El futuro de la Monumental

La Monumental sigue erguida, imponente. La propiedad mantiene el coso en un perfecto estado de conservación, «para dar toros mañana mismo», se repiten los aficionados de la resistencia. Hasta el pasado mes de marzo, los más de once mil metros cuadrados que ocupa en la confluencia de la Gran Vía con Marina, eran, sin duda, un bien deseado. A nadie se le escapan los intereses urbanísticos que llevan años merodeando el coso, todo lo que se ha tentado al grupo Balañá para que pusiera la plaza en el mercado.

En 2004, el Ayuntamiento de Barcelona declaró la ciudad como antitaurina, y aquella proclamación coincidió con una serie de maniobras en la oscuridad por parte de algunos munícipes que tenían como objetivo hacerse con la Monumental.ç

Desde ERC se tentó a los propietarios con la zanahoria de una permuta de terrenos en donde se adivinaban pingües beneficios. Se habló sin rubor de instalar en el ruedo el mercado de los Encantes, y no sé cuántas cosas más. Se bombardeó con las posibilidades de uso, desde una escuela de circo hasta la famosa, y también multimillonaria, mezquita.

En el mercado, la parcela podía estar entonces, en pleno inflado de la burbuja inmobiliaria, en un valor de 50 millones de euros. Llegó la prohibición y Balañá se mantuvo firme. Falleció Pedro Balañá Forts, el hijo del recordado don Pedro, y la tercera generación, sin prohibición ya, está sufriendo la terrible pandemia en su imperio de cines y teatros.

Mientras tanto, la Monumental sigue intacta, con el miedo social, político y económico para dar toros, pero intacta. Ya no se habla de recalificar, ni de millones ni de la mezquita siquiera. Su futuro está ahí, en su impresionante figura, en su arena y en sus tendidos vacíos.