Artes & Letras

Volver a Región

La mítica novela de Juan Benet, que renovó el panorama de la narrativa española de postguerra, ambientada en un territorio inspirado en el valle leonés de Vegamián, acaba de cumplir 50 años

Juan Benet en su estudio ABC

BRUNO MARCOS

Juan Benet (1927-1993) se trasladó a León en 1961, para comenzar a trabajar como ingeniero en la construcción de la presa del río Porma, y en 1962 inició su novela más conocida, Volverás a región, concluida en 1964 y publicada en 1967, que vino a renovar la escena de la narrativa española dominada entonces por el realismo social. La obra fue publicada por Ediciones Destino con el número 295 en su colección Áncora y Delfín, con fecha de diciembre de 1967 aunque, realmente, no saldría hasta febrero de 1968 a causa de las correcciones de última hora impuestas por la censura.

Un incidente significativo respecto a la historia del libro se produjo en 1974. Benet permitió a la editorial Alianza publicar la novela sin consentimiento de Destino, que litigó hasta sacar de la circulación aquella edición. Con ella se fue al limbo el prólogo del autor escrito para esa ocasión, ya que este no lo incluyó nunca en posteriores reimpresiones. En él se indica que el origen de la novela se remonta a un texto anterior iniciado en 1951, en el cual ya aparecía un territorio rural en decadencia dominado por la fantasmal figura de un guarda. Precisamente llevaba por título El guarda. Este escrito sería el que retomó Benet, más de diez años después, dándole primero el nuevo nombre de La vuelta a Región y después, en una de las últimas revisiones, el definitivo de Volverás a Región.

Benet inventó en esta novela un lugar montañoso y apartado del noroeste español, inspirado en el leonés valle de Vegamián, que luego desaparecería bajo las aguas con el cierre de la presa que en la actualidad lleva su nombre. Desde las primeras páginas brilla la exhaustiva descripción paisajística de un territorio que se va volviendo mítico. La Región que creó Benet asiste a un progresivo deterioro en todos sus órdenes y sus habitantes viven acosados por un medio natural inhóspito y una sociedad hostil, angustiados por la memoria de los desastres de la guerra y abocados a un destino fatal.

Alianza publicó la novela sin consentimiento de Destino, que litigó hasta sacar de la circulación esa edición

La trama narrativa es lo más escondido en esta obra en la cual todo es exuberante hasta el punto de que el complejo estilo convierte la lectura en una ardua expedición de la que muchos salen derrotados. Parece que el libro estuviera afectado por la maldición del título. No sólo los personajes están destinados a volver a Región sino también el propio autor que, después de más de dos lustros, retomó el primer manuscrito y se vio, luego, impelido a sucesivos regresos al espacio de la novela en obras posteriores que componen el ciclo «regionata». Del mismo modo el lector que se aproxima al libro es avisado, en la figura del viajero, de que penetrar en él es muy dificultoso y que se verá, simultáneamente, expulsado y atraído por su misterio.

Después de la guerra civil dos personajes evocan el pasado. La hija de un coronel que vuelve a Región, movida por los recuerdos del amor que vivió secuestrada durante la contienda, y un doctor, que cuida al hijo perturbado de una mujer de la cual estuvo enamorado. Esta mujer fue la prometida del coronel que se fugó con un jugador, poseedor de un talismán de oro, al bosque de Mantua en el que el fantasmal guarda, Numa, los protegió. Ambos relatan la guerra desde su perspectiva particular al tiempo que plasman su frustración personal en medio de un espacio en descomposición. No se cuentan nunca los hechos sino sus recuerdos, todo está filtrado por la memoria que es, para ellos, la venganza de lo que no ocurrió. «El presente ya pasó -dice el doctor- y todo lo que nos queda es lo que un día no pasó».

Desde las primeras páginas brilla la exhaustiva descripción de un territorio que se va volviendo mítico

Aunque el tono general es dramático no está exento el libro de humor, caricaturas expresionistas o exageraciones llegan a hacer al texto parodia de sí mismo a veces. Describe, por ejemplo, el clima extremo del territorio asegurando que el invierno es tan frío y largo que los perros muertos en diciembre no se descomponen hasta mayo y tan caluroso el verano que los muertos en agosto se momifican en dos noches.

Un aspecto llamativo es la presencia de lo legendario y lo fantástico en convivencia con lo cotidiano. Sobre todo destaca la figura del guarda, que parece preservar el secreto de aquel mundo, su esencia natural, defendiéndola con brutal violencia. Numa cierra el paso al futuro y hace que queden las cosas como están. A veces el lector sospecha que se trate de los vencedores de la guerra. Dice el guarda: «Una paz, por muy ruin que sea, es siempre una paz (…) un futuro sólo se abre a las amenazas (…) en vuestra ruindad hay escondida toda una ciencia del destino».

Retrato del autor Juan Benet ABC

Por otro lado queda patente, dentro de todo el aparato experimental que despliega Benet, el éxito de las imágenes alegóricas que inserta, como aquella en la que la hija del coronel ve a dos perros jugar a aparearse pisoteando en el barro unas sábanas blancas puestas a secar.

Región simboliza la España de la postguerra, no sólo rota por los efectos del enfrentamiento armado sino también condenada por una historia irredimible y un determinismo del que no puede escapar, obligada a recordar e impotente para el futuro. Se lee un sombrío retrato colectivo en las primeras páginas: «Una agrupación de enfiteutas temerosos unos de otros, asediados todos por la hostilidad de la geografía, la historia, la geología, la climatología, y la mesta, dispuestos a resistir el sitio y mantener su estatus tanto para defender una economía paupérrima como para alimentar el miedo que inspira toda emigración». Más adelante se señala una patología general: «Ciertamente todo el país padecía una enfermedad crónica». Y hacia el final se concluye: «Un pueblo cobarde, egoísta y soez prefiere siempre la represión a la incertidumbre». Y cómo no, todo acaba con un crimen absurdo. El hijo enloquecido, abandonado de niño, el heredero de un futuro que no podía ser, asesina a la única persona que se apiadó de él.

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