José Luis Jiménez - Tribuna

Mentiras en la ópera de La Coruña

Cuesta menos ir a la ópera en La Coruña que a Riazor a presenciar un partido de fútbol. Es falso que sea elitista

José Luis Jiménez
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Una primera aclaración para no viciar el debate: la ópera no es un arte elitista, ni reducido a una minoría snob, ni que requiera de una formación intelectual previa para ser disfrutado. La ópera es una representación artística de base popular, y quien pretenda introducir prejuicios clasistas engaña al lector. Vayamos a los datos: cuesta menos ir a una función de ópera en La Coruña que ir a Riazor a presenciar un partido de fútbol. Y sobre el escenario, salvadas las distancias, hay bastante más nivel que en el césped. Por tanto, la lírica no es un arte al alcance de pocos bolsillos holgados sino apto para casi todas las economías. Lo que se necesita es afición.

Y la afición se logra apostando claramente por alimentar el interés del público, sosteniendo una programación estable que fomente ese hábito, del mismo modo que se creó alrededor de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Ese es el papel de las administraciones públicas, el de garantizar el acceso de los ciudadanos a las diferentes representaciones culturales, que no son de izquierdas ni de derechas. La ópera no entiende de política más allá de servir para despertar nuestras conciencias, como hacía Verdi en sus títulos patrióticos.

Lo que está ocurriendo en La Coruña es especialmente grave porque se está permitiendo la demolición de una Temporada Lírica que situó a la ciudad en el mapa operístico nacional e internacional de manera estable, y no con un festival de verano de marcadas limitaciones. El Ayuntamiento alega que ya pone mucho dinero para la Sinfónica, la Diputación —o al menos su ala nacionalista— hace exhibición de profunda indiferencia, y la Xunta mira para otro lado mientras en la ciudad no se ponen de acuerdo.

Sin política cultural

Ese, en esencia, es el problema. La incapacidad del actual gobierno local para determinar qué política cultural quiere para la ciudad, si quiere mantenerse en un circuito donde están urbes como Oviedo, Sevilla, Bilbao o Valencia, o quiere jugar en una división inferior. Es la Marea la que debe hablar en nombre de La Coruña y no esperar las migajas del resto de administraciones. La dicotomía entre gasto social o dinero para la ópera es profundamente falaz y populista, porque la comparación podría hacerse con cualquier otra partida del presupuesto y resultaría risible frente a las necesidades sociales. Podríamos preguntarnos si es más importante gastarse 1,2 millones en la Copa del Rey de baloncesto o en gasto social. Nos haríamos trampas.

El debate está en si Xulio Ferreiro es capaz de ejercer el liderazgo de La Coruña como en su momento hizo Carlos Negreira, factótum de la Temporada Lírica, y consolidarla en el tiempo. Hemos visto que una vez el PP ha salido de Concello y Diputación, los nuevos gestores asisten sin pestañear al derrumbe del ciclo lírico. Les da igual. Un líder serio, además de prometer aguinaldos sociales urbi et orbe, sería quien de sentarse con la concesionaria del Palacio de la Ópera y exigir un reacondicionamiento profundo de las instalaciones. Y de concienciar a la Diputación de que apostar por la cultura es hacerlo por la música clásica, incluyendo la ópera. Eso es engrandecer a la ciudad y, por extensión, a Galicia como destino cultural.

Ferreiro tiene a su favor que cuenta con el apoyo de su socio preferente, el PSOE, en esta reclamación. Y probablemente también con el del PP, aunque le cueste materializarlo en palabras. Posee, por tanto, el capital político para abandonar la indiferencia y actuar en beneficio de la ciudad. Esconderse detrás de bajas tasas de asistencia o de elevados costes de producción es querer buscar excusas fáciles a un problema complejo. Él debe dar el primer paso claro en favor de una temporada de ópera estable, para así exigir lo propio del resto y retratar su verdadero compromiso. Se exige tesón. ¿Lo tiene el alcalde?

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