Retrato de juventud de Rosa Chacel
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Rosa Chacel: un lugar en la historia

Editorial Comba y Lumen reeditan «Memorias de Leticia Valle», «Desde el amanecer» y «Barrio de Maravillas», tres obras definitivas en la confirmación del universo literario y filosófico de la escritora

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Se acaban de reeditar tres novelas de Rosa Chacel, noticia que celebramos, pues la escritora vallisoletana merece más visibilidad y alcance del que goza en estos tiempos de creación con baches. La editorial Comba ha recuperado Memorias de Leticia Valle, y Lumen acaba de sacar Desde el amanecer y Barrio de Maravillas. Desde la publicación de su Obra Completa por la Fundación Jorge Guillén, estos tres títulos han corrido diversa suerte editorial. Memorias de Leticia Valle ha recibido más atención con varias ediciones; Barrio de Maravillas apareció en la Biblioteca Castro en 2010; y Desde el amanecer no se había vuelto a editar. Las tres son obras definitivas en la conformación del universo filosófico y literario chaceliano, y es justo que se publiquen separadas de recopilaciones y obras completas, pues la vallisoletana es una de las grandes maestras de la narrativa y del pensamiento del siglo XX.

Proyectó en su obra literaria todos los elementos filosóficos inherentes a su personalidad

Siempre pendiente de los problemas prácticos del hombre moderno, Chacel elaboró a lo largo de su vida una obra literaria singular en la que proyectó todos los elementos filosóficos inherentes a su personalidad. Si bien la crítica en general no ha hecho caso de este entronque vital de la literatura en la filosofía –aparte de las rutinarias y asumidas referencias a Ortega–, es necesario citar a este respecto las acertadísimas notas de Félix Pardo sobre el pitagorismo en Rosa Chacel, que dan en el clavo de un compromiso fundante: el objetivo de su escritura es la comprensión de la naturaleza humana, que, según la doctrina pitagórica, consiste en la búsqueda de la Armonía universal, en la clarificación agotadora de esa realidad, y en la fuerza erótica que mueve el Universo y de la que resultan –según Félix Pardo– "el combate del desorden, la piedad hacia todo ser humano y el culto de la razón". Estas particularidades –que en Rosa se manifiestan como el desenlace de una enérgica intuición y de ese eros pitagórico irrenunciable– van a determinar el proceso de escritura chaceliano en un sentido preciso: la narración ha de organizar la realidad y huir del caos, disponer y sistematizar un discurso que incluya el mundo racional e irracional. En suma, poner la totalidad del pensamiento en orden.

Memorias de Leticia Valle

Durante la estancia de Rosa Chacel en Roma, en los años 20, su marido –el pintor Timoteo Pérez Rubio– le habló de un relato de Dostoievski en el que un hombre seduce a una niña de trece años y ésta se suicida. Rosa, recordando un suceso real oído en su infancia, decidió contar la historia al revés: «Bueno, bueno, yo escribiré un día una novela en que sea una niña de trece años la que seduzca a un señor y éste se tenga que colgar». El primer capítulo lo escribió en 1938 y la novela se publicó completa en Buenos Aires en 1945, diez años antes que Nabokov editara su Lolita con supuestos y técnicas diferentes.

«...Yo escribiré un día una novela en que sea una niña de trece años la que seduzca a un señor y éste se tenga que colgar»

Chacel experimenta –por vez primera en una novela– con los materiales narrativos que le van a ser más naturales: los recuerdos de una niña. Un monólogo retrospectivo de conseguidísima factura va a ir desplegando un relato plagado de elipsis magistrales, en el que el fondo personal de la autora aflora inevitablemente. Los factores autobiográficos alimentan el monólogo de Leticia, cuya vida interior desvela más verdades sobre los problemas e interrogantes de su época que los libros de Historia. Siempre serán bien recibidas nuevas ediciones y puntos de vista sobre esta novela, que es, sin duda, una de las cumbres de la literatura española del siglo XX.

Desde el amanecer

Desde los años 60, Rosa quiso escribir memorias. En esa época realizó diversas investigaciones teóricas sobre la escritura íntima –recogidas en los ensayos Saturnal y La confesión– que, según parece, la animaron a cumplir esta idea única en el género confesional: escribir los recuerdos de los primeros diez años de vida. Algo que la mayoría soluciona con unos párrafos de introducción. Chacel, siempre original, se sitúa «desde antes» de lo vivido y de lo narrado para elaborar un relato consciente: «La fecha exacta de mi nacimiento es ésta, pero mis recuerdos datan de quince o veinte años antes (…) No son recuerdos de hechos lejanos en mí, sino que yo misma era ya un hecho en ellos. En ellos, pues, consisto, vengo de su lejanía».

«Memorias del Valle» fue llevada al cine en 1979, dirigida por Miguel Ángel Rivas
«Memorias del Valle» fue llevada al cine en 1979, dirigida por Miguel Ángel Rivas
La escritora vallisoletana se propuos escribir los recuerdos de sus primeros diez años de vida, una idea única en el género confesional

Así se entiende que Rosa sintiera la necesidad de escribir esta autobiografía –publicada al fin en 1972– por dos razones: la primera, porque en realidad recordaba todo perfectamente; y la segunda, porque ya había escrito Memorias de Leticia Valle, a las que se refiere en Desde el amanecer como sus «memorias apócrifas», y que su prodigiosa memoria le exigía ahora escribir las auténticas.

Barrio de Maravillas

Esta portentosa memoria de Rosa Chacel, cuyo carácter sensorial ha llevado a muchos críticos a compararla con Proust –en realidad los planteamientos filosóficos de Rosa van mucho más allá de la mera evocación, como hemos dicho antes–, le llevará a escribir una trilogía de novelas que se abre en 1976 con Barrio de Maravillas. La autora emprende esta vez una «autobiografía novelada», que sigue cronológicamente a Desde el amanecer, que abarcaba hasta 1908. Es decir, que tenemos a una niña –de la misma edad que Leticia Valle– convirtiéndose en adolescente, en el Madrid previo a la Primera Guerra Mundial.

'Barrio de Maravillas' marca su regreso definitivo a España desde el exilio y presenta un extraordinario despliegue técnico

Esta novela, que marca el regreso definitivo de Rosa Chacel a España, le valió en 1977 el Premio Nacional de la Crítica. No es de extrañar, pues el despliegue técnico de la escritora es extraordinario: alternancia de perspectivas –monólogo interior, diálogo escénico, voz del narrador–, manejo ejemplar del tiempo –contrapuntos temporales, disloques entre el tiempo objetivo y el subjetivo–, estructura de la trama en círculos concéntricos, y etcétera. Este dominio de la técnica es el resultado de los planteamientos filosóficos de la autora y su afán de ordenar el pensamiento en un discurso narrativo de peso, elementos que la narrativa actual ha olvidado, pero que a Rosa Chacel le han valido un lugar en la Historia de la Literatura Universal.

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