300 años de Robinson Crusoe: fue apresado en Canarias

Daniel Defoe narraba en su obra que antes de acabar perdido en una isla desierta frente al Orinoco Crusoe fue hecho esclavo en las islas y llevado a Marruecos por un pirata turco

Pierce Brosnan en su papel de Crusoe en una película ABC

José L. Jiménez

Este 2019 se cumplen 300 años de la primera edición de «Robinson Crusoe» que escribió Daniel Defoe. La obra literaria de aventuras y ficción histórica por la que apostó el editor William Taylor ubica en las islas Canarias parte fundamental de la obra: la captura del aventurero.

Crusoe viene del apellido alemán Kreutznaer, su padre era de Bremen. Zarpó de Kingston en agosto de 1651 en contra de los deseos de sus padres, que querían que siguiera una carrera de abogado. Este viaje también termina en un desastre. El barco es tomado por los piratas en aguas españolas de las islas Canarias y es hecho esclavo por un moro. Desde las islas fue llevado a Marruecos. El barco en el que viajaba iba a Guinea.

Tras dos años de penuria, Crusoe logra escapar con un niño llamado «Xury» y un capitán de un barco portugués frente a la costa oeste de África lo rescata. El barco está camino de Brasil. Cerca de su destino, naufraga por diversos factores. El barco de Crusoe que iba a Guinea contaba con cañones y tenía su rumbo fijado en Guinea. Posiblemente, para traer esclavos.

Moral

Tras escapar de Marruecos y atravesar el Atlántico, el 30 de septiembre de 1659 quedó abandonado en una isla por naufragio. Accede a algunas cosas que quedan en la nave y, en su forzada estancia, lee la Biblia y agradece a Dios su destino. Interpreta que no le falta nada más de la sociedad humana. Crusoe abandona la isla el 19 de diciembre de 1686 porque aparece un buque inglés y llega a Inglaterra el 11 de junio de 1687.

Hay pasajes donde menciona el infierno que el protagonista de esta aventura tiene cerca de las islas Canarias. «Cuando estaba en la desesperada expedición en las orillas del desierto de África, nunca tuve ni una sola idea de lo que sería de mí, o el deseo de Dios de que me dirigiera a dónde debería ir, o de evitar el peligro que me rodea. Aparentemente me rodeó, tanto criaturas voraces como crueles salvajes».

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