Luis Ojea - LA SEMANA

Problema de concepto

Resulta sobrecogedor que representantes de la sociedad en un Parlamento pretendan obviar principios básicos del orden democrático

Resulta sorprendente cómo una parte de la izquierda gallega pervierte impúdicamente conceptos como democracia y libertad. Produce sonrojo verlos manipular y retorcer esos valores en manifestaciones como las de esta semana en contra de una decisión judicial. En esas movilizaciones no se discutían los fundamentos de derecho del auto en el que la jueza Lamela dictó prisión incondicional para exconsejeros de la Generalitat por un delito de rebelión. Lo que hacían, en realidad, es reclamar impunidad para quien pisoteó descaradamente la legalidad vigente a sabiendas de que lo estaba haciendo. El problema es que algunos líderes del nacionalismo y el rupturismogallego parece que no han cursado primero de democracia y desconocen los valores supremos de un Estado de Derecho.

No se trata de pedirle peras al olmo. A estas alturas nadie espera que algunos de estos personajes manejen determinados conceptos. Esa nueva política de barra de bar y 140 caracteres que practican algunos no da para entrar en disquisiciones rigurosas sobre lo que supone el imperio de la ley o la separación de poderes.

Otra cosa ya es lo que dice Xosé Manuel Beiras. Y en lo que se ha convertido al atribuirle el viernes la condición de presos políticos además de a los exconsejeros de la Generalitat encarcelados a unos «chicos y chicas gallegas que están en prisión desde hace cuatro años sin absolutamente ninguna prueba por un proceso en el que los condenaron sin pruebas por supuesto terrorismo por andar con unas mochilas», decía sin pudor en referencia a Resistencia Galega. Y desgraciadamente no es la primera vez que se le escucha a Beiras referirse en esos términos a esa organización terrorista.

Estaría bien saber si el teórico líder de En Marea avala y comparte ese tipo de afirmaciones. Más que nada porque Luis Villares es magistrado en excedencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia. El viernes no se dejó ver al lado de Beiras en esas manifestaciones. Quizás haya reflexionado después de las meteduras de pata que protagonizó hace algunas semanas. Sería una magnífica noticia que en ese espacio político surgiese una voz que respetase los principios básicos del orden constitucional.

Porque da la impresión de que en el populismo y el nacionalismo gallego algunos tienen un problema de concepto. Parece que no han entendido todavía lo que significa la democracia. Desde su atalaya de falsa superioridad moral se creen que solo hay democracia si consiguen imponer sus posiciones políticas. Quien compre su producto, es un tipo decente. Quien se atreva a discrepar, merece todo tipo de improperios por fascista.

Por eso confunden presos políticos con políticos presos. Porque pretenden obviar que en democracia todos los ciudadanos estamos sometidos al imperio de la ley. También quien ocupa un cargo público, que no puede ejercer más competencias que aquellas para las que estén expresamente habilitados. Principio de legalidad. Y quien traspase esos límites deberá asumir las consecuencias. Principio de responsabilidad. Son conceptos muy básicos que debería manejar cualquier alumno antes de abandonar el sistema educativo. Conceptos que distinguen a los regímenes democráticos de los totalitarios.

La izquierda gallega sabe perfectamente que el Poder Judicial en España no criminaliza ninguna ideología. En una democracia avanzada como la nuestra se puede defender cualquier tipo de posición política siempre que se haga dentro de los parámetros previstos en el ordenamiento jurídico. Otra cosa muy distinta es violar la legalidad y desobedecer las resoluciones judiciales. Resulta sobrecogedor que personas que ostentan o han ostentado la condición de representantes de la sociedad en un Parlamento se olviden o pretendan obviar principios tan básicos del orden democrático.

Ya sé que no figuran en las listas de libros más vendidos, pero no estaría de más que los líderes de la izquierda gallega, en algún momento de ocio que puedan tener, repasasen la Constitución Española. O cualquier otra Constitución de países de nuestro entorno. La de cualquier Estado de la Unión Europea, por ejemplo. En todas ellas, más allá de los matices propios de organizaciones y estructuras políticas diferentes, podrán encontrar unos mismos valores compartidos. Los valores de la democracia y la libertad. Los valores que el populismo, el nacionalismo y el rupturismo gallego retuercen cuando apelan a esos sagrados conceptos en manifestaciones en las que piden impunidad para dirigentes políticos y cargos públicos que han violado el orden constitucional vigente

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