El telón de fondo no era ni más ni menos que el Transparente de la catedral
El telón de fondo no era ni más ni menos que el Transparente de la catedral - Festival de Música El Greco en Toledo

Un contraste en un contexto: la música renacentista de La Grande Chapelle frente al transparente barroco de la catedral

Echa a andar una nueva edición del Festival de Música El Greco en Toledo

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El Festival de Música El Greco en Toledo ha echado a andar en su edición de 2017. Este hecho en sí ya es una gran noticia, pues parece que se puede ir asentando esta magnífica acción cultural que nació con motivo de los fastos de la conmemoración del cuatrocientos aniversario de la muerte del Greco. ¡Ojalá! perdure, crezca y ofrezca nuevos brotes y savia potente que haga crecer con brío el árbol de la cultura en general y de la música en particular con atrevimiento. Este año, además, sirve para dar brillo a la programación que recuerda el 30 aniversario de Toledo Patrimonio de la Humanidad. ¡Miel sobre hojuelas!

Para la actividad inaugural se ha elegido un marco asaz interesante: la girola de la catedral toledana.

El telón de fondo no era ni más ni menos que el Transparente, la barroquísima obra escultórica del siglo XVIII realizada por Narciso Tomé. Y delante, los músicos de La Grande Chapelle interpretando obras polifónicas renacentistas compuestas por Alonso Lobo a finales de 1500 y publicadas en el «Liber primus missarum» en 1602 con la ayuda del gran maestro Tomás Luis de Victoria para su impresión, como ha señalado el musicólogo José María Domínguez. Se produjo en ese acto lo que podemos llamar un contraste en un contexto: el equilibrio del canto renacentista frente al desaforado barroquismo escultórico de ese ámbito catedralicio. Mereció la pena la experiencia de ver y oír realidades contrapuestas.

La música de Alonso Lobo, más un motete de su admirado maestro Francisco Guerrero, sonó espléndida en la selección de piezas que interpretaron del «Liber primus missarum», entre las que se incluían partes de la misa «Beata dei genitrix», una de las misas parodia del autor, cuyo germen compositivo se encuentra en la obra de Guerrero, y una serie de motetes que culminaron con el archifamoso «Versa est in luctum», compuesto para las exequias de Felipe II celebradas en 1598. La agrupación se fue diversificando, según pedía cada composición, y cantaron a 4, a 5 y a 6.

Alonso Lobo, que fue maestro de capilla contratado por la catedral toledana entre los años 1593 y 1604, es un verdadero autor polifonista de prestigio en el universo de la música religiosa, tanto que el propio Victoria le considera un igual.

La Grande Chapell, dirigida por Albert Recasens, hijo del fundador de la misma, Ángel Recasens, al que recordamos hoy, pues su último concierto lo dirigió precisamente en Toledo, supo sacar un buen partido con su excelente técnica y riguroso empaste a la espléndida sonoridad de la polifonía del maestro ursuonense, acentuando equilibradamente la expresividad de sus dramáticos contrastes junto a sus expansivas líneas melódicas y su dulzura contemplativa.

En este inicio del Festival hay que destacar también la buena idea de ofrecer una charla ilustrativa relacionada con el concierto que se va a oír a continuación. Y así debiera ser, y no una especulación erudita o vacía, para ayudar a conocer mejor y a gozar más a las personas que deseen profundizar sobre aquello que van a escuchar.

En suma, El Festival de Música El Greco en Toledo ha iniciado su trayectoria con el buen pie de la Grande Chapelle frente al transparente de la catedral toledana. Ahora vienen pasos grandes y sonoros en los próximos sábados de mayo y junio: las sorprendentes batallas de órganos los días 13 y 20, la maravillosa recuperación de la voz del castrato Siface, con Nereydas y Filippo Mineccia, el 27 de mayo, y la fusión contrastante en un diálogo de viejos y nuevos sones, con Fahmi Alqhai y Rocío Márquez el 3 de junio, y lo que queda con la orquesta y coro del Teatro Real para septiembre.

Cuéntenlo, es cultura grande pero accesible para disfrute de las personas que busquen algo más que lo turístico cotidiano en una ciudad como la segunda Roma. Ver Toledo, comer en Toledo y terminar con un exquisito concierto puede ser dulce regalo de una excursión esplendorosa.

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