José Francisco Roldán Pastor

Investiga y descubre la policía

«La eficiencia, la eficacia y el compromiso de los fiscales y jueces de instrucción son imprescindibles»

Imagen de archivo de un agente de la Policía Nacional Juan Carlos Soler

A estas alturas, dejando a un lado ejemplos lamentables, que tanto juego dan a los medios de comunicación, el compromiso de quienes protagonizan la persecución del delito es indiscutible. Los resultados operativos de la policía española son envidiados en muchos lugares del mundo, como tantos paradigmas de lo mejor. Nuestro espíritu crítico, autodestructivo, que es objeto de reproches, no tiene más función que superarnos más que nadie, con la rémora tradicional de la falta de recursos. Podríamos elucubrar sobre las consecuencias de una generosa aportación legal y oficial a la investigación policial y, por supuesto, a la judicial.

Muchos creemos que las instancias políticas , administradoras de los dineros del Estado, temen a una justicia lubricada de personas y recursos. No es complicado suponer que algunos de esos representantes de todo menos del pueblo terminarían ocupando más celdas, y por más tiempo. Los sabios del derecho cuestionan la resistencia política para no promulgar una novedosa Ley de Enjuiciamiento Criminal (1882). A pesar de los parches forzados por el progreso, podríamos hacer un monólogo y deleitarnos con el contenido de muchos artículos. Alguno plantea el plazo para entregar un detenido con arreglo a lo que tardaba una caballería en llegar a la cabecera del partido judicial.

Pero, mientras llega una ley adaptada a los tiempos, debemos soportar la obsesión de controlar la actividad de los policías, que investigan, esclarecen y detienen a los delincuentes, algo que diversos medios de comunicación siguen obviando. Adjudican el mérito a fiscales y jueces de instrucción, que bastante tienen con seguir el ritmo de los agentes de la ley, porque son profesionales comprometidos contra el delito; la gran mayoría, sin duda. Los problemas aparecen cuando, además de las limitaciones legales –trasnochadas-, para que la policía sea más eficaz, aparece el controlador de derechos que adapta la investigación a su horario, ideología o particular modo de administrar la carga de trabajo.

No es posible imaginar que se pierdan elementos de investigación, como datos e indicios imprescindibles para lograr el objetivo deseado, porque una persona duda, cuestiona, deja pasar el tiempo o niega la necesidad de respaldar las operaciones de quienes sí están comprometidos con su trabajo, cansado y desagradecido. No debemos tener dudas sobre la capacidad y profesionalidad de nuestra policía, por encima de muchos otros servicios oficiales, y no es momento de relacionar. Las suspicacias favorecen, por omisión, la actividad de los delincuentes, que están perfectamente formados para esquivar la ley y a quienes pretende hacerla cumplir.

José Francisco Roldán Pastor es comisario jubilado del Cuerpo Nacional de Policía

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