Un Ogoh-ogoh, de inspiración mitológica, a cuestas por las calles de Bali
Un Ogoh-ogoh, de inspiración mitológica, a cuestas por las calles de Bali - ABC
Fallas 2016

El extraño caso de las Fallas balinesas

La isla indonesia mantiene desde 1980 una tradición sorprendentemente similar a las fiestas josefinas valencianas, con monumentos de corcho y fuego

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Monumentos de corcho, ofrendas florales, cremaciones y «ninots indultats». Las sorprendentes y poco conocidas concomitancias entre las Fallas valencianas y las festividades del año nuevo balinés (Nyepi) son dignas de un estudio antropológico. Esta isla indonesia, algo mayor que Mallorca, celebra cada año durante seis días una serie de rituales purificadores que coinciden con el final de la temporada de lluvias y la llegada de la estación seca. El calendario lunar determina la fecha exacta del Nyepi, siempre en torno al mes de marzo (casualmente en fechas muy próximas a las fiestas josefinas). Aunque el origen de estos rituales se remonta al antiguo reino balinés del siglo XI, su popularización no se produjo hasta la década de los 80 del siglo XX. Es decir, 60 décadas después de que las fiestas falleras adoptaran la forma que hoy conocemos

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Uno de los elementos esenciales de estas celebraciones son los Ogoh-ogoh, unas esculturas gigantes que representan a criaturas mitológicas y demonios, aunque también a figuras satíricas y personajes célebres. De hecho, durante la dictadura de Suharto, las autoridades vigilaban que los Ogoh-ogoh no hiciesen mofa del presidente indonesio. Aunque su tamaño es notablemente inferior al de los monumentos falleros (no suelen superar los tres metros, puesto que han de llevarse a cuestas en procesión), el método constructivo es muy similar. Una estructura de madera, recubierto de poliestireno expandido que se pinta.

Los encargados de construir estas figuras son los más jóvenes de cada «banjar», organizaciones vecinales encargadas de administrar los asuntos comunitarios. Su centro de reunión es una estructura abierta llamada «bale banjar», que podríamos asociar con los «casales» falleros. Los Ogoh-ogoh se construyen con las aportaciones económicas de los miembros de cada comunidad y su diseño se guarda celosamente. También aquí las coincidencias con las fiestas valencianas son sorprendentes.

Los Ogoh-ogoh también están destinados a perecer bajo las llamas en una ceremonia que denominan «Ngrupuk» la noche anterior al año nuevo, y según el hinduismo balinés simbolizan la energía y el tiempo eternos. La idea que subyace tras la ceremonia del fuego (muy similar a la tradicional «cremà» de la noche de San José) es la de limpiar la atmósfera de malos espíritus.

Al igual que ocurre en las Fallas, donde se indulta a los «ninots» más logrados, en Bali se salva de las llamas a los mejores Ogoh-ogoh. El año nuevo o Nyepi está reservado para la introspección, y durante 24 horas está terminantemente prohibido salir a la calle o trabajar. A los turistas se les insta a permanecer en los hoteles.

El extraño paralelismo entre Valencia y Bali -que no responde a ningún tipo de transferencia cultural-, no se limita a las Fallas. En esta isla indonesia, cuya economía depende principalmente del arroz, los regantes se organizan con un sistema muy similar al del Tribunal de las Aguas de Valencia. Ellos lo llaman Subak y, ¡adivinen!, también está declarado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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