Las campanas fantasmagóricas que tañen bajo el Lago de Sanabria en la noche San Juan

La historia y la leyenda se dan la mano cuando se oculta el sol en la comarca zamorana durante la tradicional celebración

Atardecer en el lago de Sanabria A. P.

Ana Pedrero

Dice la tradición que en la noche de San Juan quienes se bañan en las aguas del Lago de Sanabria en gracia de Dios escuchan el tañido de las campanas del sumergido pueblo de Valverde de Lucern a, que inspiró a Miguel de Unamuno su famosa novela ‘San Manuel Bueno Mártir’.

Noche mágica de conjuros, supersticiones, queimadas y espíritus, la historia y la leyenda se dan la mano en la comarca de Sanabria y en especial en el pueblo de Ribadelago, donde algunos podrán escuchar a medianoche el lastimero sonido de las campanas de la desaparecida aldea tocando a difunto.

La leyenda

La leyenda del origen del Lago de Sanabria está ligada a la la tragedia y no faltan quienes encuentran conexión con la realidad, cuando en la madrugada del 9 de enero de 1959 el agua reventó la presa de Vega de Tera y arrasó el pueblo de Ribadelago , cobrándose la vida de 144 personas.

Transmitida de padres a hijos, cuenta la leyenda que en el valle que hoy ocupa el Lago se asentaba la pequeña aldea de Valverde (o Villaverde) de Lucerna. Celebrando sus vecinos la víspera de San Juan, una fuerte tormenta les obligó a refugiarse en sus casas. Hasta el pueblo llegó un peregrino -algunas fuentes dicen que Jesucristo disfrazado-, que suplicó posada de puerta en puerta. Todos se la negaron.

Al final de la aldea, dos mujeres estaban cociendo pan y se apiadaron de él, echando un trocito de masa al horno para dárselo. Aquella masa creció de tal manera que no pudo salir del horno. El peregrino les pidió entonces que abandonasen el pueblo, pues iba a inundarlo y sólo ellas se salvarían.

De esta forma, hincó su bastón en tierra y pronunció la maldición: «Aquí finco mi bastón, que nazca un gargallón», brotando un caudal de aguas embravecidas que anegaron todo el valle sin que nadie pudiera salvarse.

Las campanas

Pasado el tiempo, vecinos de los pueblos ribereños quisieron recuperar las campanas de la iglesia con una pareja de bueyes . Una fue rescatada y mientras la otra se sumergía en lo más profundo del Lago le decía a su compañera: «Tú te vas, Verdosa; yo me quedo, Bamba; en la vida del mundo seré yo sacada».

Es así que Bamba, la campana maldita, quedó para siempre bajo las aguas y resuena fúnebre en la noche de San Juan, recordando el infortunado pueblo de Valverde de Lucerna, condenado por negarle cobijo y pan al mismo Dios.

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