Gonzalo Giner: «Con un poco más de inversión, de educación y de cultura, África podría hacer maravillas»

El escritor y veterinario madrileño presenta este jueves a las 19.00 horas, a través del canal de Youtube de la Biblioteca Pública del Estado de Cuenca, su última novela, «La bruma verde»

Mariano Cebrián

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Después de estar el pasado viernes por Daimiel (Ciudad Real), este jueves 22 de abril, a las 19.00 horas, será el turno de Cuenca. Allí, la Biblioteca Pública del Estado será el escenario en el que el veterinario y escritor Gonzalo Giner (Madrid, 1962) presentará su última novela, «La bruma verde» (Planeta), una historia de amor en el corazón de África llena de aventuras para luchar por un mundo mejor, con la que ha ganado el Premio Fernando Lara de Novela 2020 .

Esta presentación, que se celebra antes del Día del Libro del 23 de abril, se enmarca dentro de la iniciativa « Conecta-T con tus autores favoritos: Tu biblioteca en YouTube », que consiste en una serie de retransmisiones en vivo y en directo con autores de actualidad que vienen a presentar sus últimos libros a través de este canal, con la organización de las Bibliotecas Públicas del Estado de Castilla-La Mancha, en colaboración con el grupo editorial Planeta.

Gonzalo Giner, veterinario y especialista en nutrición animal, irrumpió en el panorama literario con la novela «La cuarta alianza» (2005), pero lograría su gran éxito literario con «El sanador de caballos» (2008), que lo convirtió en un autor de renombre y en un referente de la literatura popular. Y este jueves los lectores que se conecten al canal de Youtube de la Biblioteca Pública del Estado de Cuenca podrán conocer «La bruma verde».

En esta nueva novela del autor madrileño descubrirán la historia de Bineka, una adolescente congoleña nacida en la profundidad de uno de los últimos pulmones verdes del planeta, como es la selva y la cuenca del río Congo, donde es apresada por Maxime y sus hombres, que han arrasado su aldea. Pero, tras sufrir un accidente, la madre selva la protege y es adoptada por un clan de chimpancés, con los que convivirá varios meses.

Al mismo tiempo, Lola Freixido, una exitosa directiva, viaja al Congo para rescatar a su mejor amiga, Beatriz Arriondas, una cooperante medioambiental que ha sido secuestrada. Bineka y Lola se enfrentarán a una compleja trama de corrupción y se verán abocadas a una huida llena de aventuras que correrán en compañía de Colin Blackhill, un cooperante británico que se cruza en su camino y que ayudará a la joven congoleña a luchar por la conservación de su mundo.

¿Qué supone África para usted y por qué nos lleva hasta allí en su novela?

África supone hablar de uno de los protagonistas de la historia, que para mí ha sido uno de los continentes que más me ha impactado y me ha dejado una huella de por vida. Yo viajé por Tanzania, por Kenia y por toda la zona llamada el África tropical, y la razón de que aparezca el Congo en mi novela tiene que ver con lo que sucede alrededor de la primatología, del estudio de los primates de esa región y el trabajo que se está haciendo de rehabilitación con ellos. Pero también está relacionada con las consecuencias de la deforestación y del abuso que se está produciendo en esa parte del mundo por parte de empresas, que están transformando bosques y selvas en cultivos extensivos. Este es el trasfondo de una novela, que no deja de ser de aventuras.

Lo que se mantiene también en sus historias es el protagonismo de los animales, en este caso, de los chimpacés. De hecho, creo que el origen de la novela es una charla de la primatóloga española Rebeca Atencia, mano derecha de Jane Goodall en África. ¿Qué se encendió en su cabeza para querer escribir sobre el trabajo de estas mujeres y sobre estos primates?

Precisamente, conocer a Rebeca Atencia hace cuatro años, cuya vida ya da para una novela. «La bruma verde» no tiene nada que ver con ella, aunque se lo propuse, pero sí es cierto que muchas de las historias que en ella narro y sus circunstancias tienen que ver con sus aventuras y con su sueño de trabajar por la recuperación de los chimpacés y de los primates. Detrás de ello, están los personajes y los paisajes que ella ha conocido a lo largo de los años que ha pasado en África. Aparte de esta historia, yo quería contar lo que está sucediendo allí y las maravillas que me he encontrado en el camino para concienciar de lo que hay en el segundo pulmón del planeta, que es la selva y la cuenca del río Congo, tras el Amazonas.

De hecho, una de las frases que ha repetido varias veces es que no es una novela de denuncia, sino que su objetivo es concienciar sobre la conservación del medio ambiente. ¿Es optimista en este sentido?

Soy realista. Entiendo que los problemas que tiene esta parte de África, y en general el continente africano, no se solucionan de un día para otro y va a costar mucho tiempo. Pero sí que soy un poco optimista en dos sentidos. En primer lugar, porque hay algún país que empieza a despuntar y donde se ha despertado una educación y una cultura propia para su desarrollo, como son los casos de Kenia, Ruanda o Uganda. Y, por otro lado, me parece interesante que nos demos cuenta como consumidores de que, haciendo pequeños gestos o tomando partida por unos determinados productos frente a otros, podemos algunas veces ayudar indirectamente a que los problemas, por ejemplo de deforestación, disminuyan. Así, en este caso, cuando uno compra un mueble, puede ayudar si se fija si la madera con la que está fabricado viene con una certificación y si la empresa que lo ha hecho trabaja de una manera sostenible. Solo con eso, se consiguen muchas cosas, pero también en otros ámbitos. Esto es algo que vemos en las vivencias de los protagonistas de las novela, que todos creen en este paso fundamental casi filosófico o ético, por el cual suman cada uno su granito de arena, aunque sea muy pequeño, para intentar cambiar las cosas, sin esperar a que los políticos resuelvan los problemas.

En la novela conocemos este rincón del planeta a través de los ojos de los personajes que transitan por ella, pero sobre todo por los de Bineka, una adolescente congoleña que sufre en sus propia carne los males que aquejan a África (la corrupción, la caza furtiva, la deforestación, la guerra, …). ¿Entiende que muchos africanos huyan de su tierra en busca de un futuro mejor?

Lo entiendo porque es muy razonable. Te voy a poner un ejemplo: para documentarme para esta novela contacté con algunos veterinarios que conozco que trabajan en el Congo y, en concreto, en uno de los centros de rehabilitación de primates que aparecen en la novela, en Lwiro. Hablo habitualmente con uno de ellos, Luis Flores, que me cuenta que en aquella región no hay empresas ni trabajo y la gente sobrevive con lo poco que puede hacer, trabajando semiesclavizados en las minas o en agricultura y la ganadería. No hay muchas alternativas y entiendo que haya muchas personas que quieran escapar de eso, lo cual es una pena porque es un lugar con un tremendo potencial y con muchas oportunidades. Con un poco más de inversión, de educación y de cultura, África podría hacer maravillas.

De hecho, su novela es una oda a este continente, del cual provenimos como especie. ¿Qué le debe el mundo a África?

Desde luego, nuestro origen está allí. En la zona donde apareció el cráneo de Lucy, una hembra de homínido, es el mismo lugar en el que Dian Fossey, la zoóloga estadounidense en la que está basada la película «Gorilas en la niebla», conoció a Leakey, el descubridor de este hallazgo, que fue quien la empujó a estudiar a los gorilas en libertad, al igual que a Jane Goodall. Por lo tanto, en África es donde se encuentra el origen de la historia de la humanidad, aparte de ser una generadora de recursos que han sido esenciales para nuestra vida. Lo que da rabia es que siempre estemos pendientes del subdesarrollo de este continente, en lugar de ver de sus posibilidades. Su oportunidad nunca llega, como ha ocurrido con Asia, Sudamérica u otras zonas que están más atrasadas. Por eso, salvo escasas excepciones, África está en una situación precaria. Aun así, es cierto que muchos intereses, sobre todo de empresas chinas, han puesto sus ojos allí, pero con un ánimo de expolio, lo cual deja patente que el colonialismo en África no ha terminado.

No sé si su mensaje habrá calado en sus lectores, pero lo que sí está claro es que su libro está funcionando muy bien, pues fue de los más vendidos en 2020 y Premio Fernando Lara de Novela, y todo ello durante una pandemia. ¿Cómo está siendo la promoción en una situación como la actual, tan alejado de sus lectores de carne y hueso?

Como soy muy positivo, he de decir que no lo veo mal. Es verdad que para la promoción de esta novela he tenido muchos encuentros con lectores y firmas de ejemplares, pero también es cierto, como va a ocurrir en el acto que tengo este jueves, gracias a la biblioteca de Cuenca y a la iniciativa de organizar una presentación por internet, en concreto por Youtube, el libro se va a difundir por toda Castilla-La Mancha y también por todo el mundo. La posibilidad de llegar a muchísima más gente de lo habitual es una gran ventaja. De hecho, la semana pasada tuve un encuentro con un club de lectura formado por 22 mujeres de Guanajuato (México), que habían leído una de mis novelas, «El sanador de caballos», y fue una sensación espectacular estar hablando en vivo con lectores que están a 9.000 kilómetros de distancia y compartir experiencias o emociones es muy gratificante.

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