MÚSICA

Las óperas ignotas de Valle Inclán

Las adaptaciones líricas del genio de A Pobra languidecen a la espera de teatros que se animen a programarlas

Plácido Domingo en «Divinas Palabras», en el Teatro Real (1997) ABC

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Lo dice con descarnada sinceridad. «Estrenar hoy una ópera es como hablar con Dios» , resume Joaquín del Valle Inclán, el nieto del literato y uno de los máximos estudiosos de su vida y obra. Son días agridulces. La Real Filharmonía estrenó recientemente una suite de apenas quince minutos de la adaptación operística que el compositor Eduardo Soutullo ha hecho de «Romance de Lobos», una de las comedias bárbaras de don Ramón. Y probablemente sea todo lo que se vaya a escuchar de la pieza en los próximos años, siendo muy optimistas. «Soutullo lo ha hecho por gusto personal», le reconoce el nieto, «tiene muchísimo mérito sabiendo que no va a ninguna parte».

Es el cruel sino de las óperas que han decidido beber de Valle, el ostracismo, el olvido, la representación aislada y la desaparición casi inmediata. Eso, a pesar de ser «el autor español más llevado a la ópera», como apunta Joaquín del Valle Inclán, y que poner música a la obra del inventor del esperpento «no debería ser difícil».

«La obra en verso iría muy bien porque se canta con facilidad», opina el experto, «en "La Marquesa Rosalinda" casi todo está hecho». ¿Y convertir «Luces de Bohemia» en una ópera bufa? «Yo estaría muy de acuerdo», celebra Joaquín del Valle Inclán, «el problema es caminar en el filo de la navaja, estar entre la tragedia y el ridículo, y cuando se representa "Luces", a veces se exagera lo uno y lo otro». A su juicio, «el mejor esperpento que he visto fue "Los cuernos de Don Friolera", con artistas de zarzuela», una curiosa coincidencia ya que a don Ramón «le gustaba el género y en su "Luces de Bohemia" «las referencias a la zarzuela son constantes».

Los precursores

Las óperas sobre obras de Valle no son una tendencia de ahora. Lo sabe bien José Luis Méndez Romeu . El exconselleiro del bipartito y exdirigente socialista, melómano aficionado, ultima en estos meses una tesis sobre las adaptaciones del universo valleinclanesco . «Que se sepa, se han hecho once adaptaciones y hay indicios de una duodécima, pero no está localizada», y de ellas «solo la mitad han sido representadas». La pionera fue «La cabeza del dragón», que Ricard Lamote de Grigón convirtió en una ópera en tres actos que el Liceo de Barcelona estrenó en noviembre de 1960. Tres funciones y al cajón. Hasta hoy. El coliseo catalán se atrevió con «La cabeza del bautista», escrita por Enric Palomar por encargo del teatro, que se representó en 2009. No se supo más de ella.

La más recordada probablemente sea la «Divinas Palabras» de Antón García Abril, que contó con libreto de Francisco Nieva –aunque acabó renegando del mismo tras varios tijeretazos del compositor— y con Plácido Domingo para una serie de funciones en 1997 en el Teatro Real. Paso efímero pero más afortunado que el de Rogelio Groba, que no logra estrenar su propia versión de esta obra, escrita en 1986.

Fugaces fueron igualmente varias adaptaciones de «Ligazón». José Luis Turina consiguió estrenar una versión en Cuenca en 1982, y más recientemente el italiano Mateo d’Amico hizo lo propio en Florencia en 2009, bajo el título «Patto di Sangue». «Y la misma ópera la hizo el alemán Von Bose, pero apenas hay datos», lamenta Méndez Romeu.

A este pobre bagaje se añaden las óperas escritas sin visos de ver jamás la luz. «Está sin estrenar "Voces de Gesta", de Acario Cotapos, hay también una adaptación de "La Marquesa Rosalinda" y el "Romance de Lobos" de Soutullo». ¿Y es fácil adaptar a Valle? «Normalmente el original dramático se poda, se reducen escenas y se eliminan drásticamente personajes y al final queda la historia básica», detalla Méndez Romeu, «y en algunos casos se ven obligados a ampliar las arias para darles una duración convencional». «Los diálogos en Valle son muy cortantes, y operísticamente necesita cambios . Cambia mucho el contenido», pero la fortuna del libretista es que «muy pocas personas van a haber visto el original teatral y la ópera para poder comparar».

En el «Romance de Lobos» de Eduardo Soutullo, el libreto tiene la firma de uno de los musicólogos más reconocidos de España, el crítico Arturo Reverter. «Se me hizo llegar el libreto y me puse a trabajar en él sin saber si iba a tener un estreno o no», reconoce el compositor, «hubo algunas ofertas de asociaciones de amigos de la ópera, pero decliné porque quienes iban a estrenarla no eran profesionales ni cantantes especializados». También se frustró una producción en el Teatro de la Zarzuela por desavenencias con el autor, ya que desde la calle Jovellanos pedían más música y escenas. «Es una ópera oscura», admite Soutullo, «y desde que vi un montaje teatral en Vigo me dije que había que adaptarla, no entendía cómo a nadie se le había ocurrido antes que a mí». Quizás porque ningún autor habla con Dios. Ni tampoco estrena óperas.

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