Santiago Sastre - OPINIÓN

Nos queda Portugal

Salvador Sobral logró que Europa se pusiera de acuerdo

Santiago Sastre
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es una pena que Portugal, tan cerca de nosotros, sea un país prácticamente desconocido para muchos. Yo recuerdo cómo el poeta Ángel Crespo, que tanto hizo por divulgar la cultura portuguesa (sin duda es uno de los mejores traductores y conocedores de Pessoa) nos animaba a leer literatura portuguesa cuando nos reuníamos en la casa de Amador Palacios.

Últimamente esta aproximación con Portugal me ha venido de la mano de dos amigos, los profesores Miguel Ángel Pacheco y Francisco Sánchez, que se han matriculado en algunos cursos en la Universidad de Coimbra y he aprovechado para acompañarlos y recorrer gran parte de la maravillosa geografía portuguesa.

Ahora, en el festival de Eurovisión podríamos aludir al título del tercer elepé del grupo Siniestro Total: Menos mal que nos queda Portugal.

En efecto, en la convocatoria de ese festival ha triunfado la canción que representa a Portugal titulada «Amar pelos dois» interpretada divinamente por Salvador Sobral. Llama la atención que sea una canción (mejor dicho, un fado con su típico aliño melancólico) en la que alguien pide a su pareja, que le ha dejado de amar, que vuelva a aprender a quererle, que es posible enamorarse de nuevo, que cabe una segunda oportunidad. Y si no lo consigue, y de ahí el título de la canción, incluso el que sigue enamorado propone incluso amar por los dos. En la canción se insiste en que la razón de vivir se resume en amar, que uno vive para la entrega amorosa. Toda una reivindicación de los sentimientos, de la posibilidad de volver a empezar (ahora que hay tantas separaciones y divorcios) y de la fuerza del amor como motor antropológico de la existencia. Salvador Sobral, un cantante crítico con este festival musical, con un look nada eurovisivo y con una voz prodigiosa, consiguió un logro muy difícil: que Europa se pusiera de acuerdo en algo, tan difícil para los tiempos que corren. Y de paso que los sentimientos, por una vez en un festival en el que suele triunfar el petardeo y la frivolidad, tengan el protagonismo que merecen. Nos queda Portugal, sí.

Ver los comentarios