana de una herramienta judicial propia, porque lo que no se ve y de lo que no se habla no existe. Y en esa rutina hay una verdad incómoda que deja indefensas a las víctimas.

Eduardo , una víctima intragénero que mantuvo una relación de más de dos años con su maltratador, y a la que nos referiremos con un pseudónimo para mantener su anonimato , comenta: «A mí la nomenclatura me da igual, lo importante es lo que hay detrás. La demagogia y el ruido olvidan aportar soluciones, si la gente que ha sufrido esta violencia no habla habrá otros que la sufran en silencio. Estoy convencido de que hay parejas de hombres y de mujeres que están pasando por esta situación. Pero cómo se pide un servicio de algo que a ojos de la sociedad no existe o es un hecho aislado, al final la clave siempre es la visibilización para conseguir una concienciación sobre el tema».

Los datos sobre la violencia intragénero son escasos, en ese sentido podemos encontrar la Asociación Aldarte de Bilbao en 2010 publicaba un estudio , sin embargo es la tesis doctoral de Antonio Ortega de 2014 la que arroja cierta luz al fenómeno de la violencia intragénero, dado que cuenta con una muestra significativa compuesta por 3.172 hombres, de los cuales 1.475 eran residentes en España y el resto en Argentina. Según esta investigación, el 70% de la muestra residente en España había sido víctima de violencia psicológica, un 27% de violencia física y el 43% había sufrido violencia sexual. En cuanto a los agresores, más de un 65% de los encuestados reconocía haber ejercido abuso psicológico sobre su pareja.

Manuel Ródenas , abogado y presidente de la Asociación de Abogados contra los delitos de odio, establece que es un tipo de violencia que no está recogida por las leyes , ni siquiera en un sentido amplio por el acervo popular. Por eso, las víctimas tienen miedo de contarlo, y resalta que incluso cuando llegan a denunciarlo la cobertura mediática es escasa o de corte sensacionalista. Además, este tipo de violencia se considera actualmente violencia doméstica y está regulada en los artículos 153.2 y 173.2 del Código Penal.

Ródenas reconoce que hay un cierto miedo en algunos sectores LGTBI+ al hablar de este asunto, porque piensan que si se aborda se va a relativizar el problema de la violencia de género o aumentarán los estigmas sobre la comunidad LGTBI+. «Cuando, en realidad, la violencia de género es un fenómeno diferente al de la violencia intragénero. Y el hecho de que se regule una no debería generar preocupación a que el otro fenómeno vaya a estar minusvalorado o desconceptualizado», comenta.

La realidad vista en primera persona

Eduardo, como víctima de intragénero, nos relata que ha conseguido con el paso del tiempo hablar de su historia sin tapujos y confiesa que es complicado empezar, porque no sabe especificar un día y una hora en el que todo comenzó. Su compañero sentimental empezó a apartarle de su familia y amistades, generando tensión entre él y la gente de su entorno. «Intentas disociar que tu relación de pareja no tiene nada que ver con tu relación de familia o con tus amigos, y empiezas a compartimentar, pero lo haces muy mal porque el tiempo que le dedicas a la pareja no es el que dedicas al resto del mundo. A la larga, terminas normalizando la situación, pero cada cierto tiempo vas sintiendo ciertas explosiones dentro de ti , y como te tienes que liberar de todo eso vas a buscar refugio en tus conocidos, lo que provoca que la otra persona aumente la intensidad de su control». Esto fue in crescendo, hasta que un día su pareja cruzó la línea de lo verbal y pasó a la humillación. Se metía con su físico, su trabajo y le repetía la idea de que debería dar gracias de que estuviera con él, porque nadie más querría hacerlo.

En ese sentido Eduardo matiza: «Tú sabes que eso no es así, que ésa no es la verdad, pero duele y duele mucho, ese menosprecio que persigue crear una mayor dependencia emocional con esa persona. Hay un momento que te dices no hay mal que cien años dure o cuerpo que lo resista, y es horrible porque sabes que vas a explotar y que no va a ser una explosión controlada. Los momentos en que se dio esa situación acabé golpeado, insultado y escupido. En la última discusión mi ex compañero llegó a autolesionarse para denunciarme y tuve que pasar una noche en el calabozo, y esto es grave porque aumenta el sentimiento de incomprensión».

Los rasgos de la violencia intragénero

La psicóloga Isabel González Sáez es la que coordina junto con Arcópoli la atención a personas que experimentan la violencia intragénero. Comenzó en 2009 y en su larga trayectoria señala que los mitos más comunes que circulan destaca el de pensar que en las parejas homosexuales no hay violencia, y si la hay es mutua, por tanto no hay una víctima y una persona agresora. El origen de estos mitos se remonta a los prejuicios sobre el colectivo LGTBI+ (heterosexismo), y llevan al silencio ante el abuso.

Sáez comenta que por este tipo de cuestiones cuando ve un asesinato en los medios como el que ocurrió a finales de abril en Motril, causa una extrañeza momentánea y pueden referirse al suceso con un sesgo del tipo: noticia protagonizada por dos amigas que vivían juntas, en lugar de decir que era una pareja lesbiana.

Eduardo, al conocer el problema de la violencia intragénero de primera mano, señala: « Hay un negacionismo considerable sobre la violencia intragénero, pero estas cosas pueden pasar. Considero que es un tema sobre el que se debería reflexionar, porque vivimos en el país donde creo que está más comprendido que alguien sea homosexual y tenga una pareja del mismo sexo. Si normalizamos eso hay que normalizar que dentro de las parejas pueden darse casos de violencia. Es muy duro y muy humillante cuando te pasa, especialmente cuando lo ves pasado el tiempo, porque empiezas a recordar pequeños detalles de cuando todo empezó, cosas sutiles que en su momento te hacían gracia, pero que caes en la cuenta que deberían haberme saltado todas mis alertas. Te dices `cómo no lo vi venir´, pero cómo lo vas a ver venir si no tienes referentes sobre este tema».

En cuanto a las causas de la violencia intragénero la psicóloga Sáez dice: «Hay una lgtbifobia interiorizada, es decir la no aceptación de ser una persona de la comunidad LGTBI+ . Otra es la lgtbifobia externa, y que está en relación directa con la anterior, tiene que ver con los mensajes de odio que se reciben por ser una persona LGTBI+, lo que provoca que la persona pueda no saber manejarlos adecuadamente y se traduzca en violencia. A esto se suma la idea del amor romántico, donde todo es justificable en nombre del amor y todo debe girar en torno a la pareja . Y la sensación de poder y control sobre otra persona».

Saéz manifiesta: «Las formas de maltrato es tanto física, psicológica, sexual como económica. A ello se une la amenaza del outing externo que se da cuando el agresor o agresora usa como coacción la posibilidad de sacar a la víctima del armario informando sobre su orientación sexual a su entorno laboral y familiar . Y lo que llamo el outing interno que se puede manifestar, por ejemplo con la bifobia: cuando la persona agresora siente un rechazo porque su pareja sea bisexual. Otro ejemplo, sería el de la plumofobia consiste en no querer estar con sujetos con `pluma´».

Para el caso particular de Eduardo detalla que el control comenzó con cosas aparentemente sencillas, como diciéndole que iba a salir con sus amigos lo que provocaba que su compañero sentimental le dijera que prefería estar con sus amigos que con él y, poco a poco, fue evolucionando al aislamiento. «En un principio, cuando las señales empiezan a ser claras, puede más el corazón que la razón e intentas encontrar formas de solucionarlo, pero la otra persona no se mueve de la parcela que le da poder».

Afrontar la verdad

La psicóloga relata: « Reconocer que tu pareja te está agrediendo, psicológicamente y físicamente, es bastante duro. A veces, las víctimas no acuden diciendo que hay violencia, sino que tienen conflictos en la pareja, porque es más fácil reconocer que hay conflictos a que tienen violencia en sí. Y así se tiende a minimizar la situación para proteger a la persona con la que están y porque las víctimas se culpan por lo ocurrido».

Por esta realidad, la Asociación Aldarte en su informe de 2009 especificaba tres fases por la que pasa una persona que sufre violencia intragénero: `La venda´ que se da cuando no existe conciencia de lo que está sucediendo, las personas siguen considerándose independientes y no reconociéndose como víctimas; el click , el apoyo de amigos y familia motiva la necesidad de cambiar. Y por último, la Actuación basada en romper todo vínculo con la persona agresora.

Estas realidades se complican si se añade a ello la pandemia , así la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales) de la mano de Begoña Gallego , miembro de LGTBIpol , llegó a alertar que en un mes le llegaron los casos que solían llegarle en todo un año. (Teléfonos de asistencia 112, 091 0 062)

Las herramientas idóneas

El abogado Manuel Ródenas detalla que ha habido varias propuestas de ley para tratar la temática de la violencia intragénero, pero ninguna se ha materializado. Y detalla que las denuncias en muchos casos se abordan como si fueran una agresión entre particulares, ajeno a cualquier connotación de vínculo de parentesco o de orientación sexual.

Eduardo, sobre esta situación, apunta: «Las relaciones de pareja son muy complejas y no es lo mismo la pelea que puedan tener dos amigos en un bar que la pelea que tienes con tu pareja. Es completamente distinto, porque los golpes físicos no son lo que más duele. La mayoría de las personas no conocen mis puntos flacos para atacarme con ellos, pero tu pareja sí. Una cosa muy fuerte es pararte delante de la otra persona llorando y suplicándole que pare porque estás a punto de explotar y no sabes cómo vas a reaccionar. En ese momento tú no eres tú, te han convertido en un objeto y hacen contigo lo que quieren. En el fondo, hay un profundo desconocimiento de cómo funcionan las mecánicas internas en las parejas del grupo LGTBI+».

Por eso, Ródenas es claro: «Lo que estamos pidiendo son las herramientas de trabajo para que los servicios sociales y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado puedan llevar a cabo una intervención adaptada». Además de un marco legal , se requeriría unos servicios de atención especializada (social, jurídica, psicológica y sanitaria), unos espacios habilitados para que las víctimas de violencia intragénero tuvieran donde acudir. Es decir, medidas de protección efectivas y darle garantías a la víctima de que el daño va a ser reparado y que si denuncia va a poder reconducir su vida de una manera más segura.

Eduardo aconseja a las personas que estén pasando por esta situación: «Que tengan claro que el maltratador no va a parar y si lo hace es para darte un espejismo de paz en el que te va a querer más, pero solo para que el siguiente golpe te duela el doble. Y al que ya ha pasado por ello que tenga claro que es una situación por la que nadie debería pasar y que tú no te lo merecías. Ahora voy a hacer caso ante las señales que puedan darse en mi entorno. Al final debes confiar en las personas que han estado toda tu vida a tu lado, tu familia y amigos, son los que te conocen de verdad. Y la gente que lo está sufriendo o la haya sufrido tiene que hablar, porque la única manera de erradicar esta violencia es exponiéndola».

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