Los diputados de la CUP Anna Gabriel y Benet Salellas
Los diputados de la CUP Anna Gabriel y Benet Salellas - EFE

La CUP da tregua a Puigdemont y lidia con su crisis interna

La discusión sobre los presupuestos podría volver a propiciar roces con Junts pel Sí

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Calma aparente entre Junts pel Sí y la CUP. Veremos hasta cuándo. El acuerdo entre ambos partidos para investir a Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, arrojando a Mas «a la papelera de la historia», es un triunfo relativo para la formación antisistema.

Las duras negociaciones con JpS han dejado un pozo de recelos y rencor entre la CUP y el acuerdo de investidura les ha obligado a purgas entre sus diputados –hasta cuatro dimisiones–, prestar a dos de ellos para que el nuevo gobierno catalán se asegure la mayoría simple y comprometerse a no votar nunca en contra de las decisiones del ejecutivo autonómico que vayan en favor del «procés». Y, mientras, curarse las heridas de unas negociaciones que, sometidas a opinión de la militancia por aquello del ideario asambleario, culminaron en un división a 1.515 votos, una reunión crítica del Consejo Político del partido y, finalmente, un pacto "in extremis" con Junts pel Sí.

Sin consultar a la militancia sobre el mismo.

En la sesión de investidura de Puigdemont, la diputada de la CUP Anna Gabriel intentó suavizar el ambiente dirigiendo una sonrisa a Artur Mas. El entonces aún «president» ni tan siquiera levantó la mirada hacia ella. Ayer, Gabriel recordaba que durante las negociaciones con JpS para pactar la investidura alguno de los negociadores del otro lado de la mesa –dio a entender que de Convergència–, ilustró su exigencia de salvar a Mas con la frase: «La cabeza de un israelí (Mas) vale más que diez palestinos (CUP)».

El domingo, cuando los diputados abandonaban el hemiciclo tras la investidura, Gabriel se acercó a Mas y este accedió a saludarla. Tregua, pese a todo. La misma que los cuperos ofrecían ayer con palabras a Puigdemont. «No es un persona que se identifique con las políticas de los últimos años ni con el pujolismo», concedía Gabriel. «Tuvimos un tono de conciliación en el debate de investidura», señalaba el diputado antisistema Benet Salellas, aunque no se ahorraba de calificar de «justicia primitiva» la dimisión forzada de dos de sus diputados como parte del acuerdo con JpS.

Dimitirán Julià de Jòdar y Josep Manel Busqueta. A ellos se les suma Ramon Usall, que ya anunció que se iba antes del acuerdo con JpS. Antonio Baños, que anunció su marcha tras el Consejo Político cupero del pasado 3 de enero que dio un «no» a Mas, aún no ha entregado su acta de diputado. Pero el partido espera que lo haga.

Los dos diputados que se incorporarán a la dinámica del grupo de JpS serán rotatorios. Su tarea, y la de los ocho diputados de la CUP restantes estará bajo lupa en esta legislatura. «No votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos parlamentarios contrarios al proceso y/o al derecho a decidir cuando esté en riesgo la estabilidad parlamentaria», reza una cláusula de su acuerdo con JpS. ¿Pero eso incluye los presupuestos de la Generalitat o se limita a las grandes iniciativas de la hoja de ruta como la seguridad social o la hacienda catalana? Desde JpS así lo entienden. Desde la CUP, no lo dan por tan seguro. «Este acuerdo es reversible y sólo se mantendrá si se avanza en implementar los anexos (sociales) de la declaraciónde ruptura», advertía Salellas.

Junts pel Sí cifró en 270 millones de euros el plan de choque social que incluía en el acuerdo con la CUP –reducir listas de espera, aumentar el salario mínimo, freno a los desahucios, etc–, y en parte lo fió a su inclusión en los nuevos presupuestos de la Generalitat. Sin embargo, los antisistema lo tildaron de "insuficiente".

El debate sobre las nuevas cuentas del nuevo Gobierno catalán –ahora prorrogadas– se augura como el primer escollo que pondrá a prueba la «pax» entre JpS y la CUP.

Ver los comentarios