El portavoz parlamentario de En Marea, Luís Villares, en un acto del partido
El portavoz parlamentario de En Marea, Luís Villares, en un acto del partido - EFE

Villares asume su falta de apoyos y el modelo de partido de sus críticos

Defiende las portavocías compartidas después de que Xulio Ferreiro pidiera huir de los personalismos en el partido

Mil inscritos deciden hoy si diputados y otros cargos optarán a la ejecutiva

Santiago Actualizado: Guardar
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Luís Villares es un líder al que no le permiten liderar. El grupo de críticos ha ganado con su alternativa de poner encima de la mesa un modelo de partido en el que el portavoz parlamentario de En Marea no sea el portavoz. La victoria se confirmó ayer, en tanto que el magistrado reconoció que se necesitan«órganos de dirección plurales», ciñendo su papel al de mero generador de «consensos». Antes incluso de que se produzca ninguna votación, Villares asumió la posición de quienes le quieren exclusivamente en el Parlamento.

El plenario que el rupturismo celebra hoy en Santiago pondrá sobre la mesa las dos alternativas que la coordinadora provisional no logró consensuar. Por un lado, la posibilidad de que cualquier afiliado o cargo En Marea pueda presentarse a ocupar uno de los 35 sillones de la ejecutiva, denominada Consello das Mareas.

La otra, veta la candidatura a los diputados y senadores. Obliga, además, a los cargos del resto de formaciones integradas en el partido instrumental — Podemos, Anova, Esquerda Unida o Cerna, entre otros— a escoger entre uno y otro cargo. Si los más de 1.000 inscritos votaran a favor de esta segunda opción, las puertas de la dirección quedarían casi cerradas para personas muy reconocidas internamente, como los viceportavoces Carmen Santos o Antón Sánchez, a no ser que renuncien a sus puestos dentro de sus organizaciones matrices.

Aparentemente, el plenario de En Marea acotará su debate al reglamento de las primarias y a la aprobación de su hoja de ruta estratégica, que no reviste novedades. Pero el significado político es alto, en una semana en la que varias voces destacadas cuestionaron si debía ser Luís Villares la persona idónea para asumir el «número uno» de la organización. En este caso no se discute su papel como portavoz parlamentario, al menos en público. Se pone duda si En Marea debe caminar hacia el modelo de un partido de masas clásico, con una cara reconocible que la represente dentro y fuera del Parlamento, o si es mejor introducir fórmulas asamblearias —al estilo 15-M— portavocías rotatorias o una bicefalia, como la del PNV o antes el BNG.

Esos son los postulados a los que se sumó ayer el magistrado. «No está encima de la mesa un modelo único, todos nuestros órganos de dirección son colegiados», explicó, remitiendo sus palabras a los «textos de Vigo», el conjunto de documentos fundacionales de la organización: «No prevén órganos de carácter personal ni una secretaría general». Es exactamente lo que estaban reclamando, entre otros, Xulio Ferreiro o la parlamentaria Eva Solla. El alcalde de La Coruña descartó las «fórmulas tradicionales» en las que una persona «acapare todo el poder» y la diputada abogó por una «coral» que se aleje de un partido«vertical». «Liderazgo compartido» es, desde hoy y hasta que se formalice la elección del Consello das Mareas, el concepto que más se repetirá dentro de la formación.

Villares, en el Parlamento
Villares, en el Parlamento - M. MUÑIZ

Las palabras del líder de Marea Atlántica abrieron toda una senda de declaraciones en la misma dirección. Al comienzo, se presumía que Villares había ascendido a la candidatura en las autonómicas gracias en buena medida al respaldo de los «alcaldes rebeldes». Personas de confianza de Ferreiro se hicieron con las riendas del equipo de campaña, aunque la ruptura fue abrupta, y el alcalde comenzó a emitir señales de distanciamiento. De ahí que no pasara desapercibida la reunión que mantuvo ayer con el diputado en el Congreso, Antón Gómez-Reino —«Tone»—, uno de los cargos más críticos con las posiciones actuales. A la salida del encuentro en María Pita, afirmó que el «espacio de En Marea tiene que dar respuesta» a los liderazgos colectivos. Martiño Noriega se descartó automáticamente de esa empresa: «Quién no la va a liderar soy yo».

Casi simultáneamente, Villares reivindicaba que su papel hasta el momento se había ceñido a tender puentes entre todas las sensibilidades, sin llegar a aclarar si querrá hacerlo en el futuro como portavoz orgánico. «Cuando llegué a este espacio como una persona inscrita más, siempre quise ocupar la posición de suscitar consensos. Es lo fundamental para cualquier movimiento político que se diga de unidad popular». La palabra se la cedió a los inscritos. El patrón de «un militante, un voto», ajeno a las disputas internas de cada facción, puede favorecerle en las votaciones de hoy.

Las enmiendas

Como en todos los procesos de estas características, los militantes que reúnan al menos veinte apoyos tienen la capacidad de presentar sus propias modificaciones. La mayoría piden un mayor reconocimiento de las comarcas en la ejecutiva, introduciendo sesgos parecidos a los de la igualdad de género. Otros, los menos, entran de lleno en el debate de las incompatibilidades. Una enmienda propone fijar un límite del 20% al número de personas con cargo dentro del Consello y la incapacidad para ser miembro de la ejecutiva y de la coordinadora (con 11 sillas) al mismo tiempo.

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